La música country vive un momento dulce en cuanto a popularidad. No solamente en Estados Unidos, donde jamás ha dejado de estar bien presente en el orden del día, sino también en Europa, donde prestigiosos rotativos británicos dedican artículos enteros a analizar este renovado interés por los sonidos vaqueros. Como muestra, la buena salud que exhibe año tras año el festival C2C: Country to Country, un evento itinerante que nació hace poco más de una década en el Reino Unido y que ha acabado arraigando también en Alemania y en los Países Bajos.
El cartel de este año tenía su principal reclamo en la presencia de Lainey Wilson, reina indiscutible del sonido Nashville contemporáneo y faro de referencia de toda una industria a quien algunos ya contemplan como la Dolly Parton de su generación. Transcurridos dos años desde su debut en el C2C, la de Louisiana ha pasado de ser una promesa en vías de consolidación, a llenar grandes recintos ella sola y codearse en un escenario con el mismísimo Mick Jagger –busquen ustedes el video donde sale cantando «Dead Flowers» con los Stones, no tiene desperdicio alguno–.

Su concierto en Rotterdam empezó con la infecciosa «Hang Tight Honey», cita a «Whirlwind» (2024), su quinto trabajo de estudio y la columna vertebral del repertorio. Respaldada por una banda todo terreno, presumiendo de una presencia escénica que ya querrían muchas de las mal llamadas divas en estos tiempos que corren, Wilson desgranó material reciente –la épica «Whirlwind», una bailonga «Bar in Baton Rouge», el exquisito descaro de «Country’s Cool Again»– y echó la vista atrás con «Dirty Looks», «Heart Like a Truck» o una coreada «Watermelon Moonshine». Cerró con «Wildflowers and Wild Horses», la joya de su corona, introducida con una lectura instrumental del estándar «(Ghost) Riders in the Sky».
Otro plato fuerte del programa fue la actuación de 49 Winchester. Una de las bandas del momento, si hablamos de música de raíz norteamericana. Lo confirman su historial de directos y una discografía donde cada referencia supone un paso adelante. Con un pie en la tradición de los Apalaches y otro en las pantanosas aguas del rock sureño, los de Isaac Gibson presentaron la que probablemente sea su obra más conseguida a fecha de hoy, «Leavin’ This Holler» (2024). La defendieron con argumentos de la talla de «Tulsa», «Yearnin’ for You» o «Hillbilly Happy». Y sacaron brillo de un fondo de armario donde figuran perlas como la eterna «Russell County Line».

Todavía en la parte alta del cartel, Nate Smith contentó al respetable con una batería de hits donde no faltaron unas celebradísimas «Whiskey on You», «World on Fire» o esa declaración de principios llamada «Bulletproof», que el californiano cantó zambulléndose entre el público. Es posible que su discurso, que flirtea oportunamente con géneros como el rock duro o incluso lo que en otros tiempos solía denominarse rock alternativo, no case del todo bien con los puristas del country. Pero no se le pueden negar las buenas maneras a la hora de facturar un show tan sólido como efectista.
Una de las grandes sorpresas del festival la dio sin duda Wyatt Flores. Con tan solo 23 veranos a sus espaldas y a menos de medio año de haber planchado su primer disco largo, «Welcome to the Plains» (2024), este joven de Oklahoma debutó en el C2C a media altura del cartel y con un cancionero donde la reflexión más íntima acaba desencadenando auténticos estallidos de refrescante y vitamínica música hillbilly. Ahí tuvimos «Running Out of Time», «Wisconsin» y «When I Die».

En la letra pequeña del programa destacaron nuevas voces como las de Caleb Lee Hutchinson o Zach Medows, ambos con formato reducido e instrumentación acústica. El primero conjuró el espíritu del mismísimo Waylon Jennings –incluida una versión de «Satin Sheets–. El segundo desnudó su cancionero hasta alcanzar las texturas orgánicas del primer Dylan o del Springsteen más reposado. En cambio, el pequeño formato no favoreció a dos jóvenes promesas como son Lanie Gardner y Kassi Ashton, cuyas canciones perdieron pegada respecto a las versiones de estudio. Cruzamos los dedos para que ambas vuelvan el año que viene con sus bandas al completo. Pepinazos como «Chasing the Wind», de Gardner, bien merecen que se les haga justicia.
Texto: Oriol Serra