
Rivalizando siempre con Deep Purple y Black Sabbath, por aquello de ser consideradas las tres bandas británicas fundacionales del rock duro, de hecho el zepelín de plomo voló mucho más alto que cualquier otro grupo relacionado con el género duro o del metal.
Sí, la oscuridad de la banda del bueno de Ozzy Osbourne ha tenido gran influencia en multitud de grupos de diversas décadas. Y el universo en expansión de la saga púrpura es de aúpa (casi comparable a la de Yes), con diversas ramificaciones de diverso calado. Pero Led Zeppelin, a pesar de tener tan sólo ocho discos en estudio y uno de descartes (o quizás debido a ello, y haberse separado en el momento justo…), cimentaron una leyenda que no ha parado de crecer, algo aplicable solo a un selecto grupo de artistas y bandas (caso de los Beatles). Como prueba, por ejemplo, el reciente documental Becoming Led Zeppelin.
La semilla estaba en los Yardbirds, cuando un jovencísimo Jimmy Page (que había hecho multitud de grabaciones como guitarrista de sesión, como en la estupenda versión de “With a Little Help From my Friends” a cargo de Joe Cocker) entró en 1966 en la banda en la que ya habían tocado Eric Clapton y Jeff Beck. Pero Page tenía ganas de meterse en un proyecto donde poder dar rienda suelta a su creatividad. Y en esa misma época ya pensó en crear una banda con Steve Marriott (Small Faces) o Steve Winwood (The Spencer Davis Group) como cantantes y John Entwistle y Keith Moon (The Who) como base rítmica (parece que fue Entwistle quien sugirió el nombre de Led Zeppelin).
Podría decirse que el único disco que Page grabó con los Yardbirds, Little Games (1967), aunque no anuncia la grandeza a la que llegarían Led Zeppelin, sí que resume bien la mezcla de blues rock y psicodelia en la que estaban metidos. Y además contenía “White Summer”, una pieza instrumental que Page recuperaría después para Led Zep (se puede escuchar en la reedición de Coda).
Finalmente, Page hizo un primer ensayo con John Paul Jones (viejo conocido de diversas sesiones de grabación), Robert Plant y John Bonham en un local del Soho londinense el 18 de agosto de 1968 (el día antes del 20º aniversario de Plant). Page dijo: “Había vivido momentos de euforia con otros grupos antes, pero nada tan intenso como aquello. Fue como un rayo, como una descarga”. Y así arrancó la imparable carrera de Led Zeppelin. Si prefieres pensar que en ese desmesurado éxito tuvo que ver la relación de Page con la magia negra (a los 15 años ya estaba leyendo con fruición a Aleister Crowley), estás obviando el enorme talento y la total dedicación de la banda. Pero bien es cierto que hay una leyenda negra al respecto, y que el grupo tuvo que pagar el precio de la fama con la súbita muerte del hijo de Robert en 1977 (Karac, con tan solo cinco años) y, tres años después, la de John Bonham.
Tras esa pérdida irreparable en 1980, la banda optó por la separación. Page estaba tan afectado que cuando intentó formar un grupo con los entonces ex Yes Chris Squire (bajo) y Alan White (batería) al final quedó en nada. ¿Y qué hay de las carreras posteriores de los tres supervivientes? Pues la verdad es que sorprende su irregularidad y poca trascendencia. Claro, hay destellos aquí y allá (sobre todo Plant), pero la química lograda por el cuarteto a lo largo de los 70 fue tan descomunal que quizás agotaron la fórmula. ¿Recomendaciones? Puestos a escoger tres discos de las respectivas carreras, aquí van estas sugerencias: el que firmaron al alimón en 1993 Page y David Coverdale (ex Deep Purple, Whitesnake); el primero que grabó Plant junto a Alison Krauss en el 2007 (el magnífico y cálido Raising Sand); y por último el que facturó dos años más tarde John Paul Jones junto a Josh Homme (ex Kyuss, Queens of Stone Age) y Dave Grohl (ex Nirvana, Foo Fighters) bajo el nombre colectivo de Them Crooked Vultures.
