Encuentros

El Relevo Alemán, posados en su minúsculo y particular mundo

El trío madrileño lanza a finales de este mes Sigrar, su sexto álbum de estudio. Un álbum que mantiene la esencia de un grupo abanderado del underground local, donde prima la libertad creativa y el amor por la música. Hablamos con JC Peña, voz y guitarrista de la banda.

¿Cómo os sentís tras la grabación de este, vuestro sexto álbum, y en qué dirías que se diferencia este disco de sus predecesores?

El problema es que ha sido un proceso muy largo, porque el disco lo grabamos en el verano de 2023 en El Nido, el estudio que Brian Hunt tiene en Cantabria. Fue una decisión muy consciente, porque queríamos y necesitábamos irnos de Madrid, después de toda la pandemia, de toda la mierda. Ahí hicimos el 80% y luego lo rematamos en El Purgatorio, el estudio situado en Usera.

¿En qué nos ha cambiado? Yo diría que las guitarras son menos agresivas. No lo hicimos de un modo consciente, sino que se dio de esa manera. Hay un lado del grupo que sale un poco distinto que los anteriores, también por no grabar en Estudio Brasil. Eso yo creo que tiene su lado positivo. No es que, de repente, nos hayamos puesto aquí a hacer una cosa totalmente distinta, ni mucho menos. Es algo que nos dijeron con el EP que sacamos antes, y nos salió natural seguir esa estela.

Sí que hay un lado un poco distinto. ¿Eso es porque os influye mucho el productor que tenéis? ¿Sois de los que aceptáis consejos?

A estas alturas tenemos muy claro que sonamos como sonamos y que no vamos a hacer cosas muy raras o muy dramáticas. Nosotros no vamos a hacer un disco de sintetizadores. A partir de ahí, hay un rango de posibilidades, pero, al fin y al cabo, estamos tirando de una guitarra, un bajo y una batería. En este disco hay un par de detalles que he metido con un Moog, algún tecladito, pero son cosas muy puntuales. A partir de ahí, lo único que podemos hacer es jugar un poco con la dinámica de las guitarras o canciones que son más abrasivas, pero dentro de que se reconozca que es un grupo de rock tocando, por decirlo de una manera simple.

Tras seis discos bajo el brazo y con un amplio y, sobre todo, claro bagaje musical, a la hora de componer, ¿es más eficaz saber por dónde se quiere tirar o evitar por dónde no se quiere tirar?

Nuestro proceso de composición es muy intuitivo, porque las canciones las cerramos en el local básicamente a partir de cosas que yo llevo, de un riff o de una melodía de guitarra y una melodía de voz, y ahí comienza todo. Hay veces en que todo funciona y todo de repente encaja y otras que no. De hecho, tenemos bastantes cosas medio desechadas o que están ahí medio aparcadas, quizá a la espera de que en algún momento sean retomadas. O no, ¿quién sabe?

Y luego es verdad que cuando grabas en el estudio hay veces que grabas una cosa y el resultado no es exactamente lo que tenías en la cabeza, pero mola, ¿sabes?  En este disco, por ejemplo, hay una canción que descartamos, pero la descartamos no tanto porque no nos gustara sino porque perjudicaba el ritmo del disco y luego también al sacarlo en vinilo tienes que estar muy al loro de la duración. Entonces vimos que la cosa se iba a quedar para el siguiente… o vaya usted a saber.

Pero sí, es un proceso bastante misterioso. No hay una razón de por qué una cosa te gusta o te funciona y otra no. Vamos al ensayo y vemos qué va saliendo. Es muy duro saber cuándo una canción está hecha.

Como dice Ray Loriga: Sabes que una página está perfecta en el momento en que cualquier cosa que añadas algo empeora lo que hay…

Así es. A la hora de empezar es fácil: llevo un riff y a ver hasta dónde nos lleva. Pero ahora que tienes el límite de duración por el vinilo, por sonido, por tal o cual, es jodido para nosotros tener que dejarlo aquí y pasar a otra cosa. En nuestro caso, como en el de otra gente, las mejores canciones, sin duda, son aquellas que salen fáciles. Llegas un día al local, montas una idea, la batería funciona, todo funciona, fluye y dices, vale. Y a lo mejor en un par de ensayos más o con algún matiz, la canción está ahí.

También es verdad que nosotros no nos complicamos mucho la vida, por la propia naturaleza del grupo. Tenemos las cosas claras en el sentido de lo que nos apetece hacer y entonces no nos vamos a meter en un 5×4 extraño. O en cosas que requieran estar pensando. Entonces, las mejores canciones para nosotros son las que salen del tirón. Luego hay alguna excepción, a veces, que de repente coges una idea que tenías desde hace dos años y dices, hostia, pues ahora esto mola y antes no molaba.

Pero sí, estamos constantemente haciendo cosas, probando cosas y seleccionando. No todo pasa el corte.

