Jokin Salaverría nos muestra nuevos parajes de Sotomonte con su flamante nuevo disco «Decadence & Renaissance» donde busca melodías que suenen a lo nunca escuchado sentando los cimientos para una revolución futura que comienza a hacerser oir desde nuestros escenarios hasta más allá de nuestras fronteras.
La labor del periodista se mueve siempre entre la indiscreción y la curiosidad, la búsqueda de la confidencia y el interés por el titular. Pero nosotros somos unos enfermos, nuestra patología se caracteriza por la necesidad de comprender el por qué de un nuevo disco, las motivaciones del artista, el contexto en el que se creó, y también por conocer los detalles del proceso creativo. Una nueva colección de canciones es una oportunidad para aliviar nuestra obsesiva pasión por las tripas y entresijos de la obra musical. Es nuestra oportunidad para meternos en las casas de los músicos y saciar nuestra incansable indiscreción y malsano apetito por saber más.
Un nuevo disco nos invita a conocer a su creador de cerca así que es un gusto tener entre manos lo de nuevo de Sotomonte porque así tenemos razones para seguir preguntando a Jokin Salaverría, que habiendo sido un músico destacado e influyente en la escena musical desde Vizcaya a Madrid o California, al bajo en bandas como Rubia, Salto, Hot Legs, Landslide o Jonny Kaplan & The Lazy Stars, diera un paso adelante en 2021 presentándonos su proyecto Sotomonte con el discazo «From Prayer to the Battlefield” y hoy esté conmigo para hablarme de su regreso con «Decadence & Renaissance”(Not on Label) donde repite producción con el contrarrítmico Iñigo Bregel y junto a Unai G. Kortazar, Miguel Moral, Xabier Badiola y Alberto Trigueros en su elegante banda.
Jokin, en esta mañana fría, me abre una ventana al interior de su casa, una guitarra de doce cuerdas reposa en un sofá marrón y un altavoz, un cuadro de madera en la pared y un altavoz con más música e historia que la suela de sus botas.
«Recording in progress»
Cómo estás Jokin, en muy poco tiempo han aparecido un montón de buenas reseñas de tu disco, entre otras para la mítica revista Shindig y las visualizaciones del videoclip de presentación se han multiplicado.
En tu caso Youtube ha sido un aliado para dar a conocer tu álbum dentro y fuera de nuestras fronteras.
Con el primer disco lo hice así, los canales de Youtube «666MrDoom» y «Stoned Meadow of Doom» me subieron los videos de las canciones, que aunque suelen ser más Stoner también hay gente a la que le gusta rollo setentero y lo bueno es que casi todo son escuchas internacionales y luego se nota en el bandcamp. ¡El primer disco se compró en veinte países!, desde Chile a Japón, en Europa un montón, sobre todo Alemania, Inglaterra, Estados Unidos también…
Eso es un reconocimiento, al final estoy haciendo música anglosajona y lo están valorando así. Ahora también hemos subido los discos a Youtube fuera de las listas y han tenido más visitas incluso que en estos canales, teníamos unos ciento cincuenta seguidores y ahora tenemos más de cuatrocientos, algo ha ocurrido con el logaritmo.
¿Jonny Kaplan ya ha escuchado el disco?
Kaplan es como mi hermano mayor, hablamos todas las semanas. Las letras, si tengo alguna duda me las arregla él. Tengo mucho contacto y le gusta el proyecto, le ha gustado mucho el álbum.
El primer disco, es una puesta en marcha, la creación de un imaginario y tu personalidad musical. ¿En este segundo te has sentido más libre para mostrarnos más paisajes de Sotomonte?
Desde luego le he cogido gusto a componer y me arrepiento de no haberlo hecho antes. Sí, me gusta tocar el bajo y acompañar a otros músicos pero lo de componer es más gratificante, una labor creativamente más completa, es estar pensando en el todo. Es un lujo poder hacer canciones más oscuras porque te sientes así o más luminosas porque necesitas ir a ello o porque estás feliz y contento. Me gustan esas luces y sombras.
Igual este disco ha sido más complicado porque como con el primero no teníamos más objetivo que grabar esas canciones con las herramientas que tenía, que básicamente lo hacía todo yo y la banda, con este segundo quizá sí había cierta presión, la de superarse a uno mismo y en la composición y un cierto grado de mayor complejidad.
¿Ha sido una evolución o es que te has sentido más diestro para llevar a cabo esas nuevas complejidades?
Ha salido de una manera natural, no es que las primeras fueran más sencillas pero sí que tienen otros cauces, otra vuelta de tuerca. Todos me dicen que es más progresivo… Zappa decía en una entrevista que para él lo progresivo es eso que no es originario del Blues y del Rockandroll y eso sí que lo he intentado seguir. Pero también es más Folk, con modos de tocar y escalas que normalmente no se utilizan en el Rock y nos queda otra forma de armonía… Pero todo viene del cauce creado por el primer disco y los nuevos caminos han surgido de forma natural.