Naturalmente, en estos 45 años desde la muerte de Bonham mucha gente esperaba una reunión de los tres supervivientes, pero Plant nunca estuvo por la labor. Sí que ha habido conciertos aislados, caso del muy polémico del festival Live Aid (1985), el del 40º aniversario del sello Atlantic (1988) y, sobre todo, el que dieron el 10 de diciembre de 2007 en honor a Ahmet Ertegun, presidente de Atlantic y fallecido el año anterior. Aquí sí que mostraron parte de su vieja magia, acompañados por Jason (hijo de John Bonham) a la batería. Page (que sigue sin grabar música original desde 1998, ahí es nada…) es quien ha ido supervisando lanzamientos diversos, como las estupendas sesiones para la BBC, el triple directo How the West Was Won o el fastuoso DVD con cinco horas de material, amén de la reedición de toda la discografía con diversos extras.
¡Ah! Mención aparte para la breve reunión Page-Plant y el notable disco No Quarter en 1994 (el segundo trabajo, Walking on Clarksdale, es menos recomendable). La gira posterior al año siguiente fue para mucha gente lo más parecido a poder ver en vivo a Led Zeppelin (gran concierto el que dieron en Barcelona, por cierto).
Si hablamos del legado y la trascendencia de la banda, además de sentar las bases del heterogéneo edificio del metal, también influyeron en el grunge. Y sorprende también la variedad de grupos y artistas que han versionado su música: desde Dread Zeppelin (en forma jocosa) y Gov’t Mule hasta Duran Duran (sí), pasando por Heart, Jeff Buckley, Dream Theater, Tori Amos, Frank Zappa, Lady Gaga, Black Crowes (grabaron junto a Page el directo Live at the Greek) o Beth Hart, amén de diversas bandas de tributo, cuyo mejor exponente quizás sea Jason Bonham’s Led Zeppelin Evening. De hecho, parte del adn de Led Zep lo tiene Jason no solo por ser hijo de John y por esta banda, sino también por otro proyecto suyo, Black Country Communion. Y claro, no podemos olvidarnos de Jack White, fan confeso de Page y compañía. O de Greta Van Fleet, pero aunque tienen canciones muy válidas y un gran cantante, aún está por ver cuándo grabarán un gran álbum que se acerque al nivel de los Zep. Y para los que busquen más, no está nada mal el disco con arreglos sinfónicos Kashmir: Symphonic Led Zeppelin (supervisado por Jaz Coleman, de Killing Joke), haciendo hincapié en los pasajes más misteriosos y épicos de Led Zeppelin.
Ahora vamos ya a por la lista, y aunque el juego reside en ponerlos en orden de preferencia, la verdad es que es de esas pocas, poquísimas bandas que no tienen ningún disco malo (¿quién dijo fan?). Así que, exceptuando el disco de descartes Coda, cualquiera de los otros ocho trabajos en estudio de la banda podría estar mañana mismo entre los tres primeros puestos…
9- CODA (1982)
Álbum de descartes publicado (por obligaciones contractuales con Atlantic Records) tras la separación de la banda, aunque para mucha gente está considerado como un disco en estudio más. La edición original tenía ocho temas, entre los que destacan la vitamínica “We’re Gonna Groove” (excelente versión de la canción del cantante soul Ben E. King), la versión en vivo de “I Can’t Quit You Babe” de Willie Dixon (mejor aún que la que aparecía en el primer disco del grupo) y la vitalista “Ozone Baby” (proveniente de las sesiones de In Through the Out Door). El resto es menos remarcable, incluso hay un solo de batería (¿era realmente necesario en un disco en estudio?), “Bonzo’s Montreaux”, con unos nefastos efectos electrónicos añadidos por Page. Incomprensible, teniendo en cuenta el rigor de Page a la hora de producir todos los discos de la banda.
La reedición de Coda de 1993 (incluida en el estuche The Complete Studio Recordings) contenía cuatro temas extra que hacían subir el nivel global del disco: “Baby Come on Home” (de las sesiones de Led Zeppelin I, y con claro acento soul), “White Summer”/”Black Mountain Side”, “Hey, Hey, What Can I Do” (cara B del single “Immigrant Song”) y la trepidante “Travelling Riverside Blues”, irreconocible relectura de un tema del legendario bluesman Robert Johnson grabada en vivo en 1969. Una de las perlas de todo el catálogo de Led Zep. La reedición de 2015 tenía dos discos extra con estas cuatro canciones, además de una revisión de un viejo blues (“Sugar Mama”) y versiones alternativas de otros temas, siendo las más interesantes “Four Hands (Four Sticks)”, “Friends” (ambas con la Bombay Orchestra) y “Everybody Makes It Through (In the Light)”.
