Regresa esta sección, en barbecho unas semanas tras el parón para los tradicionales atracones y resacas navideños, con un nombre que ya ha aparecido alguna vez en la misma. El Reverendo Peyton, del que no hablábamos desde 2021, tiene nuevo disco en la lanzadera, un trabajo que, según sus propias palabras “es un poco como volver a mis raíces, una mezcla muy personal de canciones antiguas y nuevas que me han marcado o a las que estoy dando forma actualmente. Es el disco más acústico que hemos hecho en años; micrófonos vintage, guitarras vintage, equipo de grabación vintage, y mucho de mí y mi guitarra. Hay un puñado de Big Damn Band en la mezcla para darle vidilla a las cosas, y una breve lista de leyendas con las que siempre he soñado colaborar”.
En efecto, desde su base de Indiana, Peyton decidió grabar en casa un álbum totalmente acústico en un intento de volver a sus raíces, pero al término, su percusionista Jason The Snakob Powell le convenció para regrabar buena parte de esos temas, reclutando para las mezclas al seis veces ganador del Grammy, Vance Powell. Unas mezclas a las que se presentaron esos invitados que él mismo citaba más arriba, y que incluyen a Billy Branch en «Nell (Prison Cell Blues)» de Blind Lemon Jefferson, al galardonado violinista Michael Cleveland en una estupenda versión del pequeño clásico bluegrass de Keith Allison «Freeborn Man» o a Colton Crawford de The Dead South en «The Good Die Young». Todo ello ha dado como resultado, de nuevo, un gran álbum.
Y de nuevo, nadie posiblemente lo dudaría, nos encontramos con su clásico y personal finger picking, irrenunciable marca de fábrica, a la vez que comprobamos que conserva el rugido bien instalado en sus otras cuerdas, las vocales.
A partir de ahí, desde la sugerente slide que abre el disco en el tema que lo titula, pasando por el toque gospel (cortesía de las McCrary Sisters) en «Looking for a Manger» o las revisiones de clásicos como el «If I Had Possession Over Judgement Day» de Robert Johnson o el «One Dime Blues» de, de nuevo, Blind Lemon Jefferson, el disfrute está asegurado; aunque en esta ocasión y pese a contar tanto con Jason como con su parienta Breezy Peyton al washboard (la Big Damn Band tal cual, vamos), la sensación global tras cada escucha sí es un poco la de haber asistido a un disco del Reverendo como solista. Con los colaboradores mencionados, de acuerdo, pero con su banda -en esta ocasión- más como invitada que como protagonista.
El espíritu de la grabación doméstica original, por más regrabada y remezclada que haya podido estar, perdura de algún modo entre los surcos de Honeysuckle. Y ello, sin significar cambios radicales en su propuesta, resulta un soplo de aire fresco en su, por otra parte, siempre refrescante personalidad.
Eloy Pérez
