Encuentros

¿Han grabado Montefurado ya el mejor disco de 2025?

Foto: Diego Tioda

Tras un 2024 que ha dejado el listón muy alto en lo musical, este nuevo año ha arrancado con la confirmación de un gran proyecto, Montefurado, gracias a un fantástico álbum de debut: Heavy Heads. Realmente no deberíamos hablar de sorpresa puesto que su primer single –«Forest/ Nuevo entorno» (grabado por Jorge Explosión en su estudio, Circo Perrotti, y editado por Casbah en 2023)– ya nos había dejado una muy buena sensación.

Pero lo cierto es que las expectativas se dispararon en las últimas semanas del pasado año con la llegada de los adelantos del mencionado Heavy Heads: «Lost Forever» y «Game Of Mirrors», dos canciones que siguen la brillante estela de Peralta –no en vano Marcos Montoto milita en las dos formaciones–, con una deliciosa mezcla de country rock, folk y psicodelia.

Montoto y Manfred —bajista y socio fundador en esta aventura— han tenido que echar mano de Guzmán Gancedo y Pablo Piedra, ambos de los recomendables Joel Jefferson Stalin y con un gran bagaje de combos asturianos con mucho pedigrí. Se trataba de completar la formación de Montefurado tras ciertas idas y venidas que se produjeron tras la grabación del single primero e incluso después de completar el álbum. Heavy Heads ha sido grabado en los estudios GuitarTown del gran Hendrik Rover, que ha ejercido de productor.

Atención al artwork de Héctor Ossobukko, que encaja con la mística de esa naturaleza bruta que parece sobrevolar estas primeras canciones de la banda y que también está inspirado en una foto que tomó el propio Montoto en Bres, donde nació el pintor y escultor Pepe Legazpi, padre de Manfred.

A los que conocemos y amamos a Peralta no nos sorprende este sonido, parece casi un spin off. Espero que te lo tomes como un piropo.

Gracias. Estoy muy orgulloso de todo lo que hemos hecho con Peralta. No es algo premeditado sino que es como me sale y ahí están mi estilo e influencias para bien o para mal. Como dijo Juancho: «este es el disco más Montoto que has hecho» y creo que tiene razón. Si en Peralta hay un buen porcentaje de material mío, aquí es prácticamente todo

Quizá una de las mayores diferencias sea ese indisimulable ramalazo a los primerísimos discos de Neil Young… Basta con escuchar el arranque del álbum, “Fool’s Moon”.

Hombre, Neil Young es una influencia muy importante para mí y se nota especialmente en el aire y el peso que llevan esos medios tiempos como el que abre el disco. Aunque creo que hay mucha variedad de registros y yo mismo me he visto sorprendido por cómo han resultado muchas de las canciones.

¿Esto no cabía en Peralta o es parte del universo que compartes con Manfred?

Con Manfred tengo una gran afinidad y complicidad en lo musical y en lo personal así que era la persona idónea cuando me planteé hacer un proyecto más personal.

¿El baile de miembros desde vuestra formación ha afectado mucho al sonido de Montefurado?

Quizás pero sólo en parte. Por un lado me parece muy interesante dejar que funcione la química natural o energía que surge de la interacción de varios músicos. Trato de plasmar la visión y el sonido que tengo en la cabeza, pero a la vez intento llevar parte del proceso creativo al local de ensayo para lanzar ideas, como el que lanza pelotas y que los otros hagan juego. Eso puede funcionar o no, y la verdad es que no sé hasta qué punto los cambios de personal han afectado al sonido de una banda con tan poco recorrido como ésta, porque el núcleo de Manfred, Wilon y yo, y se mantuvo hasta que el disco estuvo terminado. Los que han ido cambiando son los que precisamente no llegaban a integrarse o estar cómodos. En cualquier caso la primera grabación con Jorge Explosión (de la que salió el single “Forest”/“Nuevo entorno” ) captura un momento determinado de una formación poco consolidada. Sin embargo, la grabación con Hendrik en Guitar Town ya muestra un repertorio más cocinado y una banda más empastada.

¿Quiénes son ahora Montefurado?

