Encuentros

Leif Vollebekk, la cosmogonía de una canción

Desde Otawa, Canadá, Vollebekk emprende un viaje épico y atómico hacia las profundidades del alma con su último álbum “Revelation”. Naturaleza, sueños y filosofía son patrones que dan forma a las canciones, una nueva revelación desvelada gracias a la madurez artística de Vollebekk. El álbum nos invita a reflexionar sobre la condición humana y nuestro lugar en el universo.

Había imaginado a Leif Vollebekk como un frío ermitaño nórdico, su alma envuelta en las brumas de su propia música. Sin embargo, al encontrar al canadiense en el ascensor del hotel subiendo hacia la azotea, se abrió el cielo azul. La realidad se presentó como una paradoja. Su sonrisa, amplia y cálida, disipó la niebla de mis expectativas, revelando a un hombre sencillo, brillante y perspicaz. La conversación fluyó como un río rápido: me contó que las letras del disco se gestaron en pleno encierro pandémico por eso las canciones son luminosas pero esa luz ilumina muchas sombras. Las canciones brillan pero para escribirlas debemos apagar el resto, callar nuestra voz para entender su lenguaje y así descubrir que todo lo que creamos está tejido por el hilo con el que  se cose el universo.

Junto a nosotros en las mesas cercanas un grupo de turistas franceses reían a voces al ritmo de vermut y bebidas de color naranja, los tejados de Lavapiés parecían leves y oxidados. Leif, curioso y vivaz, manejaba una libreta que bailaba entre sus dedos con dibujos, recortes de periódico y frases de estoicos, aristotélicos, idealistas, kantianos, metafísicos, excéntricos e ilustres maestros.

Leif, estudiaste filosofía. En algunas canciones de «Revelation» se siente el poso filosófico a la hora de hablar del tiempo, ¿Te ha ayudado la filosofía a desgranar conceptos y utilizarlos en las canciones?

Creo que siempre he querido escribir música y tocar. Terminé estudiando filosofía porque descubrí que era lo más interesante. Era algo que me permitía analizar y pensar. La filosofía me ayuda a mirar al mundo con profundidad y entender cómo otras personas lo miraron para intentar entenderlo. Muchas respuestas se encuentran en el fondo de nuestra mente por eso es bueno utilizar fundamentos que ya trató Nietzsche, por ejemplo. Muchos de sus pensamientos acaban siendo ideas poéticas. Un análisis de la existencia puede dar lugar a una canción preciosa. Jugar con el mito, cambiar la mirada a través de los arquetipos. Carl Jung o Wittgenstein no son más que poetas, siguen caminos similares a los de un creador de canciones para llegar a sus respuestas.

Las ideas filosóficas nos empujan a hacer bailar nuestros pensamientos, las buenas canciones deberían hacer lo mismo y encima les sumamos melodía. Las buenas canciones deberían hacer tambalear tus ideas y hacerte ver el mundo de otra manera.

En el proceso de creación profundizas en caminos que utilizaron Jung, Mendelev o incluso Isaac Newton al utilizar los sueños para hacer premoniciones, descubrimientos o escuchar música y componer.

Es que el sueño es libertad, allí todo es posible, somos libres de pensamiento en el sueño, no hay normas, se rompen barreras y fluimos en un éter de pensamientos y recuerdos. Las canciones hablan el mismo lenguaje de los sueños. Muchas veces cuando escribes una canción parece que siempre estás pensando en otra persona, después piensas que no, que lo que dice es para los dos y al final te das cuenta de que todo el rato hablabas de ti. Cantas la canción y ves que trata de ti. Es como un sueño extraño, algo extraordinario.

“Surfer´s Journal” es una de esas canciones con fondo filosófico, la mar es una patria a la que siempre volver y nombras una revolución que volverá.

Así es, creo que fue Heidegger quien, antes de volverse loco, dijo aquello de que cada «revolución científica es en realidad un regreso al principio». Siempre es volver a empezar, ¿sabes? Cuando descubren el átomo, las moléculas, hay que volver a entender el universo a través de ese nuevo lenguaje y siempre es un lenguaje que nos habla de la creación. Por eso creo que estamos al borde de un nuevo descubrimiento que nos llevará a una nueva revolución. Cada vez que descubro algo nuevo debo ir al pasado para entender lo que sucedió con esta nueva información. Está canción habla también del amor a través de la amistad que creo, que es el amor más verdadero. Cuando estoy en el mar creo que encuentro mi verdadero lugar en el mundo, es el lugar en el que me gustaría acabar, un buen lugar para morir. Me gusta que la canción desdoble como en un sueño y el sujeto sea, yo, tú o ellos. Se desdoble en personalidades, sea único y colectivo.

En tus canciones parece haber un intento de descifrar la esencia de las personas, ¿cómo describirías esa búsqueda, es como armar un rompecabezas?

Sí, algo así. Es como intentar entender la composición de una persona. ¿Cuáles son las piezas que la conforman? ¿Cómo encajan todas esas pequeñas partes? Es como… ¿Cómo se llama eso?

¿Creo que nombras el concepto “Teselación”?

