La curiosidad por ver a Myriam presentar en directo su nuevo álbum -por fin-, era compartida, social. Como lo es la propia Swanson. Las artistas consolidadas como ella tienen un público que es reflejo de su carácter y su trayectoria. En este caso, el compromiso de tantos años se evidenció entre seguidores habituales, amigas e ínclitos de la escena, que rellenaron la cosmopolita sala del Poble Nou hasta llenar al menos tres cuartas partes del aforo. En la previa todo el mundo comentaba idénticas sensaciones: expectación y ganas de ser sorprendido ¿Qué carácter tendrá el transvase al directo de un disco tan producido?
Se sabía que MS contaría con Charly Sardá (batería), Paco Cerezo (bajo), Riki Frouchman (guitarra) y Martín García Duque (teclado), pero confieso que la calidad de su amalgama en el escenario me sorprendió desde el primer instante. Incluso antes de fijar la mirada y los oídos en cada uno de ellos, sufrí esa catarsis mágica que dura diez segundos y en la que el oído y su conexión con el cerebro se convierten en un mecanismo de metal precioso que gira, hace saltar chispas y crea una luz brillante. Y amigos ruteros, la decisión está tomada: el bolo va a molar.
Está sonando “Free to Go”, perfecto alegato tanto para abrir el álbum como el directo. Y en seguida se hace patente que el sonido del cuarteto en el escenario es más orgánico que en el álbum; gana calidez sin perder ni un ápice de esa nueva sofisticación estilística. El teclado de García Duque resuena exquisito y poco menos se puede decir de la cuitada guitarra de Frouchman. Los temas nuevos parten de una matriz electrónica y si se quiere, suntuosa, pero en directo parecen bailar entre el esplendor de Saint Vincent y la telumbre de All Them Wytches, con Duque de mago atmosférico con maneras análogas a las de Allan Van Cleave. Por debajo de todo eso, la iluminación inferior de la escena ayuda al mecanismo auditivo a crear fascinación.
Entonces suena “Guns of Brixton” de The Clash, cover proveniente de un homenaje previo a la banda, y su groove caribeño y skatalítico viene perfecto para saltar de la tórrida conmoción al baile. Entre speech y speech de la cantante, aparece “I Talk Too Much”, auto-homenaje a una personalidad locuaz. Ella está en su salsa y el público, entregado en su mayoría, lo sabe. Mientras tanto, Frouchman gobierna el tema con lucimiento.
El hit “Mano de Santo” y “We Fuck Each Other…” dan paso a un pequeño receso, y luego Jordi Mena es presentado para abrazar a la voz de Myriam con su guitarra en “Reverie”. Suenan también un par de temas del Lucha Libre de Flamingo Tours, con arreglos evolucionados: “Agárrame” y “Si me abrasas”. Pero el momento cumbre llega en el último paso antes del bis ¿Es el solo de batería de “Lust For Life” de Iggy Pop? Myriam bromea con ello… también podría ser el “Walking on Sunshine” de Katrina and the Waves o incluso algún otro hit, pero no, es el “Walk Like An Egyptian” de The Bangles. Gran epílogo para esta fiesta de la espontaneidad, la profesionalidad y el estilo. A por lo que salga de la mano de Calígula.
Texto: Pacus González Centeno
Foto: Fernando Ramírez