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Skunk Anansie – Razzmatazz (Barcelona)

Crecidos al amparo de la explosión alternativa de los noventa, el combo londinense alcanzó el éxito de forma rápida y contundente. Primero en su país de origen, su segundo álbum, Stoosh, permaneció más de cincuenta semanas en los puestos de los más vendidos en UK y, posteriormente, en el resto de Europa.

Eran otros tiempos, tanto para las cifras de ventas como para su propuesta, una amalgama de guitarras próximas a la dureza del metal combinadas con pasajes rítmicos cambiantes y unas canciones que eran, son, caballo, sota y rey. Todas ellas con patrones de subidas y bajadas, combinando explosiones sonoras y momentos melódicos que encontraron su hueco entre el predispuesto público de aquel entonces. A pesar de ser banda encajada en una línea temporal concreta, conservan un directo de primer nivel. Y que no han perdido tirón, lo prueba el lleno que se observaba la sala grande de Razmatazz (en la siempre difícil y complicada plaza que es la ciudad condal) para presenciar su concierto.

Epataron con un sonido colosal, monopolizado por riffs monolíticos y una sección de ritmo de impecable sustento, que llevó en volandas a Skin a ejercer otra demostración de su dominio escénico. Moviéndose por el escenario de forma felina, amenazadora en ocasiones, sensible en otras, bajando a la pista para cantar, dividiendo a la audiencia como si fueran las aguas del Mar Rojo, o surfeando en brazos por encima de ella. En resumen, dando una colosal lección de cómo se debe conducir un espectáculo.

Como era de esperar, las canciones de su primera etapa protagonizaron los momentos más álgidos de la noche, «I Can Dream», «Little Baby Svastikkka», «Weak», «Yes It’s Fucking Political», «Hedonism (Just Because You Feel Good)», «Twisted (Everyday Hurts)», «Charlie Big Potato», ante el delirio de un público entregado, pero los temas de más reciente factura encajaron muy bien: «Love Someone Else», «An Artist Is an Artist», «Animal» o una aplaudida «Cheers», interpretada en la tanda de bises, no provocaron los, por otra parte, comprensibles, altibajos que suelen acontecer en este tipo de recitales de cierto componente nostálgico. Los británicos se mantienen en muy buena forma, física y musical, bastante mejor que la de algunos de sus contemporáneos que todavía están en activo. Que no es poco.

Manel Celeiro

Fotos: Marina Tomás.

 

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