En este álbum vuelve a primar el sonido guitarrero de bandas como Sonic Youth, Mercury Rev o el claro ejemplo, reconocido por vosotros, de The Wedding Present.  Y menciono a estas bandas porque, al igual que me pasa con vosotros, son bandas que hacen cosas más complejas de lo que, a priori, puede parecer…

Es más psicodélico, a lo mejor, pero no hay una intención. Hay guiños, como el que hacemos a The Wedding Present en “Kennedy”. Pero creo que un grupo, cuando ya tiene cierto recorrido, se mete un poco en su mundo y tira de él. No necesitamos ponernos a Sonic Youth. A mí es que me gustan muchas cosas, entonces no hay una dirección clara, dentro de lo que es hacer canciones.

Y el hecho de que te gusten muchas cosas, ¿es algo bueno o algo malo a la hora de componer? 

Eso puede desembocar en la dispersión, claro, pero yo creo que tengo muy claro lo que me gusta o, mejor dicho, lo que me gusta y puedo utilizar. A mí me gusta John Coltrane, pero no nos vamos a poner ahora a intentar hacer algo del estilo. Es una cosa muy natural, no hay un cálculo.

¿Tampoco escuchas vuestros discos anteriores para evitar hacer cosas similares?

Creo que es un gran peligro lo de repetir un disco. También es verdad que el cambio de estudio y de ambiente nos ha venido muy bien para que eso no ocurriera. Pero escuchar los antiguos, hombre, de vez en cuando quizá, porque están ahí, pero tampoco los hacemos mucho caso. De hecho, estamos promocionando Sigrar cuando ya tenemos encaminado el siguiente. También creo que depende mucho de dónde y con quién grabes. Por ejemplo, en este disco hemos utilizado la claqueta, que en este disco en concreto ha venido bien.

Y, es más, ya que has mencionado a Mercury Rev, es muy curioso porque sé que nuestro productor es muy fan de David Friedmann, y eso puede haber influido.

Como has dicho, grabasteis este álbum en el estudio de Brian Hunt, en el corazón de Cantabria. ¿Cómo ha sido esa experiencia y en qué aspectos ha influido en este álbum? ¿Qué disco o qué banda es carne del estudio de Brian Hunt?

Pues es un tipo muy sensato, muy fácil de llevar y el estudio es precioso, una maravilla. Fue una experiencia muy sencilla y muy agradable porque grabamos esencialmente en directo, salvo las voces y algunas guitarras que se grabaron aquí en Madrid.

Y bandas afines… para mí es cualquier grupo que, no sé, que le apetezca hacer rock y grabar como se hacía antes, porque el sitio invita a ello y porque el equipo que tiene es cojonudo. Al final, todo suma.

Tanto en este álbum como en La Séptima Extinción el tono de las letras es un tono que invita a la confrontación, a la rebelión tanto contra el sistema y lo que nos rodea como contra uno mismo. ¿Crees que, en un momento donde la música actual es un mero instrumento de entretenimiento, volverá a ejercer de altavoz, como en su día fueron géneros como el punk o el hardcore?

Es que, para mí, casi todas las canciones son desahogos. Estoy muy de acuerdo en que es un punto de confrontación con el mundo y con las limitaciones que tenemos. El disco anterior salió en plena pandemia, en 2020, y yo ahí vi cosas que me resultaban alucinantes. De hecho, tenía previsto sacar una especie de EP de varias canciones con tema pandémico, porque me produjo un shock ver -y ya sé que esto es políticamente incorrecto-la docilidad de la gente, o de mucha gente,  que se prestaba a hacer absolutas gilipolleces. Al final lo dejé pasar, pero este disco se nutre un poco de aquello. No quiero ser muy explícito porque tampoco quiero destripar la letra y quiero que la gente pueda luego interpretar lo que le dé la gana, pero recuerdo releerme Un mundo feliz, la novela de Huxley, que es una obra maestra, y pensar que eso era lo que estábamos viviendo.  Escribí una canción que al final dejé fuera porque era demasiado explícita y chocaba con el resto del álbum. También es verdad que en este disco hay alguna canción más intimista, más tierna y personal, por así decirlo. Pero estoy muy de acuerdo con lo de la confrontación. En cuanto al momento actual, dudo que sea lo de antes, pues los grupos de ahora son demasiado blandos para el panorama social que tenemos.

Sí, pero al final es una dicotomía en la que entras tú, porque estás diciendo que te hubiera gustado ser más explícito, ¿tú crees que esa canción que has dejado por ser explícita es por el mundo en el que nos movemos? 

