El pasado mes de noviembre se editaba el tercer disco de Peter Perret en solitario: The Cleansing. El que fuera líder de los míticos The Only Ones nos visita la semana que viene en un fantástico estado de forma tanto compositivo como en directo.
Es probable que para el gran público The Only Ones sólo fueran una anotación a pie de página en un supuesto tratado sobre el punk británico, pese a la innegable calidad de sus tres trabajos. Un poco como The Adverts, prácticamente paradigmas del one hit wonder: «Gary Gilmore’s Eyes» para los de TV Smith y «Another Girl, Another Planet» para los de Peter Perrett. Supongo que influyó el que sus álbumes de debut llegaran demasiado tarde, en 1978, muy poco antes del asesinato de Nancy Spungen.
A esas horas no es que ya estuviera casi todo el pescado vendido, sino que el punk había pasado a ser algo maldito –con el que ya casi no se atrevían ni a bromear los tabloides más abyectos– y sólo algunas bandas pudieron saltar al power pop, new wave o revival mod. Desgraciadamente no fueron pocas las que quedaron totalmente fuera de juego. Fue el caso de la banda de Peter Perrett, que en realidad nunca me han sonado a punk londinense y siempre he pensado que hubieran encajado muchísimo mejor en el CBGB de finales de los setenta y probablemente habrían gozado de alguna oportunidad más. Disquisiciones aparte, en realidad poco habría importado, porque las adicciones fulminaron demasiadas vidas –y también bandas– de aquella época.
En cualquier caso estamos aquí para hablar de Peter Perrett, que en 2017 se sacó de la chistera How The West Was Won, un magnífico primer trabajo en solitario que la industria no esperaba y que fue disco del año para los redactores de Ruta 66; algo que, por cierto, me agradeció especialmente cuando terminamos nuestra jugosa charla. Pero permitidme rebobinar de nuevo a 2017, porque sus fans ya sabían que el viejo zorro londinense estaba en forma; mucho mejor que en la reunión de los Only Ones unos años antes. Así lo demostró en un creciente número de conciertos e incluso fuimos testigos de su resurrección en 2014, cuando pasó por el Felipop, donde ya interpretó algunas de las canciones que posteriormente figurarían en su mencionado debut. Habiendo esquivado al implacable darwinismo, con Humanworld (2019) demostró que su predecesor no fue precisamente un golpe de suerte.
Y, finalmente, nos acaba de llegar The Cleansing, el broche de oro para algo que hasta el momento es una trilogía en la carrera en solitario de este poeta de verbo brillante y afilada mente. La espera fue larga y la incertidumbre enorme, pero el dicharachero Peter nos explicó el porqué de muchas cosas y nos dejó con ganas de más pese a la sensación de fragilidad que transmitía.
No siempre pregunto acerca de las letras, pero contigo me resulta imposible pasarlas por alto. Me he quedado un poco descolocado –puede que incluso preocupado– con el arranque del álbum, «I Want To Go With Dignity». No sé si es una metáfora, pero evidentemente suena a despedida. No sé si nos estás diciendo que estás preparado para irte, pero tampoco nos dices de dónde.
No, no es una despedida. Pero tampoco es una metáfora: trata sobre la depresión, el suicidio y la eutanasia. La letra está inspirada en alguien que conocí un año antes y que se arrojó al tren. Era un periodista musical que me entrevistó por mi primer disco y me dejó estupefacto su nota de suicidio, porque dijo que tenía que suicidarse pero que lamentaba fastidarle las fiestas al conductor y a los pasajeros del tren. Era el 23 de diciembre de 2018, y por un lado me chocaba que se preocupara por los demás estando en una situación así, tan extrema que le impedía esperar unos cuantos días a que pasaran esas fechas. Quise rendirle tributo, pero con algo de ironía y también intentando hacer entender a la gente que nadie merece sufrir un dolor extremo en sus últimos años de vida. O arruinar la de tus familiares por una demencia o un coma irreversible. La muerte es inevitable y creo que hay que irse de la mejor forma posible.
Veo que llevas una estrella roja en la gorra. Ahora pienso que quizá no fuera una broma eso de “podría matar a un espía de Franco con mis propias manos” en «Kill A Franco Spy» (risas).
No escondo mis preferencias políticas. Es obvio que no me corto al respecto. Pero, no… (risas)
¿Y cómo surgió la canción?
Me vino a la mente el estribillo: “I’ve been trying to crawl towards you on my last legs” y me gustó mucho. Poco después vi la película La dama de Shanghái, de Orson Welles y su personaje habla con admiración de alguien que mató a un espía de Franco con sus propias manos. Pero lo que me convenció para incorporarlo a la canción fue ver en la última escena de la película a Rita Hayworth arrastrándose en sus rodillas hacia Welles después de recibir un disparo y diciendo “Dale mi amor al amanecer”. Eso me pareció muy romántico y lo incorporé a la canción.
Pero también hablas de una amnistía…
Sí, la que tuvisteis en 1977. Que me produjo una enorme controversia, porque por un lado se liberó a muchos presos políticos, pero por otro se perdonó a torturadores y a mucha gente malvada. Y hay miles de familias que no saben dónde están enterrados sus familiares, de manera que no pueden cerrar su duelo. Me parece terrible y muy contradictorio, pero este mundo es muy complicado.
Lo que ocurre es que casi siempre te las arreglas para introducir algo humorístico, incluso sarcástico, como en «My Secret Taliban Wife». Porque no creo que sea verdad, ¿no?
Sí, obviamente es humorístico (risas). De hecho, la frase no es mía: una chica iraní que conozco y es monologuista. Escapó de Irán por el maltrato de su régimen hacia las mujeres. Entonces alguien le dijo en redes sociales que se volviera a su país, llamándola “jodida Barbie talibán” y ella decidió aprovecharlo a su favor y se autodenominó como el título de esta canción.
También hablas con humor del confinamiento y la soledad. Supongo que a la pandemia le debemos que hayas tardado tanto en lanzar este tercer disco y probablemente también que sea doble. ¿Te aburrías y empezaste a componer a lo loco?
No lo sé. Nunca analizo si estoy escribiendo más o menos canciones. Lo que pasó es que si no hubiera contraído COVID, habría grabado el álbum en noviembre de 2021 y probablemente habría sido un álbum sencillo. Pero como me enfermé y me rompí la cadera, no pude entrar al estudio hasta julio de 2022, y durante ese tiempo escribí más canciones. Ahora que caigo, me hospitalizaron el 1 de noviembre de 2021 y el disco se edita el 1 de noviembre de 2024. Curiosa coincidencia (risas). Ahora me río, pero estuve con muletas y tuve que volver a aprender a andar.
Claro, cambió tus planes.
Obviamente tuve que cancelar el estudio, pero implicó muchas más cosas, porque entendí que las letras eran lo principal y me puse a grabar la voz acompañada por mi guitarra y después la base rítmica tuvo que acoplarse a lo que yo había registrado. ¡Justo al contrario de lo habitual! (risas)
No sé si eso también ha provocado la cantidad de colaboraciones de lujo que hay en el disco: Bobby Gillespie, Johnny Marr, Carlos O’Connell de Fountains D.C.
Lo de Carlos fue flipante, porque me lo encontré por la calle y me dijo que estaba viviendo en la zona, ¡a tres calles de mi casa! Le encantó el título de «Kill A Franco Spy» y me pidió que se la pusiera y se la explicase. Al final acabó metido en el disco, grabando guitarras y teclados, arreglando algunas de las canciones. Con lo que mi hijo Jamie, el productor, tuvo que deconstruir algunas canciones dejando sólo mi voz. Al final no pude descartar ninguna canción, porque me encantaban todas. Y en cierto modo condicionó el tono del álbum que en principio iba a ser sencillo y más guitarrero; sin embargo incluso hay sintetizadores y cajas de ritmos (risas).
¿Y el resto de invitados cómo aparecieron?
Odio cuando te intentan meter a gente famosa para vender más. ¡Es una jodida trampa! Pero esto fue muy natural, porque Jamie invitó a otros amigos que vivían cerca, como Bobby Gillespie, que literalmente vive a la vuelta de la esquina. Finalmente, yo llamé a Johnny Marr. Vive en Manchester y no podía venir, pero con la tecnología moderna es muy fácil enviar una pista a alguien y recibirla de vuelta con tres guitarras perfectas. ¡Fue genial!
Me llama la atención que con lo buen conversador que eres tus redes sociales sean tan sosas. Supongo que te las lleva alguien.
Sí, es cosa de la compañía. No me gustan las redes sociales.
Pero, ¿lo has intentado?
En 2011, mi esposa me abrió una cuenta de Facebook, pero ahí hay mucha rabia, odio. Las sociedades occidentales están divididas, y especialmente en Estados Unidos, la gente se grita sin escuchar al otro. De hecho también hay una canción que habla de esto.
Si crees que en Facebook hay odio, te sugiero que no pases por Twiter [me niego a llamarlo X, N. del A.], es cien veces peor (risas).
Lo sé. Hace mucho tiempo abrí una cuenta en Twitter sólo para pedirle a un jugador del Tottenham que no se fuera del equipo. Pero dejé de usarla porque vi que era terrible. Entonces, la discográfica ha limpiado mi cuenta y borrado mis viejos tuits de cabreo (risas).
Siempre se dice que hay que evitar trabajar con tu pareja para ni arruinar tu relación. Pero, ¿cómo es trabajar con tus hijos?
Es todo para mí. Sin su cariño y apoyo, probablemente no habría tomado la música en serio otra vez. Fueron ellos quienes me animaron a tocar nuevamente y me animaron a subir al escenario con ellos como invitado. Toqué algunas canciones viejas y a la gente le gustó. Me animaron a retomar mi carrera, empecé a hacer conciertos completos acompañado por ellos y vine al Felipop, creo que en 2014.
Y al final acabaste componiendo de nuevo… Pero a mí me daría miedo estropear la relación padre – hijo, porque en la banda tú eres el jefe.
Bueno, es cierto que trabajar con la familia puede generar fricción. Pero a veces trato de imponer mi autoridad y discuto con Jamie, que es el productor. No siempre le hago caso y quiero probar cosas que él dice que serán una pérdida de tiempo, y generalmente termino dándole la razón (risas). Aunque ocasionalmente, mis ideas locas dan resultado (risas).
Pero es que además giras con él y con Peter Jr. y en la carretera se hacen muchas tonterías, sobre todo cuando eres joven. ¿Qué te voy a decir a ti?
Afortunadamente, ellos aprendieron de todo lo que me vieron hacer a mí. Supongo que los traumaticé por haberles provocado una infancia disfuncional, pero eso los hizo precavidos respecto a ese estilo de vida. Experimentaron un poco cuando eran muy jóvenes, pero rápidamente lo dejaron. Lo mejor que salió de mis errores es que aprendieron de ellos. Yo sólo pude hacerlo de manera retrospectiva.
Siempre he pensado que los Only Ones parecíais más americanos que ingleses. Aunque erais parte de esa escena punk, tus canciones parecían más reflexivas y con menos rabia.
Entiendo lo que quieres decir y creo que se debe a que mis compañeros eran buenos músicos. Las bandas estadounidenses en ese momento tendían a ser mayores y más experimentadas que las británicas, y se expresaban musicalmente de forma más completa que los punks ingleses que eran tres o cuatro años más jóvenes y habían empezado a tocar recientemente, así que les resultaba más fácil expresarse con rabia, de una manera más primaria. Pero tampoco te creas que yo no estaba enfadado, lo que pasa es que lo canalizaba de otro modo (risas).
Sí, quizá por eso yo os asocio más con la facción más arty del CBGB: Television, Talking Head, Richard Hell…
Malcolm McLaren trajo todo eso de Nueva York y yo empecé a ir muy pronto por la tienda que tenía con Vivienne Westwood, bastante antes de la explosión británica del punk y viví muy de cerca cómo se fue gestando. También conecté mucho con la música de Johnny Thunders.
Aunque con quien más te comparan últimamente es con Lou Reed. Imagino que estarás ya cansado de eso.
Yo entiendo la comparación. Lo que no me gustaría es acabar artísticamente como él, haciendo con Metallica un disco como Lulu. Aunque hay gente a la que le gusta, pero yo hubiera preferido que no fuera su último trabajo. Es un poco como lo de Stanley Kubrick y Eyes Wide Shut; hubiera sido mejor si no la hubiera hecho. Es lo que hablábamos antes de irse con dignidad, pero aplicado al arte, no sólo a la saud (risas).
En cualquier caso tú no habrías elegido a Metallica. ¿Te veo quizás más con Arctic Monkeys?
Mi banda favorita en este siglo es Fontaines D.C., aunque tampoco es que haya escuchado a muchas bandas actuales. Pero me gusta su sonido, sus canciones y que Grian esté orgulloso de su acento irlandés. También hace letras muy buenas. Pero yo no soy un buen colaborador: sólo sé ser yo mismo.
Pero en esa hipotética situación tendrían que ser ellos los que deberían adaptarse a ti y no al contrario.
Quizás. Pero no me veo.
Sin embargo sí colaboraste con Johnny Thunders.
Sí, pero era otro momento y otra situación. Yo sólo tenía que hacer los coros, tocar la rítmica y ¡divertirme! Estaba bien tomarme un descanso de no estar al frente y lo pasaba muy bien a su lado. Tenía mucho talento y era capaz de decir muchas cosas con muy pocas notas, a veces simplemente haciendo bending. Era todo emoción, aunque no lo valoré en su justa medida en ese momento.
Por un momento he intentado imaginarte colaborando con Oasis, pero no te veo. ¿Qué piensas acerca de lo que se ha montado con su retorno?
La verdad es que no sé qué pensar, casi ni qué decir. Supongo que me parece irrelevante. Mi hijo Peter era un gran fan cuando tenía 15 años, pero me tiene un poco descolocado todo este ataque de nostalgia. Supongo que es una especie de zona de confort, que te permite recordar un tiempo en el que parecía haber esperanza. Pero se ha desbocado la cosa, porque muchas de las bandas que regresan ya sólo tienen un miembro original, pero a los fans les da todavía un sentido de comunidad, les permite sentirse parte de una tribu.
Texto: JF León
Fotos: Steve Gullick