Anna Kendrick – una de esas actrices de las que uno siempre ha sospechado que se podría sacar más juego – ha tenido la desgracia de ver renombrado en España su film de debut como directora con uno de los títulos más horribles del año. No se puede achacar responsabilidad alguna de ello a la incipiente realizadora que, con todo, factura su trabajo con solvencia.
Sin cargar excesivamente las tintas en un sistema que permitió a un asesino múltiple campar a sus anchas durante demasiado tiempo, y sin tampoco crear un relato de suspense de “caza del homicida” al uso, Kendrick consigue una eficaz a la vez que malsana atmósfera que recrea los años setenta en Los Ángeles y su entorno. Además, se regala un potente papel como la actriz sin suerte que – inducida más por su representante que por propia convicción – decide participar en un conocido programa en la que una jovencita debe escoger entre tres pretendientes. Sí, efectivamente, ese es el “juego de citas” del título.
El personaje de Kendrick se supone que debe ser una “chica bonita e ingenua”, que debe sentirse sorprendida, turbada o halagada – ya saben – por las respuestas de los chicos a sus preguntas con doble intención. Sin embargo, en un momento – posiblemente, en el mismo en el que parece tirar por el desagüe su intención de convertirse en actriz-, decide salirse del guion. Con ácidas preguntas de creación propia que descartarán al resto de lechuguinos que participan en la contienda, en beneficio del apuesto fotógrafo que incorpora Daniel Zovatto. Quién no dispone de los suficientes matices para dotar de personalidad a un personaje tan complejo y que, irremediablemente, se ve devorado por su partenaire femenina en las tensas y últimas escenas de este interesante film.
Cristóbal Cuenca