“David…David, es hora de levantarse”. Una voz femenina aparece al final de «Maybe It Was All A Dream», el tema instrumental que abre el nuevo trabajo del cantautor tejano. Una intro que saca a nuestro protagonista de ese falso sueño y que da paso, de inmediato, a territorio conocido en cuanto suenan las primeras notas del segundo tema, «Waiting On The Dust To Settle», llevándonos mentalmente cinco años atrás. Fue entonces cuando Ramirez dio un significativo paso adelante en su carrera con aquel My Love is a Hurricane que, sin desvincularle totalmente de la música de raíces, ampliaba significativamente los horizontes de la misma. Ahora pues, y tras el breve impasse que supuso Backslider (2021), un álbum de himnos religiosos que podemos considerar un simple punto y aparte, volvemos a encontrarnos al músico ecléctico, emocionalmente dolido, pero siempre presto a buscar y encontrar la luz al final del túnel.
Una luz que, acompañada de unos inspirados arreglos de cuerda, da forma a «The Music Man», pequeño opus melodramático en el que nuestro hombre nos cuenta de tiempos en que todo era más sencillo y de cómo nació la chispa: “mi padre me dio un walkman, mi padre me dio una cinta”. Segundo acierto de pleno y esa tan agradable sensación de cuando escuchas un álbum por primera vez y vas constatando, a cada paso, que la cosa promete. Y sigue prometiendo con la misma amplia paleta usada en 2020, alcanzando y superando, por momentos, los logros de entonces.
Su uso del fuzz en la guitarra, sutil y evocador, así como el modo en que se apoya en los sintetizadores para dotar a las canciones de un colchón sobre el que extender ritmos y melodías, hace de este disco tal vez el mejor de su carrera hasta el momento. Ya sea guiñándole al jazz («Dirty Martini»), al pop («Holiday (Crush)») o al folk fronterizo («A Bigger World»), todo fluye, todo funciona. Tanto como su capacidad para emocionar, para conmover, con la simple ayuda de su voz y un piano, como en la magnífica, por sincera, «Do Not Disturb Me». Todo ello para terminar contestando a su propia duda del primer tema con «Dreams Come True», cierre de un álbum que no necesita de demasiadas escuchas para aprehender todos esos invisibles resortes que hacen que sepas que la música, cierta música, ha llegado para quedarse.
Eloy Pérez