Las grandes celebraciones musicales no acostumbran a ser sinónimo de calidad; la fiesta sobrepasa la eficacia. El primer atisbo de jolgorio ligero, nos lo produjo la entrega a los presentes (quienes llenaron la sala grande del Apolo barcelonés) de una especie de barrita que al crujirla se iluminaba. Por suerte se utilizó muy poco, aquello iba muy en serio, En el último concierto, correspondiente a la gira del 45º aniversario de Los Rebeldes, Dani Nel·lo, José Manuel Casañ, Ramoncín, La Perra Blanco y Jorge Rebenaque fueron los perfectos invitados para entretener de modo consciente y efectivo, evitando frívolos protagonismos. Borren, pues, de su mente las primeras dudas y quédense con que la noche de los nuevos y antiguos Rebeldes, fue profesional y emocionante. Una cita histórica de enmarcar.
La velada comenzó con un pequeño documental dónde se explicaban los inicios de la banda y reflexiones varias de Segarra & cía. Finiquitada la bonita introducción, Miguel Ángel Escorcia (guitarra), Celso Sierra (contrabajo), Cuti Vericad (teclados), Lucky Martínez (batería) y, cómo no, Carlos Segarra (voz y guitarra), es decir la actual formación, nos dieron el primer puñetazo rocanrolero, su nombre: “Noche de acción”, premonición de lo que iba a suceder.
Se me ocurren pocas formaciones capaces de encarrilar 25 canciones y que todas sean éxitos cantables. Lo de Los Rebeldes es digno de estudio. Evidentemente cada uno tendrá su preferida, pero el nivel compositivo no decayó en las más de dos horas que duró el acontecimiento, tampoco la altura instrumental; todo un mérito.
Es prácticamente imposible quedarse con algún momento concreto del largo e intenso concierto, lo intentaremos. Debemos destacar el gran estado de forma vocal y físico de Segarra a sus 63 diciembres cumplidos. Dominó el escenario a su antojo, excitó a la masa y lució diferentes vestuarios. Un frontman de categoría. De todos modos, sus elogiadas aptitudes no hubieran servido nada sin la colaboración de sus perfectos escuderos y sobre todo de su colega Dani Nel·lo, quien dio una auténtica exhibición sin ser, esta vez, la voz cantante, aunque sí entonó con soltura “Immabelle” (Chuck Berry que estás en los cielos). El saxofonista estuvo presente en casi la mitad de los temas tocados y su feeling fue extraordinario. “Mía”, “Un español en Nueva York”, “Bajo la luz de la Luna” (estremecedor), “Esa manera de andar” (con Segarra haciendo de Cab Calloway), “La rosa y la cruz” (efusivo con la hármonica), “Rebeca” o soplando de muerte en la imbatible “Mescalina”, podría ser un septeto significativo de su fenomenal aportación.
La formación primitiva, ahora llamada Rebeldes 79, nos ofreció, quizá, el momento más emotivo y salvaje con “Harley del 66”, “Cervezas, chicas y rockabilly” y la reciente “Cadillac 79”. Quien tuvo retuvo y tanto Aurelio Morata (contrabajo) y Moisés Sorolla (batería) encandilaron. Ahí están, incombustibles, demostrando su perenne valía.
En cuanto a las colaboraciones, como ya hemos avanzado, no se les puede poner ninguna objeción. Fibroso Jorge Rebenaque, con el acordeón, en “Agua de Valencia”, expeditiva Alba (La Perra Blanco) en “Let’s have a party”, pundonoroso Casañ en “Eres especial” y carismático Ramoncín con “Corazón de rock’n’roll”, preciosa contribución dónde exhibió sus dotes de armonicista.
Podríamos seguir elogiando a Los Rebeldes si mentáramos “No quiero verte”, la trepidante versión de “Vestida de azul”, “Mi generación”, “Rebelde con causa” (sólo para ocasiones especiales) o “Mediterráneo”, aquel exitazo que les encumbró y que sirvió de excelso cierre.
Ni ellos ni el rockabilly han dicho la postrera palabra. Que se escuche bien alto y claro. Sobresalientes.
Texto: Barracuda
Fotos: Marina Tomás Roch
