Que el de Tennessee es uno de los tesoros del rock norteamericano contemporáneo, lo sabemos todos. Como mínimo, todos los que lo seguimos, compramos sus discos y esperamos con ansia sus visitas por estos lares. Quizás no seamos muchos, por lo menos en la capital catalana, pero sabemos apreciar el talento de un tipo íntegro, honrado, que escribe canciones de las que es fácil enamorarse, sumado a un firme compromiso con las causas sociales y en favor de las clases más perjudicadas. En la entrevista que un servidor le hizo antes de esta gira, y que podéis leer en esta misma web, lo dejó claro, esa postura le ha cerrado puertas, pero para él es más importante tener la conciencia tranquila y dormir bien por las noches.
Will lleva la antorcha de tipos como Tom Petty, John Mellencamp o Bruce Springsteen, por cierto, sé que es baladí y tópico, pero… ¿Dónde estaban ayer noche todos esos que llenarían treinta y dos estadios olímpicos en pocas horas para ver al Boss? Solo que una pequeña parte de ellos hubiera pisado Upload, habrían podido tener delante de sus narices al mejor relevo posible. En fin, dejémonos de disquisiciones pueriles y vayamos al grano.
Soberbia lección la que ofrecieron ayer Hoge y su banda sobre el escenario de la sala del Poble Espanyol. Se subió a las tablas, en solitario, guitarra acústica en mano, para cantar «I’d be Lying», y en el ambiente ya flotaba la emoción de las grandes ocasiones. Así fue, dominando el tempo del concierto de forma magistral, alternando los temas más rocanroleros con los medios tiempos y las baladas, cambiando el set list según le pedía el cuerpo, explicando anécdotas e historias para introducir los temas, jugando con los silencios y los arranques eléctricos, respaldado por una banda impecable, manejándose igual de bien en la tormenta que en la calma.
El concierto subió de temperatura de forma gradual, cocinándose a fuego lento, con un público cada vez más implicado y metido en faena, imposible permanecer impasible ante perlas como «Even The River Runs Out Of This Town», «It’s Just You» y sus primeros versos, “te quedaste mi corazón, robaste mi guitarra eléctrica, vendiste todos mis discos, The Beatles, The Stones y The Band, puedes coger toda mi pasta, incluso las monedas de mis sucios jeans, pero contigo a mi lado, sé que soy un hombre rico», «Better Off Now» y su irresistible estribillo, la desbordante energía de «Pocket Full Of Change» o «Bad Old Days» contrastando con la sensibilidad de los momentos más tranquilos.
A partir de «Even If It Breaks Your Heart» ya no hubo vuelta atrás, los músicos resoplando y la audiencia engorilada, dándolo todo en himnos de puño en alto y cerveza en mano, «Midway Motel», y en un bis, iniciado con la emoción a flor de piel, en una sentida interpretación, voz y piano, de «Lover Tonight», «Middle Of America», que sonó como una estampida de búfalos, una rabiosa «Still a Southern Man», y un recuerdo a Dan Baird, que colaboró con él en sus inicios, con un acelerado «I Still Got It», rock & roll de puta cepa, que podría pasar por un descarte del repertorio de los añorados Georgia Satellites.
Ahora mismo, en el momento de redactar estas líneas, la euforia de comprobar que el rock, tan menospreciado en la actualidad y que tanto significa para muchos de nosotros, es todavía capaz de ofrecernos tanto es reconfortante. Y el subidón es tal que, si pudiera, no dudaría en meter algo de ropa en una bolsa y salir corriendo a Valencia para estar en los dos conciertos que va a ofrecer en el Loco Club hoy y mañana. La felicidad de vivir momentos así, hace que todo lo que hemos dedicado a nuestra pasión por el rock cobre sentido. Tres acordes y la verdad.
Manel Celeiro
Fotos: Sergi Fornols