Discomático

Guttercats – Rise & Fall of the Last Civilization (Lucinda / Wishing Well)

No acabaron de convencerme del todo los tres adelantos del nuevo álbum -sexto en el cómputo global- de los parisinos. Estaban bien, sí, eran reconocibles y mantenían la esencia de su sonido, pero había algo que no acababa de encajar. Como si fueran piezas de distintos rompecabezas. Pero una vez habiendo accedido al disco por completo, me di cuenta de que lo que faltaba por encajar era precisamente su encaje (perdón) con el resto de temas. Una vez ahí, acompañados de los siete restantes y escuchados como parte de un todo, es cuando ese todo adquirió sentido. Y cuando pude empezar a disfrutarlo(s).

Ecléctico siempre dentro de sus propios parámetros, Hervé Michel y su pandilla (los fieles Chris Waldo y Lick Lickens no han faltado una vez más a la cita) nos regalan un disco que puede verse como una segunda parte (una coda, incluso) a su maravilloso Eternal Life (2021), inmediato precedente. Siguen ahí los detalles spaghetti, casi desde el principio en el tema que titula el disco y que actúa de intro/presentación, así como su particular marca registrada, ese gothic glam que los mantiene siempre con un pie en la penumbra post punk y el otro en la soleada luminosidad del pop 60s/70s revisitado en el underground de los ochenta.

Un equilibrio que en este disco se muestra más evidente que nunca, diría, con perlas melódicas como «Lament In The Night» o «If You Love Me» dando la réplica a números más oscuros, caso de «All Fall Down» o «Beautiful Curse» (título autorreferencial) e incluso dejándose abrazar por la larga sombra de Nick Cave en uno de los mejores momentos del disco, esa «Everything I Touch Slides Through My Hands» que demuestra que el australiano y sus satélites siempre han sido una de sus influencias.

Por supuesto, siguen estando ahí en medio, subyacentes a lo largo de todo el minutaje, las difusas siluetas de Lee Pierce, Peter Perrett, Rowland S. Howard y la inevitable dupla Sudden/Kusworth aunque, como siempre, apuntalando pero nunca oscureciendo ni anulando la voz, el carácter y la personalidad de un Hervé que a estas alturas es ya, prácticamente, un estilo en sí mismo. Reconocible tanto por sus antecedentes como por su acusada, insobornable personalidad.

Para rematar la jugada lo tendremos en breve de visita por nuestra tierras, de nuevo, para degustar qué tal se comporta este nuevo material sobre las tablas de nuestros antros. Se recomienda no faltar.

 

Eloy Pérez

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