La carrera en solitario de Mick Harvey, vista en retrospectiva, se revela heterogénea como pocas. No vamos a desgranarla, tampoco toca, pero sí señalar que entre bandas sonoras, música para documentales y discos solo más o menos tradicionales, de entre toda su producción destacan sobremanera las cuatro entregas dedicadas a reinterpretar el cancionero de Serge Gainsbourg. Con lo cual colegimos que el tema de las versiones no le es en absoluto ajeno.
Por ello no puede sorprendernos que para este nuevo proyecto (el primero de varios, según parece) vuelva a escoger un autor de culto, al tiempo que –como tantas otras veces en el pasado– se apoye en una voz femenina para llevar el empeño a buen puerto. Con ella, la artista mexicana Amanda Acevedo, ya compartió autoría en Phantasmagoria In Blue (2023), álbum firmado a dúo como el que nos ocupa; y en cuanto a él, el escogido en esta ocasión es nada menos que Jackson C. Frank, icono folk de los sesenta, maldito entre malditos, cuya figura y méritos ya fueron reivindicados en su momento por gente como Nick Drake o Sandy Denny y, mucho más recientemente, por leyendas oscuras del calibre de Mark Lanegan.
La génesis de la aventura la explica bien clara el propio Harvey: “Amanda y yo grabamos «Milk & Honey» para nuestro primer álbum juntos, Phantasmagoria in Blue. Por pura casualidad, la semana del lanzamiento del sencillo, me contactó mi amigo Gianluca, de Italia, que estaba preparando un tributo a Jackson C. Frank para su proyecto colectivo Love & Thunder. Estuvimos encantados de grabar algunas canciones más, sobre todo Amanda, que es una gran admiradora del trabajo de Frank. Inicialmente grabamos tres canciones para el proyecto, pero seguimos adelante y finalmente nos dimos cuenta de que podíamos hacer nuestro propio álbum. Todo el proceso fue muy agradable y las ideas fluyeron sin problemas. Todas las grabaciones originales son sólo una o dos guitarras con voces, y las canciones posteriores de Frank solo están disponibles como grabaciones caseras, demos fuera de estudio o en directo. Así que las posibilidades de ampliar las canciones mediante arreglos eran enormes, y ese proceso fue muy gratificante y agradable”.
En efecto, los once temas rescatados del cancionero de Frank –al igual que ya hizo con Gainsbourg– vuelan por sí solos gracias a una puesta al día tan respetuosa como imaginativa. Harvey y Amanda reinventan, rediseñan, pero lo justo para que las canciones originales (se conozcan de antemano o se descubran para comparar) resulten reconocibles y, a la vez, redivivas. Otro perfecto manual, en el haber del ex Bad Seed, de cómo apropiarse de un repertorio ajeno manteniendo respeto y esencia.
Eloy Pérez