8- PRESENCE (1976)
¿El álbum más rockero de la banda? Probablemente, además carece totalmente de teclados y tampoco hay ninguna pieza acústica. El disco arranca con la tremenda “Achilles Last Stand”, diez minutos de bombardeo continuo y una especie de continuación de “Immigrant Song”. De alguna manera, esa cabalgante base rítmica anticipaba lo que harían después Iron Maiden. El título provisional era “The Wheelchair Song”, debido a que Plant estuvo un tiempo en silla de ruedas tras un aparatoso accidente de coche. “For Your Life” (que solo tocaron en vivo en el concierto de reunión de 2007) tiene una buena base de blues pantanoso con secos riffs a cargo de Page. “Royal Orleans”, por su parte, quizás adolece de una melodía poco original, pero en sus tres minutos tiene una vertiginosa base rítmica y unos riffs apabullantes. Y lo mismo se puede decir de “Nobody’s Fault By Mine”, aunque aquí brilla el cuarteto al completo, con unos estupendos acentos sincopados y el añadido de una armónica incendiaria a cargo de Plant. El único problema, ay, es que en el disco aparece acreditada a Page/Plant, cuando es una canción original del bluesman Blind Willie Johnson. Cierto, Led Zep la llevó a un nivel totalmente diferente, pero hubieran podido compartir créditos…
“Candy Store Rock” sigue más la senda del rockabilly pero es de las piezas menos destacables del disco, parece estar a medio cocinar, de hecho sorprende que fuera el single elegido del álbum. Lo mismo le ocurre a “Hots on for Nowhere”: posee un insistente riff bastante logrado, pero la canción no acaba de despegar. El disco finaliza con “Tea for One” cuya letra hace referencia a la añoranza que sentía Plant por su familia, que se había quedado en Inglaterra mientras los Zep grababan el disco en Los Ángeles. Y, aunque musicalmente recuperaban el blues lánguido de “Since I’ve Been Loving You”, hay una cierta sensación de déjà vu, casi de atoplagio. La reedición deluxe de 2015 venía con versiones alternativas, además del instrumental inédito “10 Ribs & All/Carrot Pod Pod (Pod)”. Suena muy poco a Zeppelin (debía ser una jam iniciada por Jones al piano), pero de haberse incluido en el disco original, esta pequeña perla lo hubiese hecho brillar más. Dicho todo esto: ¿es Presence un mal disco? En absoluto. Simplemente, otros discos excelentes de la banda lo superan.
7- LED ZEPPELIN (1969)
El dirigible alza el vuelo de manera imparable con su primer álbum y un trepidante inicio: “Good Times, Bad Times”, un vibrante hard-rock compuesto por los cuatro y, según confesión de Jones y Bonham, probablemente la pieza más difícil de tocar para la sección rítmica. Los “nuevos Yardbirds” iban a incidir en la vena blues-rock que Page practicó con su anterior banda, y ahí está la versión de “You Shook Me”, de Willie Dixon (un tema que Jeff Beck también acababa de grabar para su debut en solitario, Truth), con duelo de guitarra y voz al final, un juego que les sería muy útil en los conciertos. Atención a las dos versiones de esta canción que grabaron para la BBC. También están las relecturas de “I Can’t Quit You Babe” (también de Dixon) y la psicodélica/fantasmagórica “Dazed and Confused” (otro plagio: Page no acreditó a Jake Holmes hasta que éste no le demandó en el 2010), que podían alargar hasta la extenuación, como esos 30 minutos que se pueden escuchar en el directo The Song Remains the Same.
