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Jack White – Le Trianon (Paris)

 

Los pasajes del cementerio de Montmartre, así como sus inquilinos, trasmiten una paz que contrastaba con el movimiento y las colas para acceder a la sala La Cigale y al teatro Le Trianon, ambos ubicados en el distrito XVIII de París, y a pocos minutos andando del camposanto, El motivo, no era otro que la elección de dichos emplazamientos por Jack White, para la residencia parisina de tres días del “No Name Tour 2025”, del total de los nueve shows en ciudades europeas perfectamente seleccionadas.

 

Así mismo, todos sabemos el gusto y detalle con el que el de Detroit cuida su producto, y por supuesto la visión de negocio que tiene del mismo, por lo que no faltó un pop-up store a la francesa de su tienda Third Man Records, con una localización estratégica, y a pocos metros de sus shows. Un pequeño espacio, que congregó durante los tres días, importantes colas para su acceso, (servidor las comprobó en primera persona), ofreciendo una selección de material exclusivo, así como la amplia gama de pedales para guitarra personalizados, y que se podían probar allí mismo.

No me cabe la menor dudad, que Jack White se entregó en su totalidad en los tres shows programados, en la ciudad de la luz, pero en el que pudimos vivir el sábado, se le notó de inicio, con un plus de motivación especial, ya que ese día era el aniversario de su mujer, Olivia Jean, por lo que se le intuyó un aura diferente hacia nosotros, generando una energía electrizante en el ambiente por todas las partes implicadas.

 

En un concepto muy básico de entender, el desarrollo de la música que sonó sobre el escenario, y con el fin de retroalimentarse entre ellos, la ubicación de los músicos en forma de semicírculo alrededor de White, arrancó desde el concepto Jam, donde la imperfección es lo que se buscó. Todo fluyó sin un solo segundo de silencio. “No Name (2024)” es el que motivó la puesta en marcha, despachando “Old Scratch Blues” y “That’s How I’m Feeling” como inicio, junto a “Dead Leaves and The Dirty Ground”, la primera de las abundantes visitas al catálogo de The White Stripes, esa tripleta inicial está separada por catorce años entre ellas, pero parecieron sacadas de las mismas sesiones.

Sobre la manera de llevar hacia la excelencia el concepto básico al que hacíamos referencia anteriormente, éste se vio fortalecido a medida que avanzaba el concierto, donde la banda, firme en sus posiciones, esperó la gestión de su jefe, que, aplicando la distorsión a sus guitarras según la selección musical escogida, y su habitual hiperactividad, los llevó a dar el máximo. Dentro de la búsqueda de mutación el setlist, no dudó en mover ficha hacia terrenos poco habituales, personalizados para el artista y específicos para el fan más exigente, pudimos disfrutar de “What’s Done Is Done” y “Why Walk a Dog?”, ambas escondidas en ese trabajo de pirueta artística, y que generó en su momento de forma globalizada la opinión de que él también tenía el derecho a errar, pero bendito error ya que hablamos de “Boarding House Ranch (2018)”. Servidor lo adora por su riesgo, y mirándolo con perspectiva vemos que con el tiempo ha ganado, así que sirva esto, para recomendar al lector la revisión del mismo.

Por supuesto, siempre hay un espacio para intercalar influencias, ya sea en modo “reprise” de temas, o en las partes intermedias, en esta ocasión pudimos disfrutar de lo bien que encajó “The Passenger” de Iggy Pop con “Black Math” o “Outlaw Blues” de Bob Dylan en “Cannon”, ambas del dúo rojiblanco. Pero si hay algo que acaba de hacer especial a un show, es ofrecer un buen bis, y en esta ocasión, podríamos considerar que éste fue como un show versión 2.0, y que podía haber durado hasta el infinito, generoso en duración y que incluyó un recuerdo a The Raconteurs, un “Fell in Love With a Girl” en modo Punk, y a una amplia selección de “Elephant (2003)”, rematado por supuesto con “Seven Nation Army”, en una suerte de versión que mutó de los pantanos de Louisiana a las gradas de la Premier League, y donde Jack White se permitió el lujo de dejarse caer sobre el público para su personal baño de masas final.

Analizando a posterior todo lo vivido durante la jornada del evento, y si valoramos que apenas algo más de tres millares y medio de personas fueron los que pasaron por caja, pagando los 62€ de cada ticket, el ingreso por los shows se estima en 210.000€en lo que respecta a música en directo. Esta cantidad se me antoja anecdótica, o como un simple complemento a las ganancias totales obtenidas en cuanto a merchandising adquirido por cada persona (entre las que me incluyo) en el Pop-Up Store o en el show ¿Sitúa esto al de Detroit en un buen gestor de su catálogo y producto? Por supuesto que sí.

Texto: Oscar Fernández Sánchez

Fotos: Sonia Eireos Gallarin

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