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The Datsuns + Small Jackets – Razz 3 (Barcelona)

 

Un miércoles en Barcelona ciudad. Abrieron Small Jackets, una banda veterana en tal difícil andadura del rock. Italianos, pero de clara y declarada influencia de sonidos nórdicos, desde The Hellacopters a Sator, fueron la banda perfecta para iniciar la noche. Disfrutamos del repaso a su trayectoria y, especialmente, de los temas de su último trabajo titulado Just Like This.

El caso es que hace ya dos décadas estuve en ese mismo lugar viendo a una banda. Nos encontrábamos en plena efervescencia de banda jóvenes que recuperaban el espíritu del rock de los 70 y lo modelaban sobre el escenario con actitud punk y todo el mejor bagaje absorbido y puesto en escena. Algunas cayeron en éste difícil camino, pero es mucho más que grato ver cómo algunas han resistido —no con facilidad—, el paso del tiempo.

The Datsuns, el plato fuerte, es quien me produjo el curioso déjà vu. Confiar en el paso del tiempo es en muchas ocasiones una trampa. La banda neozelandesa de nacimiento, aunque con miembros repartidos por el mundo, ha sabido esquivar dicha trampa y trazar una trayectoria sin quedar atrapada en un pasado, o peor aún, en un abismo o un olvido.

Manteniendo casi la formación original, con la inclusión de Adam Lindmark a la batería, volvieron a su lugar de bautizo en Barcelona dos décadas atrás. Desde la primera nota mostraron toda la energía por derrochar. Gods Are Bored fue el tema inicial, extraído de su disco Death Rattle Boogie de 2012 y, sin hacernos esperar mucho, Sittin’ Pretty de su primer álbum, una pieza necesaria para entender el High Energy de los 2000s.

Si bien la banda no es dada a girar por nuestra península ni a proporcionar grandes y generosas giras, es capaz de vencer a la distancia y trabajar cuando es debido para después poder demostrarlo cada vez que se juntan, ya sea para un directo o para la grabación de un nuevo disco.

Harmonic Generator o What Would I know sonaron tan aplastantes como era debido, así como el repaso de toda su carrera. Parecieron haber girado sin parar desde su presentación en 2002 y el nuevo batería sumó un plus importante a la contundencia de la banda. Es grato saber que saben mantenerse en el tiempo y que en cualquier momento pueden ser noticia de un buen álbum u otra buena gira.

Dieciséis temas sin bajar la guardia, permitiéndose intercambiar instrumentos para dejar al cantante Dolph liberado de su bajo y jugar con el micro con total libertad.

Si tengo que algún ‘pero’… Dolph parece tener más cuidado de su garganta y no desgañitar en esos gritos imposibles que tanto nos encantan, y aunque les perdono no haber incluido Blacken My Thumb en el setlist, les deseo una pronta vuelta, ya sea con un nuevo disco o con una nueva gira. Siguen siendo una buena banda.

Texto: Mario Silvestre

Fotos: Marina Tomás Roch

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