Las polirritmias que se incluyen en estas canciones, son búsquedas tuyas, o influencia de Iñigo Bregel de los Estanques, productor de estos dos discos y experto en ese tipo de estructuras.
Sí, yo hago maquetas en casa, en alguna de ellas, las baterías ya las hice jugando de esa manera con los ritmos pero claro, al señor Bregel, “experto en polirritmias”, le dije ¿como solucionamos esto? y así salió.
Iñigo ahora anda con su propio disco y diversas producciones, está más liado. ¿Eso ha hecho que tengas que llegar estudio con los deberes hechos?
Sí, un poco más. De él aprendí mucho con el primer disco, me hice conocer su método. Haciendo este tipo de música tiendes a alargar las canciones con muchos pasajes, sumando un solo aquí… e Iñigo es muy bueno sacando la tijera, no hacer solos eternos o complicar por complicar y convirtiendo una canción de Rock progresivo en una estructura más Pop, lo cual me gusta, se convierte en algo más directo.
Me decías antes que los que lo han escuchado veían más progresivo pero observo en tus palabras que has encontrado un camino intermedio entre la canción Folk y la búsqueda de nuevas melodías.
Hay más melodía. Es más melódico, podrías pensar que nos lleva al Pop pero yo lo veo más folclórico. Son brutales las melodías del Folk británico y me fijo mucho en ellas. Las composiciones de este disco nacen de esa raíz.
Hay una búsqueda de una musicalidad que no suene a algo ya escuchado.
Sí, sobre todo yo hago lo posible para que no suene a esto o lo otro, siempre procuro escapar de ahí, cosa muy complicada. Desde crío me he fijado en la melodía, también en las líneas que crean los instrumentos, pero la melodía es lo que me lleva, lo que me manda a mi.
¿Eres bajista pero para llegar a esas melodías empiezas con la guitarra acústica?
La acústica la he tocado toda la vida, empecé con ella y luego pasé al bajo. Disfruto mucho con ella. A menos de cincuenta centímetros tengo una guitarra de seis cuerdas y otra de doce cuerdas.
Con la eléctrica soy un poco manazas y no me gusta tanto como la acústica. Hay un tema que lo hice pensando en el teclado “My Cross to Bear” pero el resto todas están hechas con la acústica.
¿Cómo se va formando una canción?
Mi método es tocar, en cuanto algo me llama la atención lo grabo con el móvil para tener como referencia porque si no al día siguiente, o se me ha olvidado o lo hago distinto. Me guío mucho con ese primer feeling. Cuando empiezo a trabajar en la canción y a veces pierdo el norte, me gusta volver a ese audio primigenio por el cual empecé a hacer la canción.
Luego en casa grabo maquetas y vamos al local y hacemos pruebas hasta conformarla entera. Es entonces cuando la llevamos al estudio de grabación con Iñigo.
¿Las ideas para una canción surgen de libros, películas, vivencias, sueños?
Voy cogiendo de todos los sitios, voy apuntando, cualquier idea que lea oque escuche.
Decía Tom Waits que todo lo que absorbes lo acabas excretando al final.
Sí, hace poco vi un video de Orson Weles en el que decía que veía que había demasiado estudioso del cine dentro del mundo de los directores de cine, que es super importante que tengamos un background y que nos fijemos en cosas pero sostenía que quizá se pierde esa inocencia de uno mismo. Cuando estás fijándote en lo que hacen todos los demás, miras qué hacen y qué no hacen para seguir la moda o hacer lo contrario. Yo prefiero ir a mi bola y voy cogiendo del mundo. Puedo coger una melodía de unos dibujos animados o de una banda de Country Rock norteamericana sesentera. Me da igual, la música es música, tiendo a que todo sea muy mío desde mi inocencia.
A día de hoy, ¿quién manda, letra o melodía?
Hasta que no tengo la letra acabada tengo claro que no puede estar la melodía definida del todo. Dependiendo de la letra hago unos giros u otros, unas rimas me llevan a otro sitio… El problema es que la melodía sigue viva incluso después de haberla grabado y van saliendo ríos, ideas sobre aquello mismo y dudas sobre cómo canté o la razón de un giro u otro. Luego en el directo puedes apoyarte en esas nuevas líneas que se te ocurren pero la canción es la que se grabó.
Es como contar un cuento. En tus canciones sigues una narrativa y hacia la mitad coge un in crescendo o se pone profundo.
Sí, me gustan mucho las dinámicas, que suban o que bajen del todo. Desde que trabajo con Iñigo también lo tengo más presente. Sorprender. Disfruto haciendo eso. Yo pienso en pasajes, muchos paisajes. Es un puzzle con muchas piezas.
¿Y esas piezas son intercambiables con otras canciones, has recuperado piezas de otras para formar otras melodías?