“Your Time is Gonna Come” tiene un sonido pop psicodélico (casi podrían haberla firmado los Barclay James Harvest de su primera época), con una intro de órgano que le da un aire casi góspel. El disco contiene otros dos temas clave de la primera etapa del grupo, “Communication Breakdown” y la excesiva “How Many More Times”, con Page tocando la guitarra con arco, como si un violín de otra dimensión se tratase. Muy interesante también el raga-blues instrumental “Black Mountain Side” (con el añadido de la tabla tocada por Viram Jasani). Aparece acreditada a Page, aunque en realidad sacó la inspiración del tema folk irlandés “Down by Blackwaterside”, con un arreglo de Bert Jansch. Y es que Page tuvo la enorme jeta de apropiarse de material ajeno en varias ocasiones sin acreditar la fuente original, algo que le supuso al grupo diversos litigios… Por cierto, una lástima que no incluyeran en el disco “As Long as I Have You”, una demoledora versión de la canción de Garnet Mimms que tocaban en directo en esa época y con la que improvisaban a gusto. Disponible en algunos bootlegs, conviene escuchar en Youtube la versión de 18 minutos del 27/04/69.
6- LED ZEPPELIN II (1969)
Para su segundo álbum, la banda intentó componer el máximo material posible e ir aparcando las versiones. Sin embargo, el disco quizás se resiente de la falta de tiempo para componer nuevas canciones: el primer disco había salido tan solo nueve meses antes, y el segundo se grabó en una docena de estudios (!) debido a las giras programadas. Así, pese a sus muchos aciertos, no es un disco redondo: las dos piezas finales, “Moby Dick” y “Bring It on Home” (compuesta a partir de un tema de Willie Dixon) no están a la altura del resto del material. Esta última porque, pese a un interesante riff, tiene en realidad una estructura de blues bastante convencional. Y “Moby Dick”, por el innecesario solo de batería. Sí, claro, en los directos Bonzo se luciría hasta lo indecible con esta pieza (rivalizando con “The Mule”, de los Purple), pero en estudio queda de un ostentoso subido. Sin embargo, el disco tiene muchos grandes momentos. Y aunque mucha gente se quede sobre todo con la arrolladora “Whole Lotta Love”, hay varias perlas de igual o mayor calibre, como “What is and What Should Never Be” (con cambios increíbles, de lo más susurrante a lo más atronador) o el medio tiempo “Thank You”, con un estupendo órgano Hammond (casi podría pasar por un tema de Procol Harum). “Heartbreaker”, por otro lado, tiene un potente riff que ha influido a gente como Eddie Van Halen o Steve Vai. Por cierto, el disco contiene una canción que el grupo nunca tocó en directo, “Living Loving Maid (She’s Just a Woman)”, porque de hecho no les gustaba ni a Page ni a Plant, sus propios autores (Page ha dicho que es la canción que menos le gusta del grupo). Una de las perlas que suelen pasar desapercibidas es “Ramble On”, perfecta fusión entre blues, folk y hard rock. En directo apenas la tocaron, y solo un fragmento como parte de un medley. Por eso fue una grata sorpresa que la interpretaran entera por primera y última vez en el concierto de reunión de 2017.
5- IN THROUGH THE OUT DOOR (1979)
El único disco del grupo en el que Page no llevó las riendas, aunque aparezca como productor. Y es que en esta época podía más su amor por las drogas que por las guitarras. Al mismo tiempo, Bonham estaba lidiando con los demonios del alcohol pero, a pesar de todo, su labor con la batería es impecable. Suerte hubo que John Paul Jones tomó el mando… Así, no es de extrañar que haya piezas con prominencia de teclados, caso de la inicial “In the Evening” (con ecos orientales en la onda de “Kashmir”) y la larga “Carouselambra”, una dinámica pieza con diversos pasajes bien entrelazados, que entronca más con el rock progresivo que con el rock duro. De hecho, no desentonaría en Tormato o Drama de Yes, ni tampoco en Permanent Waves o Moving Pictures, de Rush. “South Bound Saurez” y “Fool in the Rain” son dos temas vitalistas que entran muy bien: el primero con un piano estilo boogie, el segundo con un sorprendente aire de samba a la mitad. Y luegó está “Hot Dog”, una delicia a medio camino entre el rockabilly y el country. Y es que Led Zeppelin se atrevían con todo y siempre salían airosos.
La balada “All my Love” (quizás la pieza más convencional del disco y la menos inspirada) fue compuesta a medias entre Jones y Plant, y dedicada al hijo de éste, Karac, que había muerto en 1977 con tan solo cinco años. La otra balada es la fantástica “I’m Gonna Crawl”, con toques de blues (bonito solo de Page) y soul, un poco en la estela de “Since I’ve Been Loving You”. Pero también tiene un curioso parecido con “Oh! Darling” de los Beatles, por su extraño ritmo de vals, sus cortes secos de guitarra y la voz agresiva. Y al final Plant emite unos cuantos rugidos espléndidos marca de la casa.
