No Quiero no llevan mucho tiempo tocando. Y lo mejor que se puede decir de esta banda bilbaína es que no parece que sea así. Esta formación, nacida en 2020 merced a las inquietudes de tres profesionales del sector musical (base fuerte, ojo a eso) como son Gaby Salaverry, Alberto Macías y Antón Uribe, lanzaron en Diciembre de 2021 su primer disco, titulado “Monterey”.
No son muchos años juntos pero es que el artefacto tiene peso y sabor a conocimiento, aroma a algo clásico imbuido de un toque fresco y atractivo. Y qué mejor escenario que el de Bilborock, un templo pero de verdad, una iglesia desacralizada con una acústica excepcional, corazón de muchos proyectos culturales en la Villa y sede de la “Muestra Bilbao Metal Pop Rock” en Aste Nagusia. Vamos, que sobre sus tablas sólo toca quién sabe hacerlo y tiene mucho que ofrecer.
Y tras un exitoso debut en ese mismo escenario (sold out en Septiembre) el quinteto volvió a hacer de las suyas, pues ya con “Monterey” muy vivo era momento de ir presentando píldoras de su segundo trabajo, que llevará el título de “Tóxico”. Tres nuevos singles (apoyados en formato video porque aquí la concepción de la música va más allá de la canción) apuntan a que este segundo disco, el más difícil porque hay que reafirmar lo que fue un excelente debut, tiene trazas de ser más intenso que el primero.
Pero yendo a lo que vimos en Bilborock, No Quiero se presentó con un set diferenciado en dos partes. Primero y consecutivamente, ocho temas de “Monterey” y después nueve más que apuntan alto. Pero lo conocido al principio, que hay que calentar a un personal muy entregado, porque la legión de fans que No Quiero está creándose sabía lo que iba a buscar. Un enérgico inicio con “Ficción” (ese riff que se te mete dentro) y “Monterey”, con bases sólidas de un pop rock rápido y trabajado, dieron paso a otros temas con vocación de power ballad (“Seis y diez”), “Cuatro Paredes” (el bajo de Mario Gutierrez, nivelazo), o la bailable “Muérdeme”, con Javi Alzola al saxo, que recordaba de alguna manera a la atmósfera del “Walk on the Wild Side” de Lou Reed, pero con más cuerpo y densidad. Hay que reseñar que No Quiero manejan el tema de los estribillos pegadizos con elegancia y maestría.
Pero escuchado lo conocido, era momento de experimentar, sorprender al público y reafirmar el ideario de estos seis discípulos del rock. A la contundencia de “Toma de control” le seguía un puntito más festivo con el pop ochentero de ”Amarillo”. Y acto seguido, “Sexy Jane”, los tres temas lanzados como primeros singles. Ojo al tercero, que puso a los pies del escenario a varias féminas en un tema de amores adolescentes y esperanzas para loosers que tienen tanto que ofrecer si les prestas la atención que merecen.
Y es que el concierto iba mostrando varias caras de un grupo que bebe de muchas fuentes y reinterpreta códigos de éxito y calidad a su manera, fresca y contundente, empacada sonoramente y con la cercanía y buen rollo de los que son tan fans como músicos. La discotequera “Te sigo echando de menos”, la suave y delicada “Elisa” o “Tóxico”, una canción cañera y elegante, llegaron antes del tema con el que se cerró el concierto. “Mentiras” se titula y tiene un poso de rock sureño importante, con una calma inicial que se rompía cuando la canción se aceleró para acabar en un pandemónium sónico, aprovechando así el subidón para presentar al grupo. Casi hora y cuarto de una buena ración de pop rock intenso, efervescente, fresco y adictivo. El grupo se llama No Quiero, pero es un “Si Quiero” en toda regla.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows
