Encuentros

Los Chicos o la promesa de una eterna juventud rocanrolera

Foto: J.A. Areta Goñi (Juxe)

 

Los madrileños siguen paseando el más imprevisible y jocoso espectáculo rock’n’roll, recordándonos que esta música nació indómita, electrizante, eufórica, vitalista. En su nuevo elepé, Never Is Too Much (Cheersquad-Folc) pretenden dejar atrás la parranda y abrazar la realidad. ¿Lo habrán conseguido? Los entrevistamos en su ciudad para averiguarlo.

Alrededor de la mesa, los gemelos Urchaga (guitarras), Guille Casanova (bajo) y Rafa Suñen (cantante y letrista). No pudo asistir Ral (batería), pero llamó para declarar que “nuestro lenguaje es la música”. Risas generalizadas, claro. Han pasado veinticuatro años desde su debut, pero Los Chicos siguen siendo ante todo un grupo de amigos.

Han visto sus vinilos publicados por los sellos anglosajones más ceporros. Han llevado su efusiva BBQ-party por toda la península, Reino Unido y Australia, donde son venerados como un raro marsupial garage-rock. Y, como saben todos aquellos que han presenciado sus conciertos, son capaces de alegrarte la noche más oscura.

A continuación, la entrevista completa que sirvió de base al artículo publicado en Ruta66 #343.

Foto: Olivia LH

¿Cómo os conocisteis? Contadme los orígenes dispersos del grupo…

Gerardo: Teníamos amigos comunes, y fue a raíz de amigos comunes como Mario de Aerobitch y gente de ese entorno, en los bares y las calles de Malasaña. Fue a finales de los noventa…

Rafa: Yo iba a conciertos y les veía a ellos, porque eran dos personajes que la primera vez que los ves te quedas con ellos. Además estaban en todos los conciertos juntos siempre. Ahora han pasado muchos años y los distingues, porque son gemelos, pero te juro que en aquella época iban pegados, mirabas al escenario y veías las dos caras de los gemelos moviéndose al unísono. Yo los tenía fichados y un día, estaba discutiendo sobre si los Stooges o los MC5 con Mario Riviere, y ellos estaban al lado. Eran tiempos, a finales de los noventa, en los que en Malasaña se hablaba de música, y no digo que no siga siendo así. Era acojonante porque las conversaciones eran de música, era la hostia. Empezamos a hablar y en ese momento defendíamos a MC5 sobre los Stooges.

Antonio: En realidad era una discusión tan estúpida, porque éramos de los dos.

Gerardo: La música era lo que nos unía. Pero en aquella época estábamos con MC5 más que por Raw Power.

En realidad, la discusión suprema es entre Raw Power o Fun House. Yo soy de Fun House, aunque Raw Power

Rafa: Yo también de Fun House. Lo tengo clarísimo.

Gerardo: Yo digo Raw Power, quizás porque fue el primero que escuchamos. Pero al final los dos discos nos gustaban.

Rafa: Es una discusión que nos da para muchas furgonetas.

Antonio: Los lugares a que te lleva Fun House son muy oscuros. Y, aunque Raw Power suene más acelerado y punk, al final lo que hacían Sex Pistols era «No Fun».

Guille: Los ritmos de batería y el sonido de batería de Fun House son muy guapos, pero es que Raw Power tiene temazos.

Rafa: Bueno, y Fun House también, no voy a ser yo quien diga lo contrario. Es como escoger entre Kick Out the Jams o High Time de MC5…

Bueno, con Raw Power puedes ir hacia atrás y acabar en Little Richard. Con Fun House, no, resulta más futurista…

Rafa: Pero eso me parece una virtud, porque yo diría que Fun House es un género en si mismo. ¿Quien ha conseguido hacer algo en esa escuela que esté medianamente a la altura? Sin menospreciar para nada Raw Power, del que han salido discos buenísimos que me gustan tanto como Raw Power, pero del Fun House yo no sé quien ha conseguido levantar algo similar y que me pueda gustar tanto.

Guille: En los sesenta se sabía cómo grabar Fun House; Raw Power no sabían como grabarlo. No tenían el conocimiento de cómo grabar un disco tan cañero. Eso a mi me parece impresionante.

Foto: J.A. Areta Goñi (JUXE)

Podría decirse que los gemelos provienen del pub-rock y el blues, mientras que Rafa viene más del punk-rock… y el heavy.

Rafa: Sí, pero en el fondo somos iguales en ese sentido. Yo con los años, como bien sabes, escucho mogollón de cosas que están fuera de eso que comparto con los gemelos, pero el corazón de influencias musicales lo hemos tenido desde el principio. Cuando yo los conocí ya me flipaban Dr. Feelgood y, de hecho, lo que pasó esa noche es que primero tuvimos esa discusión de MC5 y Stooges, y los tres sin hablarlo estábamos con MC5. Luego nos despistamos por la noche y yo me fui por ahí y tal, estaba bolinga y me encontré a unos hippys tocando en la calle, les cogí la guitarra y me puse a tocar «Down by the River» de Neil Young. Eso, en Malasaña, era difícil; encontrarse a un tío que ha estado hablando de Stooges y MC5 y luego toca Neil Young. La gente con la que íbamos se reía de Neil Young…

Gerardo: Si eras punk-roquero, era lo normal…

Rafa: Eran gente que diez años después de esto que hablamos todavía se rieron de mi porque iba con un CD de Brian Wilson. Los gemelos pasaron por delante de mí y me escucharon cantando «Down by the River» y dijeron: “¿Pero qué está pasando aquí? Este chaval…”. Porque a ellos les flipa Neil Young. Entre estos extremos, entre los Stooges y «Down by the River», todo lo que hay entre medio, ya lo compartíamos con los gemelos. Fue culpa vuestra, los tres éramos lectores del Ruta…

Antonio: Es lo que nos lleva gustando toda la vida, desde que empezamos a escuchar música por nuestra cuenta, porque nuestro padre nos enseñó a la Creedence, pero luego ya fuimos aprendiendo nosotros. Y fue el blues y el punk, y evidentemente el pub-rock. Gustándote el blues, el punk, los primeros Enemigos, pues aprendimos, y es lo que llevamos toda la vida escuchando.

Puede sorprender que sois chicos con estudios, no gañanes del garage-punk. Los gemelos son ingenieros agrónomos, Rafa es fotógrafo y escribe, y Guille dibuja y hace posts muy certeros en Facebook.

Guille: Yo me relaciono con ellos mucho antes de tocar con Los Chicos, y una de las cosas que he notado es que la base que tenían yo no la tenía. Yo he ido aprendiendo de ellos mucho, he ido llenando huecos. Llevo unos diez años en el grupo, soy el becario.

Rafa: Eso que comentas, es así, pero sí que es verdad que es una cosa muy de Madrid la mezcla de un tipo como el Goma, un pavo que pasaba por el Rock Palace que es donde ensayábamos nosotros, con los gemelos, ingenieros, y Mario, un tío con sus licenciatura y sus movidas. Pero también había mucho macarra, y en Malasaña igual. En los ochenta ocurría un poco lo mismo, había muchos pijos de la movida mezclados con yonquis. Y en Madrid, en la escena punk…

Gerardo: ¡Nos juntábamos todos!

Antonio: Recuerdo en la época en que iba a casas okupas que uno me dijo: “Que me he enterao que estudiáis, no me lo puedo creer. No me lo creo…”. Madrid tiene muchísimos defectos, pero una de sus virtudes es que, en ese sentido, es muy transversal. Yo recuerdo una fiesta por un libro de García-Alix y aquello era acojonante, allí había desde la más alta alcurnia a la más baja, había yonquis de los ochenta supervivientes y señoras pijatas.

Antonio: Hubo una historia muy buena de Barcelona, que tocábamos en La [2] de Apolo y el mismo día tocaban Queens Of The Stone Age, unas horas antes. Y entonces de repente sucedía que se podía hacer doblete, y mucha gente lo hizo, y una colega nos contó que alguien dijo: “Luego vamos a ver a Los Chicos, porque se separan. Son ingenieros y con el grupo no ganan suficiente dinero”. De eso, ¡hace quince años o más…!

Rafa: Hay una conexión surrealista entre los gemelos y yo, y es que después de muchos años de estar tocando juntos, no sé como cojones estábamos hablando de esto, supongo que yo conté que mis padres me llevaban obligado a los conciertos del Auditorio Nacional los domingos. Mi padre es crítico musical, experto en música clásica, y me llevaba allí obligado. Que luego esto me ha dado una sensibilidad por la música, pues sí, pero me llevaban obligado. Y resulta que a los gemelos, sus padres también los llevaban obligados a las mismas sesiones del Auditorio Nacional. O sea que en la Séptima de Bruckner estaba allí yo cagándome en todo y los gemelos cagándose en todo. La primera escena que compartimos fue la de la clásica [Risas].

Foto: Salomé Sagüillo

Tengo la teoría de que la resistencia de la escena garage y sixties española es resultado del atraso cultural del franquismo. Y de cierto paletismo ibérico, en el buen sentido…

Rafa: Yo creo que, como todo lo que pasa en este país, para bien o para mal, se tiene que explicar recordando que en este país hubo cuarenta años de dictadura. Y que se tuvo que acabar cuando el viejo se murió, porque nadie le echó. Eso es impepinable, absolutamente todo está conectado con eso. Pero luego, además, yo creo que hay algo en el carácter de aquí, y es que hay mucha fidelidad. La música aquí está conectada con la fidelidad. Yo tenía un colega de Londres, que estaba muy metido en el garage, el ilustrador Will Sweeney, le molaban mucho los Cynics y tal, y cuando se enteró de que venían me preguntó: “¿Pero los Cynics vienen a España a tocar?”. Pues sí, por qué no. En España si viene un grupo que le gusta a la gente, la gente va. Los Dictators, la última vez que vinieron, ya sin Manitoba, llenaron la sala Copérnico, y yo estuve allí y toda la sala coreaba las canciones. Aquí hay un público muy fiel.

Hay también un aspecto mediterráneo, de pasión por la música y de cultura nocturna. Los músicos coinciden en que el público de aquí responde como ninguno.

Antonio: Sí, tu teoría es buena. Mike Mariconda podría responder a esta pregunta mejor que nosotros. El y Michael Chandler estuvieron viviendo en Madrid. En Nueva York estaban acostumbrados al rock’n’roll de toda la vida y de repente, llegaron aquí y vieron una pasión que les flipó.

Rafa: De hecho, creo que Mike, que lleva grabando a grupos aquí muchos años, siente más conexión con estos grupos españoles y lo que hace aquí, que lo que podría hacer en Estados Unidos. El lo ve como una música más conectada con el rock más esencial que le gusta.

Foto: Salomé Sagüillo

Sois un grupo de directo, obviamente. ¿Es imposible traducir eso a un disco? Es un handicap que tenéis vosotros… y tienen las mejores bandas de rock.

Gerardo: Bueno, yo creo que en este disco lo hemos conseguido o estamos muy cerca. Pero, para mi, un buen grupo ha de tener un buen directo, eso para empezar. Cuando nos dicen que somos un grupo muy bueno en directo, vale, gracias. Que lo digan como para criticar discos, eso ya me mola menos, porque quizás no transmiten los mismo, pero las canciones están ahí. En un disco, y para mi lo importante es la canción.

Antonio: Un grupo de rock’n’roll tiene que ser bueno en directo. Tienes razón en que eso es un handicap de mucha gente. Podemos decir, los discos de Wilko Johnson ¿qué eran…? Una mierda. Pero lo veías en directo y, a la tercera canción, estaba todo el mundo flipando.

Guille: Yo quiero aclarar que hay veces en que me halaga mucho que me digan eso, y hay veces, cuando lo dicen para devaluarlo, que me jode. Porque nos han pasado muchas cosas que a otras bandas no les pasan…

Rafa: Me alegra que hayas sacado el tema, así no tengo que sacarlo yo. Es un tema punzante, efectivamente. Y he llegado a un punto en que me molesta depende de quien venga. No que lo digas tú, porque sé por donde vas…

Gerardo: Ignacio lo dice como un piropo.

Rafa: Pero hay gente que necesita añadir esa coletilla a cualquier puta cosa que dice de nosotros, cualquier cosa, tío. Nos han puesto en programas de radio en los que siempre tienen que decir: “El mejor grupo en directo, en directo, en directo… Esta canción… En directo sí que son buenos”. Si a ti te gusta un concierto de Bruce Springsteen, y flipas con Bruce Springsteen, las canciones tendrán algo que ver. Pues hay mucha gente que no me ha dicho nunca nada bueno de nuestras canciones y que dice que somos la hostia en directo. Entonces, ¿qué pasa aquí? ¿A cuantos grupos hemos visto en directo que hacen ejercicios de estilo de rock’n’roll por números? Y te dice la gente que tienes que ir a verlos porque son buenísimos. Vas a verlos y te quedas como callado. Es como cuando te dicen de una peli “qué buena” y tú piensas, bueno, no voy a decir nada. Las canciones son clave. Otra cosa es que me digas: “A mi es que me encanta ir a ver a gente subirse al escenario y hacer el idiota”. Yo me pongo a hacer el idiota, ellos hacen el idiota. Pero si te ha gustado todo el concierto, lo siento, tío, lo que te han gustado son las canciones.

