Reseñar algo que realmente sacuda los cimientos del oyente y le noquee se ha vuelto una tarea ardua. Entre rutinas, exceso de canciones, clichés y un sinfín de referencias al alcance de un clic, es difícil sorprenderse. Pero, de vez en cuando, aparece una banda como Zeal & Ardor que dinamita cualquier prejuicio y obliga a rendirse ante la evidencia: lo suyo es una propuesta única, capaz de convertir incluso a los menos creyentes.
Porque, seamos honestos, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría conectar el dark metal con el gospel o el R&B y esperar que funcionara? Y, más aún, ¿llenar casi por completo un Razz 2 con ello? Pues estos suizos lo lograron el pasado viernes. Y lo hicieron con una contundencia tal que resulta fácil entender cómo, con una discografía que arrancó hace menos de una década, hayan conseguido ya atrapar a audiencias que jamás se plantearían asistir a un concierto donde la etiqueta «black metal» estuviera presente. Pero Zeal & Ardor no pertenecen solo a esa escena. Son eso y mucho más. Y algo de culpa en ello tiene el Primavera Sound también, todo sea dicho.
Lo suyo es un viaje sonoro y místico, una misa negra perfectamente orquestada por Manuel Gagneux, quien transita de lo gutural a lo etéreo sin problemas, con una presencia hipnótica y demoledora. Aunque arrancaron con su último disco, pronto repasaron su álbum homónimo con joyas como «Götterdämmerung» (con glorioso estribillo-mantra: ‘Deus’, ‘Magnus’, ‘Niger’ y ‘Quoniam’) o «Run». Esta última, una de sus piezas más imprescindibles y que en directo sonó descomunal. A mitad del show, la espiritualidad blues que seguramente ha mamado Manuel por parte de madre salió a relucir en canciones como «Gravedigger’s Chant», la cual equilibró la brutalidad con una cadencia casi ritualística.
Como impactante fue también ‘‘Death to The Holy’, sin duda un verdadero monstruo con dos o tres cabezas: la blues, la black metal y la casi industrial. Y, tras ella llegó el clímax: en los bises, todo el público coreó al unísono el estribillo espiritual afroamericano de «Devil Is Fine», probablemente su single más representativo. En directo, adquiere una potencia sobrecogedora, destilando una energía que en estudio solo se intuye. Y eso sucedió también con otras muchas canciones del set list. Por poner alguna pega, servidora echó de menos ‘Fend You Off’, una de mis pesadillas hipnóticas favoritas de su último disco, ‘Greif’.
En definitiva, lo de Zeal & Ardor es una liturgia catártica que resulta casi inverosímil viniendo de Suiza, un país que difícilmente asociamos con grandes pasiones. Pero un concierto suyo le da la vuelta al tópico. Se sale de allí con la certeza de que los opuestos no solo se atraen, sino que pueden fundirse en un mismo pentagrama. Porque, en el fondo, el metal, el gospel, el black metal y el R&B comparten vasos comunicantes profundos. Y estos son la espiritualidad y el amor, la rebeldía y la pasión. Las dos caras de una misma moneda. Y esa dualidad, condensada en una sola banda, nos revela cómo el aparente choque de fuerzas irreconciliables consigue con ellos crear una perfecta armonía en el caos. Amén.
Texto y fotos: Alicia Rodríguez