Esta noche, la Sala Apolo rinde homenaje a 65 años de trayectoria de los Sirex. Para caldear el ambiente, un periódico ha publicado una entrevista con el grupo, y la ha titulado con una buena pregunta ¿es la banda más longeva del mundo? Si la carrera de este grupo de Barcelona es larga, todavía lo es más la legión de admiradores que hace cola de forma disciplinada a lo largo de la acera de la Avinguda del Paral.lel.
Los que llegan se echan las manos a la cabeza, y comentan sorprendidos que no se esperaban semejante éxito, que pensaban que seríamos cuatro gatos. En su mayoría son ancianos y ancianas con ganas de guerra, algunos dicharacheros, otros más estoicos y silenciosos. Quizá muchos de ellos vieron a los Sirex en su día, quién sabe si también en la Plaza de Toros Monumental, cuando telonearon a los Beatles. También hay, camuflado entre la muchedumbre de abueletes, algún rockero orgulloso, maqueado como en las grandes ocasiones.
Ya en el interior de la sala, llega la hora del pase. Se apagan las luces, suena a modo de introducción “2001, Odisea Del Espacio” y a continuación, todavía sin cantante, la banda interpreta “Peter Gunn”, el instrumental que los Blues Brothers usaban para abrir sus conciertos. Pocas bromas, porque los Sirex suenan compactos y potentes. Esto no tiene nada de pachanga, donde cuatro viejos combatientes se reúnen para tocar y se les perdonan todos los lapsus o notas fuera de tono.
Con Leslie en el escenario, empiezan a caer los grandes éxitos del grupo: “Quiero Que Lo Pases Bien”, “San Carlos Club”, “Tus Celos”… La cosa ha empezado fuerte, de momento no hemos visto más que la vertiente más rockera del grupo, y Leslie no puede ni quiere parar. Tanto es así, que cuando Juanjo Calvo le susurra que ya debería decirle algo al público, Leslie le responde, impaciente por seguir, “música, música, ya hablaremos…”.
Son tantos los temas, que alguno tendrá que sonar de forma parcial, como “Qué Bueno Qué Bueno”, o “Presumida”, en forma de medley. Por fin, Leslie, empieza a hablar con el público, y da rienda suelta a su faceta de consumado conversador y relaciones públicas. No en vano, se pasó media vida en el chiringuito de sus suegros, entreteniendo a los comensales, luchando porque no desaparecieran esos entrañables restaurantes de la Barceloneta, a pie de playa, hoy desaparecidos. Alguien ha traído una pancarta, él la lee en voz alta, y dice “oye, llámame, y mañana quedamos para tomar un pelotazo”. Luego agradece la presencia de los que han venido de otras ciudades de España, y añade “ha venido uno de Logroño, que me ha traído unos torreznos”. La guinda la pone Juanjo, cuando añade: “también han venido mis nietos, y mira que es difícil reunirlos a todos”.

Mención aparte merecen los invitados especiales. El primero en aparecer es Pere Gené de Lone Star, que derrocha energía cantando “Wear My Ring Around Your Neck” de Elvis Presley, y nos deja a todos helados cuando anuncia que este 31 de enero cumplirá 86 años. Más tarde, con Manolo García, los Sirex interpretarán “Que Se Mueran Los Feos” y “La Escoba”, y con Carlos Segarra, “Muchacha Bonita”. A los tres se les ve algo desarmados, a merced de las salidas imprevisibles de Leslie. Todo ocurre de forma caótica e improvisada, pero aún así, Manolo García consigue lanzar un par de cargas de profundidad, cuando dice que los Sírex surgieron en un momento muy gris de nuestra historia para aportar luz y señalar el camino, y también cuando enumera a los Mustang, a los Salvajes, a Lone Star o a los propios Sirex, y nos recuerda que Barcelona es una ciudad rockera.
Se acaba el concierto y llega la hora de desalojar el Apolo. Al bajar por las escaleras, hay que cederle al paso a alguna señora, que se agarra a la barandilla y desciende trabajosamente, apoyada en su bastón. Esto ha sido una fiesta. Un homenaje al rock’n’roll, en cualquiera de sus muchas acepciones. Para algunos de los que han venido, tal vez los Sirex representan una filosofía de vida. Para otros, quizá tan solo un entretenimiento, o un borroso recuerdo de juventud. Pero una cosa está clara. Esta noche, todos nos iremos a la cama contentos.
Texto: Alex Fernández de Castro
Fotos: Marina Tomás Roch