Encuentros

Shego, «nuestro alegato es existir sin sufrir demasiado las consecuencias»

 

 

Maite Gallardo, Raquel Cerro y Charlotte Augusteijn se han convertido en uno de los tríos más fresco, acelerado, irreverente y con retranca de los últimos tiempos. Lo mismo le cantan a las remontadas anímicas después de una mala racha, que se vuelven contra quienes las miran en el metro por vestir como lo hacen. Y lo llevan a cabo con un lenguaje tan propio y natural, como inherente a la juventud que profesan, con un sonido que nos recuerda al rock alternativo de los noventa, pero que han traducido a la vanguardia más callejera y sincrónica.
A punto de lanzar al mundo su segundo álbum, No Lo Volveré A Hacer (Ernie Records / Altafonte, 2025), grabado en La Mina con Raúl Pérez y producido por ellas mismas en colaboración con Asha Lorenz (de la banda británica Sorry), hablamos con ellas porque, aunque en su sonido, sus letras y su actitud ya va implícita su declaración de intenciones, siempre tienen algo más que decir.

Siempre se ha dicho que el segundo disco de un grupo es complicado, por decisivo: o se asienta el grupo o se cuestiona su futuro. ¿Cómo os enfrentáis a él?

Sabemos que a la gente le va a gustar, la respuesta ha sido la hostia hasta ahora. No tenemos miedo al éxito, siempre hemos estado preparadas para ello (risas). No sabíamos que el segundo disco te consagra, ponerse esas metas es limitarse, nosotras lo estamos gozando.

Haciendo referencia al título, ¿qué es lo que vosotras no volveríais a hacer? No volveríamos a decir que no volveremos a hacer algo. Nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre.

¿Es cierto que vuestro origen y la forma en que se crea el grupo fue a través de Instagram?

No empezó por Instagram, Raquel y yo nos conocimos por Instagram pero el grupo surgió años después. Es verdad que, en cuarentena, al empezar, hicimos mucho directo en redes y eso nos mantenía un poco activas.

¿Qué supuso para vosotras y vuestra carrera ser nombradas “Artistas radar” por Spotify el año pasado?

Un planazo. Imagínate, es como ganar una medalla de algún tipo, te hace sentir especial un tiempo. Igual ahora que se acaba ya no lo somos (risas). Fue alucinante, estábamos muy emocionadas, nos han apoyado mucho y eso es una suerte.

¿Cómo veis el panorama musical de hoy? Hay sitio para tres tías haciendo rock y punk, ¿verdad?

El panorama está muy vivo. De alguna forma yo siento que ocurren dos cosas, que hay unas propuestas muy buenas y, a la vez, que está un poco viciado. Mucha compulsividad en el consumo y miles de artistas queriendo que su proyecto sea innovador y hacer Wizinks. Ahora todos podemos ser estrellas y eso implica que ninguno lo sea en realidad. Es muy interesante que haya tantas propuestas, pero es abrumador a la vez, ¿qué escuchas?

¿Os está costando sobresalir y haceros escuchar en esta escena predominantemente masculina u os habéis encontrado un camino sencillo en este sentido?

Nosotras solo tenemos nuestra experiencia. En estos años, muchos colegas de la industria nos han dicho lo atípico que es tener una carrera fructífera tan pronto. Nuestro objetivo no era vivir de la música porque no creíamos siquiera que esa posibilidad existiera, supongo que por falta de referentes también.

Siempre hay machismos, pero no podemos dejar que eso lo empañe todo, es agotador. Nos va de la hostia, nos da igual.

Afortunadamente, estamos asistiendo a la proliferación o asentamiento de bandas femeninas de unos años a esta parte: Bala, Ginebras, Las Odio, Repion, vosotras… ¿qué lectura se puede hacer de este hecho, a nivel social, generacional, artístico y en cuestiones de género? 

Pues que somos las mejores. Para teoría de género habrá que ponerse a leer, nosotras somos artistas.

Tiráis mucho de nostalgia noventera en vuestro sonido, ¿miráis al pasado y lo rescatáis porque el presente no convence?

Nosotras tomamos referencia de la actualidad y del pasado, al final nacimos a finales de los noventa y en nuestra infancia hay un resquicio de esta década, quieras que no, nos influye. De todas formas son detalles e ideas, no se puede vivir en otra era, lo que está pasando ahora mismo es súper interesante y nos inspira de la misma forma.

Jugáis con la provocación en vuestras letras y en vuestra actitud, ¿qué efecto buscáis conseguir en los oyentes/receptores? ¿Es liberador para vosotras?

No hay una intención de impactar, es nuestro lenguaje y se nos hace natural, nos funciona este código. Creo que nuestro lenguaje es provocador porque no lo está diciendo un hombre, pero no hay ninguna vanguardia en el sarcasmo.

Diversión y desenfreno en temas como “La fiesta”, toxicidades y otros males en “Aunque duela”, ¿en saber tratar y enfrentarse a la dualidad emocional está el éxito personal?

Sí y sí. Como dijo Gwyneth Paltrow: la vida es encontrar el equilibrio entre el tofu y los cigarrillos.

¿Cuál es el alegato de shego? Aunque creo que en “arghHhh” y “Curso avanzado de perra” lo dejáis bastante claro…

Existir sin sufrir demasiado las consecuencias. Que la experiencia humana sea más disfrutable que otra cosa, que, a veces, entre la propia mente y como está el panorama social, parece una utopía.

Por cierto, ¿shego, qué significa? ¿Por qué ese nombre?

Es una marca sueca de portaminas. Tuvimos uno dando vueltas por casa que no sabíamos de dónde había salido. Fue aleatorio, nos hizo gracia.

Texto: Sara Morales

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda