No vamos a repasar de nuevo la trayectoria del californiano, todo aquel que siga la actualidad del blues sabe de su impoluta carrera. No hace falta presentación alguna, con decir que a sus sesenta y nueve primaveras es uno de los artistas en mejor forma del estilo basta y sobra. Además, está viviendo una segunda juventud, ya que sus últimas entregas discográficas son de un nivel que impresiona, Stompin’ Ground (2017), Killin’ it Live (2019) y, sobre todo, el magnífico A Bluesman Came to Town del 2021 certifican el momento dulce que atraviesa.
En este último lanzamiento vuelve, en cierta medida, a las raíces. Presentando Closer To The Bone (Alligator) como un trabajo de vieja escuela. Yo no diría tanto, pero por ahí anda la cosa. Ha sido grabado en los Greaseland de San José, con su banda habitual, The Painkillers, producido por Christoffer Kid Andersen y con una nómina de invitados que quita el hipo: los armonicistas Rick Estrin y Billy Branch, Deanna Bogart, Jim Pugh, The Sons Of The Soul Revivers y un Kid Anderson que además de producir colabora aportando guitarras rítmicas, bajo, órgano y piano. Castro nos ofrece otra soberbia lección de como abordar la música del diablo en pleno siglo XXI, manteniéndose todavía vital y enérgico.
Solo tres temas llevan su firma, «Can’t Catch a Break», rumbosa apertura con vientos y ritmo vivo, «Crazy Woman Blues», ortodoxia pura, un blues duro como el pedernal, y «Ain’t Worth the Heartache», con compás de shuffle agitado, el resto son adaptaciones de cancioneros ajenos. Pero, como de buen gusto va sobrado, el listado impresiona, podemos destacar «Hole In The Wall» (Magic Slim), donde tira de boogie trotón, «She Moves Me» (Johnny Guitar Watson) sale directa de los clubs de Chicago, «Bloodshot Eyes», un viejo tema de Wynonie Harris pasado por el filtro gumbo de New Orleans que nos cuenta las penurias de un amor agitado. Estrin brilla a la armónica en «The Way You Do», original de Johnny Nolan y Deanna Bogart hace lo propio con su voz en «Keep Your Dog Inside», composición de Gary Michael Duke y Joe New, mientras «One More Night» (Johnny Nitro Newman) suena al Texas de los hermanos Vaughan con Tommy tocando una vieja Stratocaster del 66 de la que fue dueño el propio Newman.
Aquel joven que soñaba con ser como sus ídolos, Hooker, Albert King, Buddy Guy, mientras escuchaba sus vinilos en su habitación puede estar satisfecho. El sueño se ha hecho realidad. Con más de una veintena de álbumes a sus espaldas y cientos de escenarios pisados, ha sido, y es, uno de los portadores con más empaque de la llama del viejo blues. Un género que deviene inmortal, ajeno al paso del tiempo, permaneciendo fiel a sus orígenes, acompañándonos desde hace décadas, poniendo banda sonora a lo que perdemos y lo que ganamos, lo bueno y lo malo, el amor y el desamor, el pecado y la redención… Música que es pura vida.
Manel Celeiro