El sello Sacred Bones, editaba en mayo del año 2020 “What Is This That Stands Before Me?”, en éste se rendía tributo a los cincuenta años del álbum homónimo de Black Sabbath con reinterpretaciones y adaptaciones de sus clásicos por parte de bandas que tenían en su nómina (Moon Duo, The Soft Moon, Thou, Zola Jesús, etc.…).
Valga esta introducción para recomendar el mismo, y para tomar como referencia la interpretación que hicieron Molchat Doma de “Небеса и Ад (Heaven & Hell)” en clave darkwave luminoso, cantada en bielorruso y con regusto de pista de baile de discoteca de tarde, suponiendo para mí, la primera toma de contacto con la banda,
Desgraciadamente el clásico de los de Birmingham no sonó en la sala Apolo, posiblemente esto sea un indicador de que la banda ha buscado la luz de Los Ángeles, afincándose en dicha ciudad, y se han alejado algo de los tonos grises europeos. Pero los que sí que llegaron directamente de un lugar donde brilla el sol, fueron Urban Heat, la banda de post punk musculado (sobre todo su cantante Jonathan Hortsmann) de Austin abrió la noche con su propuesta nerviosa en forma de un synth hiperactivo, dentro de los parámetros donde las guitarras juegan un papel importante, pero también dentro de la delgada línea que abraza lo comercial, su versión del “Goodbye Horses” de Q Lazzarus supuso uno de los momentos especiales dentro de su set.
Minimalista en cuanto a puesta en escena, y con la sobriedad vía Minsk, Molchat Doma se fusionaron a la belleza de un antiguo teatro, así mismo, lucieron un estilismo oscuro, pero de calcetín blanco. Arrancaron en modo electro y dinámico, para adentrarse en ese valle cargado de aislamiento e introspección que suponen temas como el que da nombre a su reciente trabajo “Belaya Polosa” o “Son”, donde las capas de sombra y luz se entrelazan sin problemas.
En modo baile arrítmico y de espasmo intencionado, nos encontramos afrontando la parte donde nuestros cuerpos requerían de mayor desempeño, “Diskoteka” supuso una muestra de esa necesidad, y donde pareció que Kraftwerk se colaran en una fiesta organizada por Devo, donde para salir a tomar el aire, se recurrió a una amplia introducción de distorsión sintetizada que fluyo en “Na Dne” como fin del primer acto. Entre humo de desolación e ironía, el bis lo marco la mirada a los desarrollos de líneas de bajo de “Kletka”, que generaron un movimiento de perfil punk o de puño en alto hacia “Tantsevat’” y que se remató bailando a ritmo de poesía existencial e hipnótica de redes sociales con “Sudno”.
Por último, y como propuesta de mejora, quizás la banda, necesitaría salir algo de su zona de confort, que no se me malinterprete, su propuesta actualmente es la correcta, aunque algo lineal y estudiada, por lo que no les sentaría mal una vez finiquitada la gira, reinventarse aún un poco más.
P.D.: Si estas valorando acercarte a la banda, no entender ni una sola palabra del idioma en que cantan, no supone un problema, si no lo contrario, ya que hacen la experiencia más orgánica en cuanto a la elegancia de la propuesta musical.
P.D (2).: Si empezábamos este texto con una recomendación, lo remataremos con una obsesión, y es que por momentos parecía que la banda se encontraba atrapada en el álbum “Ultra (1997)” de Depeche Mode, por lo que no me quedará otra que recuperarlo, y comprobar lo bien que suena.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarín