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The last Internationale – Sala Groove (Portugalete)

 

A estas alturas sigue resultando extraño que un grupo como The Last Internationale gire por salas pequeñas. Si bien es cierto que esa cercanía con un público (fiel, los que están es porque saben a lo que van) es lo que da energía a una banda ideológicamente tan concienciada como esta, también lo es que su calidad es para auditorios más grandes. Pero seguimos diciendo que en distancias muy cortas todo es mejor. Y el dúo (ahora con bajista nueva, que no estuvo en su última visita en octubre) formado por Delila Paz y Edgey Pires se sigue entregando al máximo.

Abrieron para ellos los bilbaínos Superalfa!, un grupo con ex miembros de la extinta banda El Veloz Murciélago Hindú, que factura un Punk Pop melódico y alternativo, con tres discos en su haber y que gustó a su parroquia, con un sonido limpio y  con cierto deje a Pignoise. Presentaron en directo su último sencillo “Bendito error” y también hubo hueco para la única versión de su set, “Mi vida rosa” de Los Romeos.

Superalfa!

Pero la actuación de TLI fue tan intensa que, con la primera canción, el panorama sónico cambió. Otro mundo. Abrir con “Kick out the Jams” de MC5, es un aviso de que el tema es serio y hay que agarrarse los machos. Además, si le sumamos el buen hacer de bajista (y teclista) y batería acompañando al dúo atómico, ya tenemos montado el lío. Con una actuación bastante más intensa de que ofrecieron en el WOP Festival allá por octubre (que no estuvo mal, pero no fue esto) los temas se fueron entremezclando con reivindicaciones políticas y sociales (de las que apoyamos, a título personal) ante una parroquia que llenó la Groove un miércoles lluvioso, frío y en una sala bastante alejada de Portugalete. Pero es lo que tiene estar en un polígono industrial, que no se molesta y el disfrute es mayor.

Y vaya que si disfrutamos. Con temas como “Life, Liberty, and the Pursuit of Indian Blood”, “1984” o “Hero”, con el espíritu de Tom Morello revoloteando por la sala y las cuerdas de Edgey. Su compañera, la magnética Delila bajó al público varias veces, tiró de acústica en la parte más íntima del concierto (“Freedom Town” empalmada con “Running for a dream”), a capela también en “Soul on fire” y cómo no, no podía faltar la joya de la corona “Wanted man”. Maravilloso tema.

Todo funciona cuando la comunión con el público es buena, todo funciona cuando la sala es pequeña y los que están dentro se sienten privilegiados y todo funciona cuando la banda sabe que está en el lugar correcto tocando para las personas correctas. Al hard rock de “Killing Fields” le siguieron dos canciones poderosas como “Hard Times” y “1968”. En esto, Delila ya había puesto al público agachado, botando, subido al escenario…, vamos, hasta un “¡Esa gitana guapa!” soltó algún Punk, y mira que es raro escucharlo en estas ceremonias. Así estaba la peña, coreando “Hit ‘em with your Blues” y con el cierre de un “Battleground” que recordaba mucho a Patti Smith. Normal, porque Delila es un alter ego de la neoyorquina, con más electricidad pero el mismo espíritu reivindicativo. Y que sigan reivindicando por muchos años.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

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