Es maravilloso cuando se dan varios motivos. independientes de la música, que logran que un concierto sea especial. Touché Amoré colgaba por primera vez el cartel de ´sold out´ en Madrid, tras diecisiete años de trayectoria y seis discos de estudio, y eso ya era motivo de celebración. Si a eso le añadimos un público entregado desde los primeros compases, un Jeremy Bolm que disfrutaba como un enano y una banda que demostró, a pesar de los problemas técnicos en algunos momentos, los motivos por los que es considerada referente del postharcdore en la última década, nos encontramos ante un concierto por el cual merece y mucho la pena pagar la entrada.
La banda californiana, genialmente secundada por las actuaciones de Boneflower y, sobre todo, de Trauma Ray, ofreció un concierto enérgico en el que la conexión con los espectadores guió la escasa hora de duración del bolo. “Corto, pero intenso”, en su máxima expresión.
Touché Amoré venía a presentar Spiral In a Straight Line, uno de los álbumes más destacados del pasado año. Un trabajo donde el grupo volvió a sus orígenes, aunque con un punto de madurez tanto en letras como en sonido que les ha otorgado el paso del tiempo. Un álbum que ha tenido una gran acogida y que cuenta con “Hal Ashby”, el tema que más destacó en la noche de ayer.
Sin embargo, y para el que aquí escribe, lo mejor de la velada fueron las canciones de Lament, donde los Touché Amoré más introspectivos se mezclaban con esa esencia hardcore de bandas como Fugazi o At the Drive-In, algo que los allí presentes agradecíamos pogo tras pogo. Una actitud, tanto de la banda como de los espectadores, que lograron tapar el bajo sonido de los micros secundarios, lo que provocó que canciones como “Limelight” no brillaran como debieran.
En definitiva, la confirmación de una banda de directo, cuyo sonido en vivo se come al sonido de estudio. Un concierto de piel con piel y de sacar todo lo que uno lleva dentro que hubiera sido perfecto si la última canción hubiera sido “Goodbye for Now”. Pero bueno, en esto del hardcore, tampoco vamos a ponernos exquisitos.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo