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Godspeed You! Black Emperor – Apolo (Barcelona)

 

Hay alguna serie de propuestas musicales, que llamarlas de forma simple como un concierto, sería un error, ya que se dan varios conceptos sobre el escenario, que visualizándolos de forma transversal y retroalimentados entre sí, generan una serie de inputs hacia el espectador para llevarlo a otro plano.

La banda canadiense, sin duda sería una de ellas, y trazó una serie de líneas muy marcadas que generó una experiencia inmersiva, y sobre la que identificamos de forma clara en cuatros bloques:

Ambiente. Si partimos de la base del origen de su nombre, tomado prestado de un documental japonés de 1976, donde entre el blanco y negro de la imagen, un grupo de motoristas desarrollan su actividad, es normal que, como amantes de la falta de colores, la penumbra fue uno de los puntos básicos para generar el ambiente adecuado. Esa oscuridad, desembocó en un dramatismo que no cesó de gravitar sobre la audiencia, a la que se le exigió de la atención adecuada, y de un esfuerzo en él que incluyó el silencio para buscar la complicidad entre todas las partes implicadas.

Sonido. La definición con que los ocho músicos fueron capaces de ensamblarlo todo entre la cantidad de pedaleras, efectos, etc…fue un desafío para el espectador, pero lo mejor sin duda, fue simplemente dejar que éste fluyera sobre la sala, y sencillamente lo hizo, ya fuera desde la nota contenida o la irrupción sonora.

Musical. Se tomó como referencia “No Title as of 13 February 2024 28,340 Dead (2024)”, su último trabajo, y el que llevaron a un nivel de mayor luminosidad (siempre dentro de sus parámetros claro). Este copó la mitad del setlist, el cual fue complementado acudiendo a su único trabajo en formato mini elepé “Slow Riot For New Zero Kanada (1999)”, abriendo una horquilla temporal de veintiséis años, evidenciando una retroalimentación longeva perfectamente llevada.

Visual. Las imágenes que se fueron proyectando, actuaron como un instrumento más, y no se entendería todo el resto de conceptos sin ellas. Acompañaron en todo momento a la alfombra musical trazada, y como si de un cine de otra época se tratara, éstas fueron lanzadas desde añejos proyectores Super8 y desenrollando cintas analógicas que comprendían desde paisajes en bucle, rostros curtidos y afligidos o escenas repletas de frialdad, y que, si el espectador se adentraba en ellas, era absorbido por las mismas,

Mat Ball

Por último, a modo de bloc de notas final, mostramos unos apuntes relacionados con el show o bien con el entorno de la banda:

  • Mat Ball, guitarrista de Big Brave, fue el encargado de abrir la noche. Recordemos que éstos se encontrarán de gira a finales de marzo y principios de abril de gira por nuestros clubs.
  • El show transcurrió en pleno conflicto de los aranceles entre Canadá y Estados Unidos. Como parte afectada, no dió la impresión sobre el escenario de que la banda trasmitiera su desacuerdo, pero la falta de voces en su propuesta, no dió pie a ello.
  • El post-rock se me antoja como un estilo bálsamo para saborearlo a posterior de otras actividades. Una buena manera y recomendación por mi parte para acercarse a él, sería en días de resaca post etílica o química, ya que curiosamente el estado de tu cuerpo será más receptivo con el mismo.

 

Texto: Oscar Fernández Sánchez

Fotos: Jackie Aguilera

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