¿Es posible conjugar la monotonía con el alborozo? No parece cosa sencilla de conseguir. Sin embargo, Panda Bear, “nickname” de Noah Benjamin Lennox, estuvo a punto de lograrlo. El de Charlottesville (Virginia, USA), más conocido por ser co-fundador de Animal Collective (no era necesario el dato), se ensambló con Maria Reis (voz y teclados), Tim Koh (bajo), Tomé silva (batería) y su novia Rivka Ravede (voz y samplers) para dar a conocer pinceladas del reciente “Sinester Grift” (Domino, 2025) y un puñado de canciones ligadas con sus últimas experimentaciones: “Take Pills” (2007) acudió al rescate de cierta nostalgia, no duró mucho, ya que Lennox apostó por su actual clarividencia.
El público que llenó la pista del Paral·lel 62 (los pisos no se habilitaron) quizá añoró hits primerizos y cantables, pero no repelió de un acompasado show (muy bien sonorizado), en el que las vibraciones tan solo subieron de intensidad en “Slow Motion” o “Song for Ariel”, versión indisimulada del “Leave me be” de The Zombies, contagio que nunca ha sido negado, dicha sea la verdad.
Cinco temas, del disco editado en febrero, fueron el ataque, sin defensa, que iniciaron el lúcido espectáculo. Aplaudimos esta arriesgada postura confrontada con los que juegan con baraja trucada. “Sinester Grift” es un disco henchido de psicodelia añeja de primera calidad. Ese pop-rock, tan bien trabado, titulado “Ferry Lady”, la densa “Defense” (pieza fundamental de la grabación), la balada “Anywhere but here” (precioso recitado de Maria Reis), 50mg (deliciosa pieza de orfebrería) o “Just as well” (hermosísimo abrazo entre The Beatles y The Beach Boys), casi apagan el esplendor de las citadas “Slow Motion”, “Song for Ariel”, “Shepard Tone”, “Last night at the Jetty” o “Selfish Gene”.
Panda Bear o el señor Lennox (pueden escoger) ha decidido positivizar sus creaciones, proporcionándoles un carácter más festivo, cercano al reggae o la cumbia. En directo, sea por el perfil de los músicos o por sus propias pretensiones, el discurso, teóricamente variable, acabó sucumbiendo a la redundancia.
El efecto bucle o falta de improvisación, impidió el disfrute total. Los chispazos no acudieron, la banda pareció contentarse con tocar primorosamente; no apetecieron los atrevimientos. Los cinco componentes de la banda se limitaron a tocar (modo estatua), esperando que la hipnóticas filmaciones y unas luces adecuadas (incluso para el sufrido gremio de fotógrafos) realzarán sus prestaciones. Podríamos estar de acuerdo en que los anhelos de Panda Bear no pasan por hacer mover el esqueleto al espectador, pero de aquí a la inmovilidad o cierto entusiasmo escénico, media un trecho.
A pesar de que nadie o pocos marcharon descontentos, nos dio la impresión de que los fans esperaban un subidón (el primero bajo techo) que no acabó de llegar. Nadie se pudo quejar del buen hacer o de la calidad que atesoran, no obstante, un empujoncito marchoso no les hubiera ido nada mal.
Insistimos: “Sinester Grift” es un disco seductor, como casi todo lo producido por Panda Bear o Animal Collective. Disfrútenlo, ya que en este caso, el vinilo (recuperen el formato) somete su complejidad a la invariabilidad del directo. Un poco de garbo y todo arreglado. El pop también debería incitar al frenesí.

No quisiéramos olvidarnos del telonero. El descarado artista español (residente en Londres) Alberto García, aka, Alien Tango, inició la velada con una propuesta iconoclasta dónde viven el glam, efluvios orientales y diversas orientaciones estilísticas, todavía por definir. Tiempo al tiempo.
Texto: Barracuda
Fotos: Marina Tomás