En el panorama de la música de raíces facturada en Europa, y más concretamente en el ámbito del blues, el nombre de Dom Martin ha pasado, en poco tiempo, de prácticamente el anonimato a una notoriedad cada vez más acusada.
Y es que antes de 2018 al muchacho lo conocían la familia y vecinos allá en su Belfast natal, y poco más. Pero sería ese año cuando, tras autoeditarse un EP de cuatro temas titulado Easy Way Out, sería invitado para actuar en directo en el Radio 2 Blues Show de la BBC. Un par de primeros pasos en los que dio a conocer tanto su versatilidad como guitarrista, como una voz rasgada y cavernosa que lo emparentaba con numerosos referentes de la tradición.
Dispuesto a avanzar casillas, se seguiría autoeditando sus primeros largos –Spain to Italy (2019) y A Savage Life (2022)- al tiempo que acumulaba premios: Best Solo/Acoustic Act en los European Blues Awards de 2019 y Best Acoustic Act en los UK Blues Awards de 2020, galardones estos últimos que al año siguiente lo premiarían como Acoustic Blues Artist Of The Year. Una ascensión meteórica, como suele decirse, confirmada en 2023 al fichar por Forty Below Records, con quien editaría un nuevo trabajo, el más que notable Buried in the Hail.
Y ahora, tras todo ello y como si de algún modo quisiera dejar constancia de esta primera y fulgurante etapa, nos regala un doble en directo, publicado a finales del año pasado, en el que nos muestra las dos caras habituales de su propuesta; en efecto, como en buena parte de sus shows Martin suele incluir un segmento acústico en solitario junto a su habitual set eléctrico, a la hora de grabar un live la cosa no iba a ser distinta. Así pues, Buried Alive nos presenta un primer CD en formato de power trío junto a su habitual sección rítmica (Ben Graham al bajo y Aaron Mc Laughlin tras los tambores), centrado mayormente en su último trabajo en estudio. Un buen compendio de sus virtudes, desde el country blues de «Daylight I Will Find» hasta el desmelene distorsionado y a toda mecha de «12 Gauge», en nueve temas grabados entre Alemania, Bélgica y el Reino Unido.
Una muy sabrosa primera parte que, no obstante, no supera un segundo CD tan o más atractivo. Porque lo cierto es que Martin se mueve en lo acústico como pez en el agua, su voz se acopla al formato de forma natural y, sin perderle el pulso al blues, enfila asimismo por otros vericuetos –del folk al country– revisitando buena parte de su cancionero y fusionándolo con destreza. Basta echarle una primera escucha al mix con el que abre el disco, recuperando esa «Easy Way Out» de su debut y enlazándola con «Belfast Blues» para percibir que lo suyo, desenchufado, puede llegarte tanto o más que con los amplis reverberando. Segunda prueba, para nota, en la versión de «Daylight I Will Find» con las segundas voces de Demi Marriner, por si había dudas. Y así, recuperando mucho más material “antiguo” (de Spain to Italy, básicamente), puede el oyente disfrutar de maravillas como «Dog Eat Dog», «Hell for You» o «Mercy» (estas dos últimas uniéndose en diez minutos de pura épica) hasta terminar con la fantasmagórica «Dealer», la canción con la que parece rendir cuentas a un lejano pasado de adicto, hoy felizmente superado.
Un disco, en definitiva, para disfrutar del estupendo momento de un artista que, si nada se tuerce, promete darnos muchas más alegrías. Y un paliativo para aquellos que esperamos, antes o después, disfrutarle sobre un escenario.
Porque, como decía una de las reseñas que he leído: “los álbumes en directo nunca podrán sustituir el ‘estar allí’, pero este es brillante y, por lo tanto, se acerca más que la mayoría”
Eloy Pérez
