Discomático

Kenneth Norum – This Too Will Pass (Himelaga Records)

Kenneth Norum “This Too Will Pass” – Americana UKUn cantautor treintañero exorcizando los demonios de una ruptura sentimental. Lo nunca visto, vamos, pensarán los lectores más cínicos. Los comprendemos. El mundo occidental está saturado de rascatripas llorones que rompen con la novia y pretenden que el mundo les debe una implosión. Pero como en todo, hay excepciones. Y el noruego este, a quien no conocía ni de oídas, aterrizó en mi órbita con las suficientes señales, a las primeras de cambio, como para decidir darle una oportunidad y traerlo a estas páginas. ¿Por qué? Lo primero, porque su adscripción al americana, sin driblar tópicos, suena sincera. Veraz. Lejos de los señuelos habituales para pescar advenedizos (trad: hípsters de mierda). Y segundo, porque las canciones que pretenden conjurar el mal trago se revelan menos lacrimógenas que emocionantes.

¿Cuál es la trampa, pues, para que no esté la élite crítica hablando de este álbum? Bueno, bien podría ser porque buena parte de ella está reteniendo semen a la espera de la nueva obra maestra de Rosalía (según el calendario de los pigmeos, toca este año), bien porque a este tío lo conocen en su puto pueblo y gracias. O ambas.

En cualquier caso, hay una tercera opción, que apunta a que el amigo Norum -juan palomo en su estudio casero- ha sabido dar lo mejor de sí mismo en aquellos temas en los que se ha dejado acompañar: teclados en su punto, pedal steel con cuentagotas para dar forma a pequeñas joyas como «Love Will come Along», «Here Come The Walls» o «Road Song», canciones que remiten a Will Hoge o al Ryan Adams menos apollardao; folk rock ligeramente electrificado y estupendamente interpretado. Pero también resulta que son las menos, frente a un grueso de temas tranquilos y acústicos que, sin bajar el nivel, descompensan el conjunto hasta cierto punto. Aunque tampoco tanto, porque cosas del nivel de «Letter to an Old Friend» o la final «Train Song» no las escucha uno cada martes. Ni siquiera de la mano de Ray Lamontagne, Iron & Wine o aquel (lejano) Mike Scott en solitario, ecos -entre varios otros- que rebotan entre estos surcos digitales.

Sea como sea, si todo esto ha de pasar, que no pase sin acuse de recibo. Al menos, por nuestra parte.

 

Eloy Pérez

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