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Bizardunak – Kafe Antzokia (Bilbao)

 

Hay conciertos que no son conciertos. Son liturgias, son llamadas a las armas, son ceremonias de la confusión dentro de una idea compartida, son un sin dios que, antes de celebrarse, ya se huele en el ambiente.

Bizardunak, grupo navarro que hacía más de una década que no tocaba y que trae consigo una leyenda combativa importante, ha vuelto a la acción con su “Hasta Que Nos Canceléis Tour-Azken Iraina Bira”. Una gira de despedida para despedirse en condiciones, pero nunca se sabe, que se lo digan a Kiss o Scorpions. Su folk combativo volvió a sonar en Atarrabia, Gasteiz, Azpeitia y Bilbao, aquí en dos fechas, y la segunda sabatina, con todo el billetaje agotado, fue algo espectacular.

Las etiquetas ayudan a centrar pero luego desvían el tiro. Que se lo digan a muchos grupos en los años ochenta, que conformaron queriéndolo o no, el recordado y mitificado “Rock radikal vasco”, pero está claro que con Bizardunak todos tenemos claro que tiran de folk y se miran mucho en la leyenda de The Pogues y The Dubliners. Y eso es bueno obligatoriamente. Y si a esto le sumamos unos postulados políticos importantes (aviso a los no iniciados políticamente o que ven a Euskadi y Navarra como un único territorio cultural o diferentes, todo es más complicado), pues el cóctel si se agita es explosivo siempre. Vamos, que Bizardunak atizó a toda la audiencia con las cadenas de la bandera del Viejo Reino como si fueran The Warriors.

Veinte canciones, a cada cual más coreada, un público enloquecido (como no hemos visto nunca en el Antzoki, palabra) y más vasos llenos volando que ráfagas de metralleta al aire en la Navidad serbia de la década de los noventa. Tras una intro instrumental llegó el movimiento de masas. Los ocho hombres ejercieron de maestros de ceremonias en un concierto acelerado y descontrolado. Revisitando sus tres trabajos (“Bizardunak”, En Zugzwang” y “Ur ederra kirats Infinituan”) no faltó ningún clásico por sonar. “Eguzkiaren atzekaldean”, “Carta a un Agote despistado” y “Nafarroa gure berria” fueron la bomba de inicio y salvo algún tema más lento (es folk, no olvidemos) todo fue una locomotora desbocada.

“Yo luché” fue coreada como si todo el mundo fuera a defenderse contra Fernando el Católico, “Ardo gorri Naparra” y “Shane McGowan´s Basque Paddys” no le fueron a la zaga, mientras que “Euskal herriko oreoak” (como ellos proclaman, En Estados Unidos los oreos son los negros que son negros por fuera y blancos por dentro, y aquí hay similares en plan vasco español, recadito para quién lo quiera recoger) cerró el repertorio antes de un bis que ya fue el acabose.

Con la inicial “Amerika” se cogieron fuerzas, totalmente agotadas con el nuevo tema “Individues del mundo libre” y el final, con invasión total de escenario, sonando “Nazi de fresa”. Salvaje todo. La fiesta rebelde no fue irlandesa sino que hubo hermandad vasco navarra si es que son o fueran conceptos diferentes, pero eso ya es tema de discusión pasado el desfase etílico y bailongo. Beber, bailar y hablar de política, deportes nacionales por aquí. De repetir.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

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