Qué alegría cuando triunfa la calidad, la pasión y la buena gente. Algo más de siete años de aquella suerte de presenciar el debut en vivo de unos chavales que, con escuchar solo un tema, no había que ser muy listo para sentir que lo que estábamos presenciando era cosa seria… 1 de diciembre de 2017 en la sevillana y mítica sala Fun Club, abriendo para Quentin Gas y Los Zíngaros (con Gringo y el ex Motoreta Máscara entre sus miembros, y con Papi Pachuli tocando el sitar esa noche también junto a Quentin), con esa locura de nombre, ahora tan familiar y querido, que llamaba tanto la atención en el cartel: Derby Motoreta’s Burrito Kachimba.
Salieron a escena a tumba abierta (como siempre desde entonces) y nos dejaron con la boca abierta en poco más de 25 minutos, tocando los 6 temas que tenían, alguno de ellos terminados a la carrera para la ocasión… Y ahora estamos aquí, de reencuentros en Madrid (tras coger dos aviones y recorrer más de 1.400 kilómetros, porque no podíamos faltar), acercándonos, en la mejor de las compañías, a un WiZink Center (Movistar Arena) en el que esperan casi 6.000 personas, para fundirnos en un homenaje colectivo a una banda que despegó hace poco más de siete años y marcó un antes y un después en el rock nacional.
Tres discos en su haber, del incendiario debut homónimo de 2019, “Derby Motoreta’s Burrito Kachimba”, al aún humeante “Bolsa Amarilla y Piedra Potente” (2024), pasando por un 7 pulgadas homenaje a Camarón, una nominación a Los Goya por mejor canción, “Las leyes de la frontera”, infinidad de colaboraciones y ese segundo largo al que le tengo un cariño especial, un “Hilo negro” (2021) que nos llevó de aquella Málaga enamorada a Sevilla, restricciones pandémicas aún presentes, para realizar sesión de fotos (fueron portada de nuestra revista, Enero de 2021) y la entrevista más larga y especial que he hecho. Y toca celebrar eso de lo que se enamoró Kiko Veneno (no pudo asistir, pero estuvo presente), aunque a veces duela: la vida, y para ello un concierto histórico en el que tocaran todas sus canciones (si no me falla la memoria, solo quedaron fuera “La cueva”, “Alas del mar” y la versión de “Viejo mundo”), con un buen puñado de invitados estelares para la ocasión.
Así, tomamos posiciones y, tras la inquietante obertura “cinematográfica” de “Agua grande”, saltamos por los aires con “Seis pistones (Makensy’s dream)” y ya no volvemos a tocar el suelo hasta el final de los finales. Formación titular, Dandy Piranha (voz), Bacca (guitarra), Gringo (guitarra), Soni (bajo), Papi Pachuli (batería) y Machete Carrasco (sintetizador y teclados), más extra de percusiones de las manos de Javi Ruibal. Todos como si fuera la primera y última noche en la Tierra, haciendo que corra la pólvora y que la combustión instantánea colectiva no tenga tregua. Nos llevan por delante con el primer himno de la noche, “The New Gizz”, seguida de “Prodigio” y balacera a quemarropa de “Hilo negro”, con Julio Ródenas como primer invitado de la velada, uniéndose a la guitarra en “Porselana Teeth”, tras la espléndida estela poética y orgía instrumental de “Caño cojo”.
Tiemblan los cimientos del antiguo Palacio de Deportes con repoker de “Bolsa Amarilla y Piedra Potente”, destacando los pasajes espaciales y atmosféricas de “Pétalos” (torbellino guitarrero incluido) y “Manguara”, una maravillosa “Ef Laló” que pellizca en cada verso y hace sonreír a Manuel Molina allí donde esté; y, previa joya explosiva de la corona kinkidélica que no pide piedad, “Grecas”, una “Tierra” interestelar en la que la voz de Anni B. Sweet y Dandy Piranha, funden todo recuerdo amargo en la aurora de mil colores que dibuja la banda.
Intentamos ponernos al día y coger aire, pero otro bombardeo de hits incontestables que suenan más potentes que nunca caen sobre nosotros: de las cumbres de “El valle” y “La fuente”, a una “Gitana” a corazón abierto, con Elena Gog uniéndose al baile, pasando por una vibrante e hipnótica “Turbocamello” como otra de las cimas de la noche, con aroma a sonidos de Anatolia y a la psicodelia King Gizzardiana más juguetona en vena, con plus de magia a la percusión por El Indio (batería de Vetusta Morla).
Superado el ecuador sin darnos cuenta, tras una pegadiza “Gun-Gun” con nervio groove y alma metalera, dos colaboraciones para el recuerdo, El Canijo de Jerez en una muy coreada “Las leyes de la frontera”, rebosante de ritmos rumberos y caño roto; y si antes Miguel, tras dejarse el alma en “La fuente”, gritó: ¡Morente vive!, ahora toca homenaje a Camarón y Lorca en una “Nana del caballo grande” inolvidable junto al quejío eléctrico de Ángeles Toledano. Estamos vivos de milagro y nos rematan con una bellísima “Somnium Igni (Pt. 1)” en la que, confieso, se me escapa más de una lágrima, con Escot y Miguel mano a mano, seguida de su electrificada secuela, “Somnium Igni (Pt. 2)”, con la banda al completo quemando las naves. Y como broche, cruzamos ese “pozo que hay de la rabia al amor” con una relampagueante y crepuscular “13 Monos” imparable, para terminar de arder y atravesar el tiempo con “Samrkanda”.
Y tras partir el universo en dos, vuelven con un arsenal de bises altamente explosivos: “La piedra de Sharon” (con el espíritu de sus Triana más afilados y psicodélicos a flor de piel), rebelión en “El chinche”, con Álvaro Aspe escupiendo fuego a la armónica, para seguir ardiendo y bailando alrededor de la hoguera con “Manteca” y “Dámela”.
Colofón con otras dos imprescindibles del cancionero kinkidélico que hace que se tambalee Madrid al completo, “Aliento de dragón” y “El salto del gitano”. Sonrisa sanadora y colectiva con todos los músicos sobre las tablas, bailando y cantando “La cachimba” de Los Chichos que suena de fondo.
Más de dos horas y media de música celebrando la rompedora trayectoria de unos superhéroes de barrio que, con capa o sin ella, seguirán volando y atravesando cualquier techo habido y por haber. ¡Larga vida a los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba!
Texto: David Pérez Marín
Fotos: Salomé Sagüillo