Bueno, eso me parece evidente…

Rafa: Luego pasa otra cosa. Nosotros, en los discos que hemos grabado, hasta el penúltimo quizás no, pero en el último, como dice Gerardo, yo creo que lo hemos conseguido. Tú cierras los ojos y escuchas el disco, porque yo lo he hecho después de tres meses de no poder escucharlo por hartazgo y pensando que era infumable, y parece un concierto, porque está grabado en directo. Si hubiéramos dicho que estaba grabado en una sala, todos lo hubiesen creído, pero hasta llegar a ese punto hemos tenido muchos intentos en los que no parecía grabado en directo. Hay discos, como dijo Mike y yo estoy de acuerdo, que suenan como una maqueta bien producida, y hemos tardado mucho en llegar ahí. Esa es una especie de cruz con la que hemos cargado, y ahora con este disco por fin empieza a darse un poco la vuelta al asunto.

Antonio: Hay gente que interpreta mal el que tengas un buen directo. Ese es el problema que hay. Yo recuerdo una vez una discusión con uno que decía que nos centrábamos en la fiesta. No, nos hemos centrado en esto. Y además le dije que su opinión me importa una puta mierda, porque Dallas Good me escribe para decirme: “Vaya disco habéis vuelto a grabar”. Y Johnny Sangster dice: “Qué puta maravilla veros en directo, cómo podéis mezclar power-pop, soul, R&B, rock’n’roll, punk, de esa manera…”. Y Rob Younger: “¡Qué discazo!”. Otra cosa es que yo no he quedado totalmente contento con cómo suenan en disco hasta el penúltimo, en los anteriores no me escucho realmente como me gustaría que sonase mi guitarra. Cuando yo toco con mi ampli suena mejor.

Habéis roto lo que en teatro se llama la cuarta pared. En vuestros bolos hay rock y espectáculo, esa peligrosidad que incita a vivir el momento, una comunión total con el público…

Rafa: Nosotros y el público, sí. Cuando rompes esa cuarta pared, pasas a otra historia, a otro mundo. En nuestros conciertos yo escucho una movida que es una mezcla de lo que está sonando y lo que estamos haciendo, que podría estar registrado, pero toda esa emoción está envuelta en un cirio que estamos montando y pasa eso. Nunca vamos a escucharnos en disco como en esa experiencia.

Antonio: La comunión con el público que dices es para nosotros súper importante.

Rafa: Es que nosotros no sabemos nunca lo que va a pasar. Es algo que hemos llevado a rajatabla. Para el concierto de El Sol dijimos de hacer una intro en plan James Brown. Springsteen, que domina esto a las mil maravillas, se escribía un guión de lo que iba a decir y tal. Nosotros siempre nos hemos negado a esto. Y yo no tengo ni puta idea de lo que va a pasar. Te arriesgas, como pasa a veces, a que salga una cosa un poco insulsa, pero la mayoría de las veces te vas a sorprender, se va a descojonar el grupo…

Antonio: Es que nos pasan cosas que no están programadas. Te descojonas y tal. No vamos a dar nombres, pero hemos visto set-lists de gente que tiene escrito el chiste que va a contar en cada momento. En nuestro caso, depende de cómo nos ha sentado la cena [Risas].

Guille: Hay gente que repite el mismo chiste y la misma coña, cuando a Rafa yo le he visto hacer bolos temáticos sobre una etapa de la vuelta ciclista o haciendo coñas demenciales. Depende de lo que nos haya pasado durante el día, depende de las risas que hayamos echado, ese contenido va a estar en el bolo. Lo que ve la gente en nosotros es la verdad, y eso es una cosa que es muy difícil de encontrar.

Más hoy en día. La dimensión virtual ha impuesto la falsedad: en los efectos digitales del audiovisual, en el autotune en la música, en las redes sociales, en la IA…

Antonio: Hay una cosa que a la gente le choca mogollón y es que nosotros hacemos el set-list justo antes del concierto. Depende de cómo te sientes, de cómo tal… lo decidimos en el último momento. Cada noche es distinta.

La problemática de la grabación, ¿tiene que ver con el presupuesto? Es decir, si os meten en un estudio de Los Angeles a tocar en vivo con Rick Rubin a los controles, ¿sonaría mejor el disco?

Antonio: No, no. Mariconda coge un pedal por aquí, un pedal por allá, un ampli, y no tiene nada que ver con invertir mucho dinero en un equipazo de la hostia. Porque igual con un equipazo de la hostia no sonaba a Los Chicos. Puede sonar una producción muy bonita pero no sonar a Los Chicos. En cuanto al directo, fíjate en Stupidity de Dr. Feelgood. Tu oyes el disco y ves los videos del directo y comprendes que es imposible reproducir a Lee Brilleaux, a Wilko Johnson pegando brincos. ¿Cómo vas a reproducir eso en un disco? Y pasa porque es una puta maravilla y eran lo que eran. Es imposible reproducirlo.

Promocionáis Never Is Too Much como un salto cualitativo de madurez. ¿Era necesario…? Yo pensé que igual Rafa quería subir el nivel como despedida y dejar un legado que no fuese tan torrezno-rock. ¡Los Chicos se separan…!

Rafa: Sí, a mi se me ha subido a la cabeza. O tenía esa necesidad y tenía prisa por dejar de admirar a grupos y compositores y letristas, y hacer algo que estuviera a la altura de eso que yo admiro. Yo escucho mucha música y soy muy fan de la música, soy mitómano en todo, y me jodía que hubiera algo en mi grupo, que es mi vida pues llevamos veinticuatro años tocando, que me hacía pensar que me daría corte, por ejemplo, enseñarle una letra mía a John Doe de X. Y con este disco me dije que no iba a pasarme esto. Porque soy un tío con buena estima y pensé: tío, si toda esta gente puede, yo creo que puedo. Entonces me puse a estudiar como un hijo puta y, aparte de escuchar las canciones, escribir para el Ruta me ha enseñado a escuchar los discos de otra manera. Es acojonante, ahora escucho los discos como si me hubiera comido setas, oigo un montón de cosas, melodías y detalles. Las letras, siempre me había fijado en ellas, pero fue un vuelco total. Y, bueno, creo que lo he conseguido. Soy muy humilde con muchas cosas, pero soy objetivo también y estoy muy orgulloso. Yo no quería pasar vergüenza cuando leyeran mis letras Rhett Miller o Lucinda Williams. Había letras del pasado escritas para pasarlo bien y viva la chuza. Celebrar la fiesta y el alcohol. Pero eso ya está.

Antonio: ¡Por eso no nos dejaste hacer la canción del kalimotxo!

Rafa: Y al haber hecho esto, he descubierto… y no me importa si alguien dice que se me ha subido a la cabeza… he descubierto lo que es expresarse artísticamente en una canción. Cosa que antes, con nuestra tradición punk y pasota, era tabú. Pero no, tío, no. Hemos hecho unas canciones, y en estas doce canciones que hemos grabado y en las seis que no se han incluido en el disco, he descubierto que yo, que soy fotógrafo y estudié Bellas Artes y he hecho arte… que esto es una manera de expresar mis movidas. Es arte, y lo puedo hacer.

¿Hasta qué punto esto contradice el credo de Los Chicos?

Antonio: Muy buena pregunta. Pero llevamos ya una progresión de veinticuatro años, y Rafa llevaba ya tres o cuatro discos muy preocupado por las letras.

Rafa: Teníamos que permitirnos abrirnos un poco. Si es que es una locura. En el disco anterior hay una canción que se llama «Nothing» [By Medical Prescription, 2016]. Para nosotros fue súper gordo grabarla, porque estábamos grabando una movida que no era la típica. Y menos mal que los gemelos, en eso son la hostia, siempre me dicen: “Claro, tío, que la hacemos. Vete donde quieras, que vamos contigo, que la hacemos”.

Foto: Olivia LH

A ver Rafa, ¿puede ser la crisis de los cuarenta?

Antonio: ¡Ya está superada…! [Risas].

Porque cuando un grupo como vosotros tiene un cantante que se pone serio, lo siguiente es una carrera en solitario a lo Mick Jagger o Roger Daltrey…

Rafa: La gente lo puede percibir de otra forma, pero para mi ha sido un “hasta aquí, tío, y ya está”. Cualquiera puede coger las letras del disco y leerlas delante de mí o leerlas en cualquier programa, que a mi no me va a dar vergüenza.

¿Y las letras de antes, sí…?

Rafa: Hay letras que hablan de mi con catorce años, yo que sé…

Antonio: Hombre, si haces una letra con veinte años el contexto es distinto.

Rafa: En este disco se habla de alcohol, hay mucho alcohol en todo el disco, pero hablo de alcohol desde la perspectiva de una persona que tiene 46 años y que vive en un mundo rodeado de alcohol, y hablo  de cómo viven diferentes personas el alcohol. Hay borrachos y hay gente a la que le ha ido muy bien, como en esa canción [«For a While»] en la que hay una chica a la que le ha ido fenomenal y tiene ya una vida hecha, y la va a buscar un antiguo novio que es un chuzo… Es otra forma de enfocarlo.

¿No habréis planteado el cambio de nombre a Los Cuarentones? Rollo “bebemos menos, pero pensamos más”.

Antonio: [Risas]. La gente se preocuparía, tío.

Rafa: Bueno, eso también lo puedes celebrar. Que la vida sea un poco mierda, es lo que tienes que celebrar, ¿vale? Eso tiene más lógica que celebrar qué bien nos lo pasamos, porque eso es mentira.

Hombre, Los Chicos os lo habéis pasado bomba…

Antonio: Y nos lo seguimos pasando…

Rafa: A ver, las letras de “yeah, yeah” y “party, party” están genial, pero ahora mismo yo pienso en otras cosas.

Guille: Yo creo que para mantener esa movida de la verdad de la que hablamos, con gente en el escenario, tenemos que progresar en ese sentido.

Rafa: A mi me hubiera costado más seguir igual, cuando yo en mi vida no sigo igual. Yo ya no voy a Malasaña y poto y me encuentro a estos en una silla; me he vomitado encima y un motero me ha llevado porque me ha encontrado tirado en el suelo. Esta madurez se puede romper en cualquier momento, pero yo, efectivamente, para seguir necesito sincerar un poco esa movida. Guille lo explicó muy bien diciendo, en una entrevista con El Profe, que lo que había detrás de este rollo es que la alegría hay que currársela. Y las letras, en el fondo, hablan de que la alegría hay que currársela. De eso trata el disco, porque es la verdad. Pero yo veo lo que ha pasado en mi entorno, los marrones con tal, alcoholismo por aquí, no sé qué y no sé cuantos, ¿y me lo tengo que tragar y seguir escribiendo lo de antes? Y una polla. Si la gente quiere que me trague eso, que se vaya a buscar a otro grupo.

Entonces, el próximo elepé de Los Chicos será acústico y confesional…

Antonio: [Risas] Ya lo intentamos alguna vez y no funciona. Decidimos no hacer más acústicos, porque a mi personalmente no me gusta coger sus canciones y hacerlas en acústico porque sí. Tiene que haber una razón. «Reckless Nights», por ejemplo, era una canción que no lo sabíamos pero, al hacerla en acústico, resulta que es country. En We Sound Amazing but We Look like Shit intentamos hacer algunas acústicas y no, tío, no, porque sus melodías habían cambiado bastante, eran más poperas dentro de nuestro estilo.

Rafa: En el próximo disco, yo ya estoy fantaseando lo que vamos a hacer. Lo que salga y lo que hablemos entre todos, pero en mi mente será el más festivo de todos. Porque ahora sé que podemos hacer lo más festivo del universo y que tú leas las canciones y digas: “Hostia tú, como se ha quedado este, está un poco jodido pero se está pillando una buena cogorza. Mira que gracioso esto, está hecho una mierda”. Para mi el rock’n’roll tiene mucho que ver con el cariño. Tanto en el grupo, en Los Chicos, como en el directo, como en Folc Records, como en mí escribiendo para el Ruta, hay unas ganas de devolver toda esta alegría que nos ha dado la música y de devolver toda esta alegría que nos ha dado vuestra revista.

 

Texto: Ignacio Juliá

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