Manfred es el bajista y con el que empecé. Tengo una gran complicidad en lo musical y mucha afinidad a nivel humano. Era la persona idónea cuando me planteé hacer un proyecto más mío. Además están ahora Guzmán Gancedo y Pablo Piedra, ambos de los recomendables Joel Jefferson Stalin y con un gran bagaje de combos asturianos con mucho pedigrí. Han completado la banda después de completar la formación de Montefurado tras ciertas idas y venidas que se produjeron tras la grabación del single primero e incluso después de completar el álbum.

Volviendo al single: habiendo grabado con Jorge, ¿por qué el cambio de estudio para el álbum? ¿Fue un tema de agenda u otro tipo de preferencia?

Jorge hizo con el single un trabajo de producción cuidadísimo y curradísimo. Sacó lo mejor de una banda que aun estaba poco empastada y definida. La circunstancia de cara al LP era muy diferente: por un lado estábamos muy engrasados de haber estado funcionando en directo como trío y, por otro lado, había cierto desgaste e impaciencia tras una temporada con mucho baile de miembros en la banda, así que era más necesario coger todo el repertorio y grabarlo de forma rápida y eficaz que hacer un trabajo de estudio muy elaborado. De hecho, nada más acabar el disco, Wilon, el batería, dejó la banda. Además hacía tiempo que tenía ganas de grabar con Hendrik, había hecho alguna colaboración para otras bandas previamente en su estudio y creo que tenemos bastante afinidad. Por lo que sabía de su forma de trabajar parecía ser la opción más idónea y así resultó.

¿Llegaste con las cosas muy claras al estudio? ¿Estaban las canciones muy cerradas?

Sí, al menos en lo esencial: estructuras y demás. La mayoría de los temas estaban claros. Hubo alguna canción que no habíamos tocado nunca en directo –como la instrumental “Spaghetti Dream”, “Around The Bend” o “Drifters”– y la duración de la parte instrumental al final de “Koonaklaster” fue decidida un poco sobre la marcha, pero en general estaba todo bien claro y amarrado.

¿Qué ha aportado Hendrik al disco?

Para empezar metió una guitarra impresionante en “Cold Rain And Snow”, como no podía ser de otra manera. Pero principalmente nos ha permitido tocar de la forma más natural y parecida a estar en un concierto o un local de ensayo. El mismo describe su método de trabajo como «Hacer una fotografía lo más fiel posible a lo que hay» y eso tiene la ventaja de que permite aflorar y captar la energía natural que tiene el grupo al tocar de forma espontánea. Además, la sala suena de puta madre y él transmite mucha tranquilidad, y eso te hace estar cómodo y centrarte en la ejecución.

¿Os llevó mucho tiempo?

Grabamos las bases de 15 temas en dos días, tocando en directo y del tirón.

Permíteme que como fan te pregunte: ¿En qué estado se encuentra Peralta?

Ahora mismo estamos parados, no es que nos hayamos disuelto ni nada pero desde el concierto en el Huercasa en 2022 no hemos hecho nada.

No sé si se trataba de que Peralta era un proyecto sin demasiada continuidad. Supongo que por la hiperactividad de algunos de sus miembros (Juancho y Pibli principalmente, intuyo) y por otra serie de proyectos personales. ¿Responde Montefurado a tu necesidad de tener algo que te permita tocar con más frecuencia?

No, para nada. En todo caso Montefurado lo siento más como un proyecto en el que puedo marcar yo la pauta independientemente de que haya más o menos bolos. De hecho, suelo ser yo el que tiene más problemas para tocar por culpa de mi trabajo a turnos. Peralta es más un esfuerzo colaborativo en el que hay que encontrar puntos en común a nivel creativo para adaptar nuestras distintas sensibilidades o motivaciones. Cuando ha habido rachas de ensayar, y nos juntábamos para componer, la cosa fluía con mucha facilidad. Pero el haber estado mucho tiempo esparcidos en provincias diferentes, sin ensayar y liados en distintos proyectos, hace difícil salir del estancamiento. Con Montefurado, al ser un proyecto más personal tengo más libertad para componer a mi manera y ensayar a mi ritmo. Todo empezó a raíz de una idea recurrente que me solía venir cuando andaba de pateo por el monte: al estar entre los árboles se me venía a la cabeza la imagen de una Gibson 335 color rojo como la de Dick Taylor de los Pretty Things y era una idea agradable. Automáticamente pensaba en que me molaría hacer un proyecto para tocar con Manfred. Pensarás que estoy como una cabra pero es verdad. Al final conseguí una 335 roja y monté la banda con Manfred (risas).

Y ya puestos, vamos al pasado… A tí te conocimos con proyectos más cañeros como los Cannonballs o los McCoyson. ¿Qué queda ahora de aquel Montoto y qué había entonces del Montoto actual?

En esencia creo que soy el mismo en cuanto a estilo y gustos. Mis primeras influencias, de niño, fueron los Beatles y Angus Young y a día de hoy casi todo lo que escucho y me gusta remite a eso de una u otra manera. Cierta sensibilidad melódica y la visceralidad y cadencia rítmica del blues. Me llegan una cosa o la otra y si son las dos juntas como en el caso de Moby Grape, mejor aún. Es cierto que estuve un tiempo metido en proyectos que explotaban la faceta más cruda pero también hice bastantes colaboraciones en discos de otros estilos. A través de Jorge Explosión colaboré en discos que me obligaron a estirarme y ampliar un poco la paleta de colores y eso, para alguien que como yo tiene cero disciplina para estudiar el instrumento, es el mejor aprendizaje posible. Recuerdo con especial cariño los dos discos de Micky y el de un chaval inglés súper talentoso, Félix Holt.

¿Cómo viviste esa escena asturiana que fraguó a mediados de los 90 y que tuvo una explosión en torno a aquello del Xixón Sound?

Conocía a algunas de aquellas bandas aunque la única relación directa que tuve fue tocar con Ronny de Kactus Jack en McCoyson o con Mar Álvarez en su época de Undershakers por la conexión con los Mockingbyrds. En aquella época yo estaba obsesionado con el garaje, el rhythm’n’blues y la psicodelia sesentera y, como la escena del «Xixón sound» tiraba más por el indie, grunge y lo moderno en general, yo andaba más pendiente de lo que hacían o escuchaban la gente de Dr. Explosión, Luis Mayo de Screamin’ Pijas, Ernesto de los Buges. O de la música que se ponía en bares como La Caverna o el Channel de Oviedo. En Gijón paraba más por La Folixa o El Loco, aunque también iba a La Plaza a darle la brasa a Nacho Alvarez de Manta Ray para que me pusiera a MC5 o Sex Museum (risas).

¿Cómo la ves con la perspectiva del tiempo, se exageró un poco por culpa de la repercusión del “Chup Chup”?

No sé si se exageró, pero desde luego que tuvo repercusión y eso fue bueno, ya que benefició a muchas bandas y músicos asturianos al darles visibilidad a nivel nacional. Obviamente no todos los músicos tenían el mismo talento o se lo curraron igual. En cualquier caso Australian Blonde eran una buena banda y recuerdo que tenían temazos. Los conocía desde sus inicios cuando empezaron como «Luces de ciudad» y «La Posada de Morgan» y ensayaban en el gimnasio del colegio y Fran siempre me pareció un compositor y músico vocacional, genuino. De todos modos, como te digo, mis gustos iban por otros derroteros y nunca estuve demasiado pendiente.

¿Cómo era la relación entre los más pop y los más rockeros y los garajeros?

Creo que era muy bueno, más allá de estilos musicales. La gente se conocía y coincidía en los bares y en los conciertos, tanto de grupos locales como de bandas de fuera. Había muchísimos conciertos, se salía mucho y había muchos bares en los que se cuidaba la música como algo importante. A propósito de esa camaradería o colaboración, en el libro de Javi Pedraces recientemente publicado sobre la historia de los Mockingbyrds –y el disco que grabamos en Londres–, se narra una anécdota que lo ilustra muy bien: cuando, volviendo de gira en furgoneta Los Mockingbyrds y las Undershakers, tuvieron un accidente en el que destrozaron todo el equipo, un montón de bandas asturianas de diferentes estilos se prestaron a tocar en un festival organizado para recaudar pasta y ayudarlos.

Texto: J.F. León

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