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Bill Frisell Trio – El Molino (Barcelona)

 

El sold out del primer pase nos impidió gozar de temas como el  “Way Out Est” de Sonny Rollins, su sensacional revisión de “What The World Needs Now Is Love” (Bacharach/David) o el “Baba Drame” del músico maliense Boubacar Traoré. Un “set” magnífico y abstracto, pero que, según opiniones irrefutables, no superó al que cerró la inolvidable noche del Bill Frisell Trio en El Molino.

El enorme guitarrista de Baltimore es capaz de juguetear con cualquier estilo y salir airoso como nadie. En 2020 se ensambló con Thomas Morgan (contrabajo) y Rudy Royston (batería) para dar salida a creaciones propias y reinventar algún standard en el indispensable álbum “Valentine”. Con este bestial dueto se presentó en Barcelona y volvió a dejarnos estupefactos.

En el segundo episodio de su comparecencia, estuvo melódico, elegante, flirteando con esos punteos en los que parece que las cuerdas vayan a quebrarse y se mostró como un compañero más de un conjunto alejado de inconsistentes florituras.

Como quien no se inmuta ante prodigios remotos, Frisell encaró el “Misterioso” de Monk a modo de blues lento, acariciando sus notas con el respeto a la pieza original y ese toque personal que siempre le ha definido. El meticuloso guitarrista ejerció de líder, aunque también ofreció espacio a sus cómplices en pos de la expresividad colectiva. Únicamente un breve solo del delicado percusionista Royston, alteró el tono introspectivo que presidió la velada.

Obviando aplausos baldíos (alguno hubo), el trio se embarcó, tras glorificar al pianista de Carolina del Norte, en una larga suite donde aparecieron el “Sweet Rain” de Michael Gibbs, la ancestral “Shenandoah”, “Follow Your Heart” de John McLaughlin y el “You Only Live Twice” de John Barry, tema popularizado por Nancy Sinatra y perteneciente a la saga James Bond. Lejos de afrontarla de manera sencilla o dispuesta a cualquier tipo de oyente, Frisell se la llevó a su peculiar campo, ofreciendo una clase magistral. Calidez, hermosura y fracciones de rock lisérgico, brotaron en un ejercicio que debería avergonzar a quienes se limitan a copiar de manera burda cualquier tipo de clásicos.

Rematando la faena, se sacó de la manga un “We Shall Overcome” sublime, no apto para multitudes, finiquitado con una coda monumental. “Es increíble”, murmuraba, boquiabierto, un espectador; el comentario resumía lo vivido.

Bill Frisell nos regaló una de sus muchas caras. En este caso fue la de la musicalidad sensual y armoniosa. La pulcra sonorización fue el aliado perfecto, la herramienta imprescindible para descubrir todos los matices, por pequeños que fueran, de una música prodigiosa, regalada a los oídos más sensibles.

Sin alardes de divo, enardeció a una platea que vivió el concierto en silencio absoluto, reverenciando a un virtuoso de los que ya no quedan. Frisell o la perfección hecha notas. Infinito.

Texto: Barracuda

Fotos: Marina Tomás Roch

Bill Frisell TRIO al Molino
9-3-2025
FOTO: MARINA TOMAS ROCH

 

 

 

 

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