4- LED ZEPPELIN III (1970)
Cuando se publicó este disco por primera vez hubo gente que no entendió la inclusión de varios temas acústicos. Seguramente esperaban una repetición de la fórmula de hard-rock-blues de sus dos primeros trabajos. Pero este tercer álbum es la prueba evidente de la amplitud de miras del grupo. El disco arranca con la feroz “Immigrant Song”, un soberbio vendaval sonoro como emulando a los jinetes del Apocalipsis liderados por el grito de guerra de Plant. Le sigue “Friends” que, aunque es una pieza acústica, dista bastante de ser una balada al uso, pues tiene unos arreglos que inciden en la música hindú. Por su parte, “Celebration Day” y “Out of the Tiles” nos retrotraen al sonido aguerrido de sus dos primeros discos. Pero es en las baladas y medios tiempos donde encontramos ese cambio de rumbo de la banda, ocupando la segunda mitad del disco: “Tangerine”, “That’s the Way”, “Bron-Y-Aur Stomp” y las tradicionales “Gallows Pole” y “Hats Off to (Roy) Harper” (aunque sea la pieza menos inspirada del disco, y una manera un tanto desabrida de acabarlo).
Y luego está la espléndida y brumosa “Since I’ve Been Loving You”, con un Plant llegando a cotas de expresividad como casi nunca en toda su carrera (también hay versiones en vivo realmente vibrantes), y un delicado y ejemplar arreglo de órgano a cargo de Jones. Aunque el blues no esté entre tus estilos preferidos, es casi imposible no sucumbir ante el embrujo de este tema. El abajo firmante duda en si no será quizás la mejor pieza del grupo…
3- LED ZEPPELIN IV (1971)
El cuarto álbum de hecho ni tiene título ni aparece el nombre de la banda en la carpeta, tan solo cuatro símbolos que representan a los cuatro integrantes. Y es que Page seguía incidiendo en su vena esotérica (que apenas secundaban los otros tres). El inicio del disco es uno de los más espectaculares de la Historia del Rock, “Black Dog”, con un riff endiablado (que salió de Jonesy, no de Page) mezclado con una batería a contratiempo. Le sigue la también clásica “Rock and Roll” (con el Stone Ian Stewart al piano), un homenaje al rock primigenio de Chuck Berry, Little Richard y compañía (aunque, todo hay que decirlo, la banda grabó antes y después temas rockeros con más personalidad). Siguiendo la estela de Led Zeppelin III, el disco incluye dos pequeñas perlas acústicas. Por un lado, “The Battle of Evermore”, con gran protagonismo de la mandolina y la voz de Sandy Denny (cantante de los folkies Fairport Convention). Esa química en las voces anticipa el estupendo disco que grabaría Plant con Alison Krauss en 2007, Raising Sand. La otra es “Going to California” (inspirada en Joni Mitchell), de la que unos tales Pearl Jam harían un pequeño plagio con su “Given to Fly”…
“Four Sticks” tiene un riff insistente, casi como un mantra hindú, de ahí su aroma oriental. También están “Misty Mountain Hop”, con piano eléctrico de Jones y una vitalista melodía casi pop, y la pantanosa “When the Levee Breaks”, un viejo blues de 1929 de Memphis Minnie que los Zep hicieron irreconocible, llevándola a un nivel de otra galaxia. Plant tocó una armónica con un efecto de eco, haciendo que sonara como un artefacto amenazador, más incluso que las guitarras de Page. Y claro, ahí están los gloriosos ocho minutos de la pieza estelar, “Stairway to Heaven”, cuya cadencia inicial de acordes recuerda al tema “Taurus”, de la banda Spirit (en esta ocasión, el posible plagio fue desestimado en los tribunales). Empieza como una balada (con flautas al principio, aunque en directo Jones utilizaría el mellotron) y va ganando fuerza y velocidad hasta llegar a un clímax memorable. Hubiese sido ideal para cerrar el álbum, más que a mitad del mismo, pero para gustos colores…
2- PHYSICAL GRAFFITI (1975)