No, fue sobre todo porque no cabía y porque, musicalmente, rompía el ritmo del disco. Y en cuanto a la letra, sí que era como más explícita, o sea, se podía leer bien entre líneas, pero sí, a nivel de inspiración, toda la mierda de la pandemia fue muy fructífera. Era inevitable que las cosas te salieran por ahí, porque era todo un disparate, y el grupo siempre se ha nutrido un poco de tocar los huevos o ha buscado tocar los huevos, o yo personalmente con las letras, así que era un momento perfecto para ello.

¿Crees que sois un grupo que pretende reflejar que tiempos pasados fueron mejores?

Yo creo que la gente que nos ve en directo o que se toma la molestia de ponerse un disco, lo aprecia de verdad. El problema es que vivimos en una avalancha de estímulos, de novedades, de canciones, de discos, entonces sacar la cabeza por ahí es imposible. Pero yo creo que la gente que se toma la molestia y que consigue llegar, dice, hostia, esto tiene cierto carácter. Y eso sí que es algo que echo mucho en falta. Tú ves a The Cure o a Built to Spill o a los propios The Wedding Present y tienen una propuesta, tienen algo que ofrecer. Y si te gusta, bien. Y si no, también.

La verdad es que, si tengo que definir al Relevo Alemán con una palabra, creo que esa sería “autenticidad”. De hacer música por el simple hecho de amar la música, o amar la idea que tenéis de lo que es la música. ¿Tiempos pasados fueron mejores?

Totalmente. Somos unos resistentes porque nosotros seguimos ahí al pie del cañón y me parece que de forma muy libre. Siempre hemos estado en el underground, y eso tiene una ventaja, porque yo me pongo en la piel, por ejemplo, de Franz Ferdinand, que de repente pasan de ser cabezas de cartel de un festival o de llenar grandes recintos a tocar en la Riviera, y eso es un puto fracaso. Es inevitable verlo así, porque ha pasado un tiempo y no has sabido aguantar el tirón. ¿Qué pasa? Que cuando has estado siempre en el underground, pues eso te la suda. No es que nos la sude porque vamos de sobrados, joder, porque el ego está presente, aunque sea a un nivel muy básico. Pero, al final, esto te interesa y te apasiona lo suficiente como para meterte en el local, que esa es otra cosa, que veo a muchos grupos a los que les mola tocar pero no ensayar, y no se dan cuenta de que lo están haciendo al revés. Porque anda que no hay pintamonas de estos que van por ahí diciendo que quieren tocar y ni siquiera tienen local…

¿En qué habéis cambiado vosotros en el transcurso de los seis discos?

Pues, fíjate, en el primer disco yo tuve que grabar algunas baterías porque nos quedamos sin batería. Hemos tenido 5 o 6 baterías hasta que se ha asentado Javier, que lleva ya desde el 2019. Pero creo que en lo esencial la cosa sigue así, es decir, hacemos un rock bastante asilvestrado, con partes instrumentales muy largas en ocasiones; el segundo y el tercer disco fueron mucho más oscuros; el cuarto se hizo un poco más ligerito; el quinto volvió a oscurecerse y, a lo mejor, este es más variado. Tiene un poco de todo, Tiene un sonido un poco más expansivo, más psicodélico, pero de manera involuntaria. Pero tengo claro que Sigrar no existiría sin los discos anteriores.

¿Y, cómo ha cambiado el panorama musical desde que sacaste ese primer disco hasta ahora? 

Es lo que te decía antes. Nosotros tenemos la suerte de vivir en nuestra minúscula burbuja y de hacer esto por diversión, sin importarnos el resto. Sí que es verdad que veo a grupos jóvenes con los que me cuesta más conectar, pero con algunos otros sí conecto. Veo a Shame, y los reconozco perfectamente, y sigue habiendo grupos cojonudos por todos lados. Otra cosa es lo que duren, la solidaridad que tenga el público con ellos y el vínculo que puedan crear, pues es muy complicado pedirle a la gente una fidelidad, pues lo más difícil que hay es tener un público grande.

Al final, el rock tiene unas limitaciones, tienes unos instrumentos y juegas con ellos, pero se han hecho tantísimas cosas que ya el margen es muy pequeño. Ahora, ¿qué recorrido va a tener eso? Mucho menos que en el año 80, por la propia cultura, que la cultura del rock es mucho más pequeñita, ya no es tan masiva culturalmente, porque hay muchas cosas.

¿Dirías que el formato trío es el formato perfecto para una banda de rock? 

Para mí, en general sí, por dos razones: primero, te evitas problemas. Cuanta más gente haya un grupo, más conflictos potenciales va a haber;  y luego, porque cada miembro del grupo tiene que dar lo mejor, porque si no la cosa cojea. Si tú vas a ver un trío, todo el mundo tiene que estar ahí muy bien en el momento, pues los fallos se aprecian mucho más.

Por último, y ya que os conocí a través de vuestro directo, el cual me dejó impactado. El Relevo Alemán, en directo, es…

Intenso. (Risas)

Texto: Borja Morais

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