Háganse un favor, obvien la horrorosa portada y cómprense este disco. Y no, nadie canta ni cantará nunca como Little Richard. Ni de lejos. Es imposible. Pero me da que, si alguien podía hacer un homenaje a su música y no salir mal parado del intento actualmente era la banda de Sulo, los Diamond Dogs, con la suma del legendario Chris Spedding. El cantante dice que supo que lo que quería hacer en la vida era cantar rock and roll después de escuchar a la reina interpretando «Rip It Up» y, por ello, cuando se le presentó la oportunidad de grabar este álbum ni lo dudó. Se puso en contacto con su amigo Chris Spedding, con el que ya lo hemos visto girar, y decidieron reunirse en los Dog Poud Studios de Estocolmo. Además, se pusieron una premisa que, a la larga, se me antoja imprescindible para la frescura que transmiten todas las canciones: solo iban a invertir una hora por tema. Tocando en directo y conformándose con el resultado obtenido. Decidieron escoger los temas de manera conjunta con solo dos premisas, Spedding quería hacer su favorita, «Send Me Some Lvin’» y Sulo la suya, «Shake A Hand». El resto fue pactado por todo el grupo y eso quizá hace que estos se sientan más cómodos aún. Por ello no tiran de los clásicos más recurrentes, con alguna excepción, y se meten en temas menos evidentes que les sientan de lujo. Mostrándose inteligentes, huyen de la simple copia, donde hubieran salido perdedores y se llevan canciones eternas a un terreno grasiento y sucio donde vencen y convencen. Pocos homenajes le han hecho al señor Penniman mejores que este.
Eduardo Izquierdo