Descomunal doble disco donde el grupo toca muchos palos, en la línea del Doble Blanco de los Beatles. Pero a diferencia de este último, Physical Graffiti (cuya portada se inspiró en la de Compartments, de José Feliciano) contiene descartes de discos anteriores. Sin embargo, aquí no hay material de relleno, y si se trataba de material sobrante, emplearon la dedicación necesaria para que las canciones estuvieran en su punto justo. Y esa variedad es lo que hace tan grande a este disco. Por ejemplo, “Trampled Under Foot” (que a Bonham le encantaba tocar en directo) es una suerte de funk-rock, inspirándose en “Superstition”, de Stevie Wonder. “Down by the Seaside” tira hacia el soft-rock, y no desentonaría en un disco de los Fleetwood Mac de esa época o incluso en uno de Supertramp (sí), con ese piano eléctrico y esa voz en falsete (curiosamente, pese a su gran gancho comercial, nunca la tocaron en directo). Repasar cada una de las quince canciones en profundidad sería demasiado largo pero, además de la épica “Kashmir” (una de las favoritas de Jones y Plant) y la acústica “Bron-Yr-Aur”, seguramente son las más rockeras las que siguen sonando más frescas: “Custard Pie”, “The Rover”, “Houses of the Holy”, “The Wanton Song”, la áspera “Sick Again” y “Night Flight” (si la pones en bucle unas cuantas veces, veras como recargas las pilas). Physical Graffiti (la obra cumbre del grupo, según Page) es de los discos de Zeppelin que más invitan a escuchas periódicas.
1- HOUSES OF THE HOLY (1973)
Tras el creciente y rotundo éxito de los primeros cuatro discos del grupo, podrían haberse dormido en los laureles, repetir lo ya conocido y esperar que la gente pasara por caja. Pero lejos de limitarse a otro “Whole Lotta Love”, a otro “Rock and Roll” o incluso a otro “Stairway to Heaven”, volvieron a arriesgarse ofreciendo un álbum ecléctico y con claras connotaciones progresivas, demostrando que lo suyo era mucho, mucho más que rock duro.
El disco empieza con “The Song Remains the Same”, otro de esos temas de “asalto” al estilo de “Immigrant Song”, pero tras la soberbia introducción instrumental el tema muta en algo más elaborado. Le sigue la majestuosa “The Rain Song”, puro rock progresivo con gran protagonismo del mellotron que consigue que el tema se expanda (extraño que Jones no figure como co-autor). Page la compuso como reacción a que George Harrison había dicho que Led Zeppelin no sabían componer baladas. “Over the Hills and Far Away” tiene su semilla en “White Summer”, un tema instrumental que Page compuso en su etapa con los Yardbirds (y que a su vez contiene ideas de una canción folk irlandesa, “She Moved through the Fair”). Empieza como si fuera una pieza acústica de su tercer disco para luego dar un espléndido golpe sobre la mesa. La primera mitad del disco se cierra con “The Crunge”, construido a partir de un espasmódico ritmo de funk de Bonham durante una jam.
“Dancing Days” es un boogie rock comercial casi bailable, como indica su título. Salió como cara B del single “Over the Hills and Far Away”, aunque podría haber sido perfectamente la cara A. Y por si el disco no estaba ofreciendo ya suficientes sorpresas, ahí está “D’yer Ma’ker”, en esta ocasión jugando con un ritmo reggae (aunque a Jones no le gustaba porque consideraba que era como una broma). Luego, otra ración de prog (y gotas de psicodelia) con “No Quarter”, con un piano eléctrico que recuerda el inicio de la soberbia suite “Echoes” de Pink Floyd. En vivo podían alargarla hasta la media hora, cuatro veces la duración de la versión original. El cierre lo echan con “The Ocean”, otra maravilla inclasificable con estupendos riffs que nos retrotraen a los momentos más rockeros de sus primeros cuatro discos, pero al final el tema se acelera por sorpresa, con un Plant disfrutando de lo lindo y exclamando “ooooh, is so good!” Houses of the Holy quizás no tenga los temas más conocidos de la banda, pero es el álbum más consistente, variado y elegante de Led Zeppelin, y contiene más ideas que discografías enteras de otros grupos.
Texto: Jordi Planas
Pocos consideran a Houses of the Holy como el mejor álbum de LZ, pero yo estoy totalmente de acuerdo con esa apreciación. Clasificación algo sorprendente, pero bastante bien argumentada.