¡Eso! Teselación. Es como un mosaico. Solo ciertas formas que encajan perfectamente.Triángulos, cuadrados, hexágonos… Pero hay algunas que no, como los pentágonos. No pueden formar un patrón sin dejar huecos. Quedan huecos y por ahí entra sale luz o entra oscuridad.

Foto: Nicholas Sutton

¿Crees que esa búsqueda de «encajar las piezas» también se aplica a la creación musical?

Absolutamente. La música es como un rompecabezas sonoro. Tienes que encontrar las notas, los acordes, los ritmos que encajen perfectamente, que creen una armonía, una sensación de completitud y eso es un proceso constante de prueba y error. Cuando uno termina una canción siente que algo ha conectado de la manera en la que el cosmos lo requería, pareciera que una canción no es tan importante para el universo pero todo lo que hacemos, esta libreta, aquellas bebidas, estas personas, todos están cosidos con los mismos patrones, hablamos el mismo idioma al junta ideas, armonías, palabras y sonidos.

En este nuevo álbum se percibe una mayor introspección, una especie de aceptación del paso del tiempo y tu posición en la vida. ¿Es una sensación correcta?

Sí, creo que sí. Siento que es muy diferente a mis otros discos, que eran más… no sé, más externos, más enfocados en buscar cosas fuera de mí. En este álbum, cuando lo escribía, estaba muy… ¿cómo decirlo? Enclaustrado, como encerrado en mí mismo. Antes buscaba la aceptación del público, mi aceptación entre todo lo que escuchan dar soluciones a sus rutinas, responder a sus preguntas. Tenía mucho tiempo para reflexionar, para mirar hacia adentro. Esta vez las razones y las respuestas dan voz a preguntas que solo yo me hago. Muchas cosas que antes me preocupaban dejaron de hacerlo y dan voz a unas cuestiones mucho más reales y sinceras.

Porque el inicio de gestación de este disco coincide con el inicio de la pandemia.¿Cómo cambió tu proceso creativo durante el aislamiento?

Fue muy diferente. Tenía todo el tiempo del mundo. Me levantaba, desayunaba y me sentaba al piano. Intentaba recordar mis sueños, las sensaciones que había tenido y luego trataba de traducirlas en música. A veces pasaba semanas trabajando en una sola canción, explorando diferentes melodías y letras. La música se convirtió en mi diario durante ese tiempo. Era como una terapia, un lugar donde podía expresar todo lo que sentía sin juzgarme. A través de las canciones, exploraba mis miedos, mis esperanzas, mi soledad… Y al hacerlo, me sentía menos solo. La música me permitió conectar con una parte más profunda de mí mismo y encontrar un sentido en medio de la incertidumbre.

Me decías que escribías a mano o en una máquina de escribir ¿por qué hacerlo así?

Quería evitar las distracciones. El ordenador, internet… Eso me desconcentra. Con la máquina de escribir, solo estás tú, el papel y las palabras. No hay notificaciones, no hay tentaciones. Las ideas van directas hacia su destino.Hemingway decía algo sobre la importancia de escribir a mano… Creo que era algo así como que al escribir a mano, te obligas a pensar más, a elegir cada palabra con más cuidado. Y luego, al volver a leer lo escrito, lo ves con otros ojos, descubres nuevas conexiones.

En la canción «Rock and Roll» hay una historia muy interesante sobre un sueño, ¿no? La de tu abuelo, la de Jeff Buckley…

Sí, es una canción muy especial. Resulta que estaba ensayando, obsesionado con Led Zeppelin, tratando de dominar el intro de «Rock and Roll», que es un poco peculiar, no empieza en el compás uno.No es uno, dos, tres, cuatro. Es… (Intenta tararear el ritmo) Es… difícil de explicar.Y entonces, de repente, me di cuenta de cómo empezaba. Y resulta que Jeff Buckley me lo había explicado años atrás en un sueño, justo. Jeff Buckley me contaba el misterio del comienzo de esa canción, esa introducción con una métrica tan diferente al resto de la canción. Después aparecía mi abuelo y empecé a cantar la parte final de la canción a la manera de Little Richard, con esos ¡subiriwap! que tanto me gustaban de niño y sentía como que el mismo Little Richard estaba allí. Y luego, días después, fue una locura cuando me enteré de que Little Richard había muerto. ¡Le había visto en mi sueño y días después murió!

¡Increíble! ¿Crees que hay alguna conexión, algún tipo de señal?

No sé, quizás es solo una coincidencia. Pero me dejó pensando… ¿Cómo es posible? ¿De dónde vienen estas ideas, estas conexiones? Es como si la música, todas las artes, estuvieran conectadas de alguna manera. Como si existiera un flujo constante de ideas, de influencias, que van y vienen a través del tiempo.

¿Qué mensaje te gustaría transmitir a tus oyentes a través de tu música?

Espero que mi música les haga sentir algo, que les evoque recuerdos, que les ayude a conectar con sus propias emociones. Y también, espero que les recuerde la importancia de escuchar, de prestar atención a los pequeños detalles, a las cosas que nos rodean.

 

Texto: Sendoa Bilbao

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