Nunca pego cachos. Por ejemplo la canción “Montecristo” que tiene dos partes muy diferenciadas, eso nació así, de pe a pa.
La dicotomía que sigues, en el primer disco era la batalla y el rezo, aquí la decadencia y el renacimiento, y en la temática también hay una lucha entre el caos y el orden, el sosiego y la lucha.
Sí, las luces y sombras. Veo mucha decadencia pero también algún renacimiento.Todo el disco gira en torno a esa idea. El primer tema del disco The Nothing trata sobre La Nada de La Historia Interminable. La Nada aparece cuando no hay fantasía, cuando la gente no tiene sueños, esperanzas. La Nada nos engulle. Es algo que quizá ha ocurrido demasiado en los últimos años.
En esta canción profetizas que “en los años venideros seremos testigos de una revolución” ¿hay esperanza entonces para el Rockandroll?
El Rockandroll ha vendido cientos de miles de discos, ha dado muchísimo dinero. Parece que fuera hace muchísimo tiempo pero no hace tanto. Yo veo en las nuevas generaciones, y lo veo en los conciertos, chavales de veinte años, que están escuchando a Charly García, a Yes… Viene una nueva generación que van a tomar el relevo. Hay esperanza desde luego.
Tiendo a pensar que si el capitalismo o el sistema o como lo queramos llamar ha conseguido vender el reggaetón qué no podrá hacer con Led Zeppelin en cuanto se lo enseñe a los chavales.
La prueba está en que Bach sigue vendiendo discos. ¿Por qué los Beatles o Jethro Tull dentro de doscientos años no van a ser conocidos?
Te escuché decir en otra entrevista que para este disco te has fijado también en estructuras de la música clásica y en bandas sonoras de películas.
Sí, retomando lo que decíamos antes sobre el progresivo: las escalas, escalas son. Como los colores que elijas en la paleta para plasmar una idea, en este caso ponemos una guitarra eléctrica con distorsión y nos lleva directamente al Rockandroll. Pero los estilos no son tan lejanos. Las bandas de principios de los setenta que hacían Rock Sinfónico o Progresivo, no solo se fijaron solo en Chuck Berry sino, de una forma bestial, en la música clásica y también en el Folk ancestral.
Miro las letras y vivo una historia: la redención, un mundo que nos engaña con leyendas falsas, sueños que nos gustaría vivir pero que nos cortan las alas, una lucha de los creadores contra la falta del talento o la mediocridad y en favor de la belleza. ¿Sientes que te ha salido un disco conceptual?
Es conceptual en cuanto a que hablo sobre todo lo que veo. En ese aspecto veo decadencia y renacimiento. Es un relato de luces y sombras alrededor de cómo mostramos el mundo. No es que vea una falta de talento, es posible que haya más talento que nunca. Es más cómo ese talento está condicionado. Ni siquiera hablo de mi propio talento.
Llevándolo a las redes sociales: “creadores de contenido”, qué contenido vemos esas fotos, qué realidad es la que quieren que mostremos. Es como que el arte ha perdido el norte, o que para disfrutar del arte tal y como lo conocíamos debemos coger la pala y bajar hacia el underground.
Se ha quitado el arte de encima de la mesa, lo han escondido y nos han vendido dogmas y simplismo disfrazándose de arte.
Creo que viene una revolución cultural como pasó en los sesenta, no hubo una decadencia cultural en los cincuenta pero sí que hubo un renacimiento en muchos aspectos después.
Si no tuviéramos que estar todo el tiempo anunciando cosas en redes sociales igual cuidábamos más el arte y la creación, si pusiéramos toda nuestra energía y tiempo en crear de verdad esto podría ser una auténtica revolución.
Hasta los noventa hemos creado sin parar pero desde el surgimiento de internet y ahora más con el tiempo que ocupamos en las redes, nos ha llevado a hacer mucha copia pero no una reinterpretación o si la ha habido ha estado muy escondida.
Para terminar, mira, nunca sería curioso con qué relación de amor te ha inspirado una canción pero en el caso de esta preciosa canción, Little Vilma, sí me gustaría que me contases cómo llegó Vilma a tu vida y cómo surgió esta canción.
Jejeje, Vilma es mi perrita. Tiene ya año y medio, había querido un perro toda, toda mi vida y es que soy más feliz desde que está conmigo, es un desfase. Nos ha cambiado la vida a toda la familia. En la canción parece que hablo solo de mi perrita pero hay un cambio que me lleva a ponerme más profundo.
Pero es bonito cómo expresas ese amor tan total y tan difícil de abarcar.
Sí, el amor incondicional como un capricho de la naturaleza, la pureza de sus actos, la profundidad de sus ojos, amor sagrado más allá de los sentidos… Hablo de pureza y de diseño inteligente.
Texto: Sendoa Bilbao