Este mes de enero, en la sala Apolo de Barcelona, los Sírex actúan una vez más en la ciudad que les vio nacer, hace ya la friolera de 60 años. También lo harán donde culminaron su sueño, en Madrid en la sala BUT (ver fechas en cartel durante la entrevista). Ya han confirmado los primeros artistas invitados Miguel Ríos, Loquillo, Carlos Segarra, Micky y los Tonis, Fernando Pardo, Nat Simons o Pere Gené. Sirva de excusa para citar a su cantante, Antoni Miquel Cerveró, “Leslie”, en un céntrico hotel de la capital catalana, y pedirle que comparta con los lectores de Ruta 66 una muestra de su infinito repertorio de vivencias, en su calidad de frontman de una de las bandas más históricas del país. A sus ochenta años hace gala de una memoria y vitalidad a prueba de bombas, y responde a cada pregunta con un arsenal de anécdotas, al que la siguiente entrevista apenas hace justicia.
Miguel Ríos, Loquillo, Nat Simons o Pere Gené, entre los invitados de Los Sírex en la celebración de su 65 aniversario
La emblemática banda actuará en dos conciertos especiales, el 10 de enero
en Barcelona y el 7 de marzo en Madrid
¿Con qué frecuencia tocáis hoy en día?
Nosotros hemos actuado toda la vida. Si no cada semana, al menos un par de veces al mes. Una de las razones es que nunca hemos dejado de actuar en teatros. No hemos parado, hemos tocado en verano, incluso en invierno, aunque algunos años hayan sido más fuertes que otros. Para nosotros la música es muy importante, y hay mucha gente que nos sigue. Y tocamos por toda España, no nos limitamos a tocar en Catalunya. Vamos haciendo apariciones en televisión, en radio…. Este año, el 2 de febrero del 24, participamos en Torremolinos (Málaga), en el Rockin’ Race Jamboree, compartiendo cartel con los grupos de rock’n’roll y rockabilly más importantes del mundo. Fuimos ahí con nuestros trajes y nuestras corbatas, y nos dijeron que no podríamos tocar más de 45 minutos. Como sabíamos que íbamos a un festival de rock’n’roll, quité todas las lentas y monté un repertorio de canciones cañeras.
Lo gracioso es que en el backstage vimos que los más viejos tenían 45 años… me miraban con sus tupés, me veían a mis ochenta años, sin pelo, y debían pensar, “este viene a tocar Clavelitos”… entonces salimos, y empezamos a tocar y a cantar “Yo Grito”, el “San Carlos Club”… al final en el camerino todo eran abrazos y felicitaciones, nos decían “you can sing very well! very Good show!”… yo no imaginaba que podríamos encajar tan bien, con un público y bandas tanto más jóvenes, formado por los hijos o los nietos de nuestra generación… Por cierto, nos han vuelto a contratar, y volveremos en febrero de 2026.
Cuando actuamos en teatros suelen venir a vernos gente de 60, 70, 80 años… A raíz del Rockin’ Race nos salió lo de Azkena en Vitoria este pasado mes de junio. Van saliendo cosas, y ahora estamos encantados, somos un conjunto de rock’n’roll, lo hemos sido toda la vida…. Pero por culpa de las discográficas, que en aquella época te obligaban a grabar lo que les interesaba a ellos para vender, hicimos mucha música popular, pero siempre nos hemos mantenido fieles a nuestras raíces. Aparte de tocar “La Escoba”, o “Que Se Mueran los Feos”, o “Qué Bueno Qué Bueno”, hemos hecho rock’n’roll toda la vida. La gente sabe que tocamos canciones populares, pero que somos un conjunto cañero.
Vosotros habréis tocado en directo en todo tipo de circunstancias a lo largo de los años, en momentos más o menos álgidos, con más o menos ganas o aceptación, pero ¿qué sientes hoy en día cuando sales al escenario?
Yo disfruto más ahora que cuando empezamos. De entrada, al principio, nos preocupaba sonar bien. En aquella época sonar bien era muy difícil, ahora ya sabes que sonarás en condiciones, pero entonces el sonido era deficiente, incluso el día en que teloneamos a los Beatles hasta ellos sonaron mal, porque todo pasaba por el sistema de megafonía de la Plaza de Toros Monumental, por el que se anunciaba el nombre de cada toro o la ganadería… luego, siempre he sufrido a la hora de montar el repertorio, porque siempre he intentado incluir las canciones que sé que gustarán. Conozco a artistas que cantan lo que les gusta a ellos, y el público que se aguante. Yo no. Soy un pelota de la gente que tengo delante, quiero que disfrute. Y el primero que disfruta soy yo. Y hoy, cuando salgo a actuar, me lo paso de miedo. La música lo ha sido todo para mí, y que a los ochenta años todavía pueda disfrutar subiendo a un escenario, y sentir la adrenalina… la gente no sabe lo que es eso, yo nunca he subido nervioso a un escenario, siempre he salido super seguro. Es imposible describir lo que se siente sobre un escenario, gritando, disfrutando, con tus compañeros.
¿Qué canción te gusta más tocar en directo?
No te sabría decir. Yo sé lo que le gusta a la gente. Los Sirex hacemos popurris. En los teatros, nuestras actuaciones suelen ser de una hora y cuarenta y cinco minutos. Más de dos horas se hace pesado. Pero a veces llegamos a las dos horas, porque la gente nos pide bises. Y hacemos popurrís porque en un medley de 6 minutos podemos mezclar fragmentos de 5 o 6 canciones. Y hacen que la gente las recuerde. En Vitoria nos pasó, en uno de los popurrís incluimos un fragmento de “Yo Soy Tremendo”, que era una adaptación de un tema del Festival de San Remo, y cuando terminó el pase me encontré al técnico de sonido llorando de la emoción, me dijo que su padre se la ponía en el coche… Pero cuál es la canción que más me gusta tocar en directo, no te lo sabría decir… depende de cómo vea al público.
Hay una que es clave, que es “El Tren de la Costa”. Es 100% Sirex. En otro popurrí podemos hacer un trozo de “La Escoba” y otro de “El Tren de la Costa”, y cuando me despido y piden otra, arranco con “Presumida”, encadeno con un popurrí donde pongo rock’n’rolls versioneados por nosotros, que cantaba Enrique Guzmán, como “Buen Rock Esta Noche”, una de Cliff Richard… y todo el público se pone a seguir el ritmo con los pies, y yo eso lo veo, lo noto. Hay días en que hacemos el popurrí de las lentas, tenemos muy buenas baladas, y cuando hacemos “Que Te Deje de Querer”, yo veo que la gente empieza a cantar, entonces empalmo con “Ser mi Mujer”, o “Sin Tus Cartas”, y las cantan conmigo. Las canciones ya no son nuestras, son del público.
¿Cuál es vuestra formación actual? ¿Cuántos de tus músicos llevan tanto tiempo como tú en el grupo?
Estamos yo, el guitarra rítmica, el solista, Francisco en el bajo, Albert a la batería, y Quim Bernat al saxo y piano. Somos seis. La aportación del saxo y el piano ha sido muy positiva, porque cuando tocas tanto rato acabas cansado de tanto solo de guitarra. Y el saxo le da un toque muy bonito, por ejemplo en “Muchacha Bonita”, que también tiene un solo de armónica, porque es un blues… De los 64 años que llevo en los Sirex, ésta es la mejor formación que recuerdo, sobre todo por el buen rollo que hay entre nosotros. Pepe (Josep Fontseré), el guitarra rítmica, es uno de los históricos, lleva tres meses más que yo en el grupo. Luego está Juanjo (Juan José Calvo), nuestro guitarra solista, que sustituyó a Manolo Madruga cuando éste se fue a Alemania en el 78. Nuestro bajista original, Guillermo Rodríguez lo dejó porque está delicado de salud. Lamentablemente, tanto Lluís Gomis, el batería original, como Manuel Madruga, fallecieron en 2012.
¿Cuáles son los mejores conciertos que has visto?
A mí nunca me ha interesado cantar especialmente bien. En cambio, siempre he querido dar espectáculo, saber estar sobre un escenario. El mejor concierto que he visto en toda mi vida, y he visto muchos, porque me he escapado siempre que he podido, en cualquier lugar del mundo, para aprender de los mejores, fue uno de los Rolling Stones en el Madison Square Garden. Me quedé prendado, pensé que quería ser como Mick Jagger, moverme igual en el escenario. En los inicios de los Sirex tuvimos a un músico italiano, Mario Siappo, que decía “en el escenario tiene que haber espectáculo, vida. No puede haber cuatro músicos tiesos como palos de escoba”. Y a mí, como me gustaba moverme, cuando cantaba el “Be-Bop-A-Lula” me arrodillaba, me tiraba por el suelo, y ponía en pie al Palacio Municipal de Deportes.
Los cuatro años que estuvimos actuando en Calella de Mar, en el Ya-Ya, dábamos espectáculo. La gente no podía bailar, teníamos licencia de artistas de variedades, y si una pareja salía a la pista a bailar les obligaban a volver a la mesa, porque las orquestas nos denunciaban. Después todo eso cambió y las normas se relajaron. Y yo creo que este sentido del espectáculo ha sido uno de los puntos fuertes de los Sirex. Al principio siempre llevábamos chupas de cuero, pero el día de los Beatles salimos con smoking, porque quisimos romper moldes. Y desde entonces siempre hemos salido al escenario impecablemente vestidos. Una vez, en una entrevista para Canal Sur, el periodista Carlos Herrera me preguntó por qué, y yo le dije que lo hacíamos por respeto al público. En el plató, la gente se puso en pie y me aplaudió.
Tú naciste en la década de los 40 en la Barceloneta, en el barrio de pescadores de Barcelona, y tus suegros tenían uno de los chiringuitos que había en la playa. Para los que no hayan tenido la suerte de vivir todo aquello, explica cómo era el barrio, cómo eran esos chiringuitos.
Yo he nacido allí, fui al colegio en la Barceloneta, mis amigos también eran chavales del barrio. La playa era el patio de mi recreo… la gente de toda la vida de la Barceloneta hemos sido como una secta, nuestro barrio era el mejor del mundo, los barceloneses vivían de espaldas al mar, a la Barceloneta no venía nadie, éramos los pobres, y más aún en la época del Somorrostro, cuando vivían los gitanos. Hasta que Barcelona ganó la candidatura como ciudad olímpica, en 1986. Y como había que construir un paseo marítimo, la Barceloneta se transformó. Y para ello, expropiaron unos chiringuitos que eran entrañables. Nosotros no nos opusimos, no estábamos en contra del futuro, ni tampoco en contra de mejorar el barrio. Ni siquiera yo, que acabé convirtiéndome en la cabeza visible de todos los que acabaron oponiéndose (nota, Leslie entró en política y militó en CiU para oponerse a los partidos que expropiaron los chiringuitos). Yo pedía que nos dejaran trasladarnos al final del paseo marítimo, pero nos dijeron que no podía ser, que por allí pasaban unas turbinas… después han acabado permitiendo que se instalen otros, imagino que ya no habría rastro de las turbinas (sonrisa irónica)… querían expulsarnos para acabar poniendo a sus amigos, al final todo acaba siendo un mamoneo de dinero.
A aquellos chiringuitos venía todo el mundo, podías ver a una familia con bebés y cochecitos, y al lado una celebridad mundial. Al restaurante de mis suegros habían venido todas las estrellas de la música. Si yo te contara las cosas que he visto allí… Jack Nicholson me pidió una langosta “muy picante”, yo se la pedí, y me dijo que estaba muy buena, pero que no estaba del todo picante. Al día siguiente volvió con María Schneider, la actriz de “Último Tango En París”, y le puse una langosta tan picante que acabó con mis almorranas, casi tuvieron que hospitalizarme, nunca has probado una salvajada como aquella, y el tío dijo “no está mal” (risas).
Fue en el chiringuito de tus suegros donde escuchaste rockabilly por primera vez…
Así fue como descubrí el rock. En la Barceloneta había básicamente nueve chiringuitos, luego había algunos más pequeños, como el Gato Negro. El de mis suegros, que era de los grandes, se llamaba Catalunya. En otro, que se llamaba Hawai, trabajaba Benjamín, el guitarrista de mi primer grupo, Los Meteors. Aquel grupo se separó, como siempre por culpa de las novias. A mí me gustaban las novias como al que más, pero también me gustaba la música. El caso es en el año 60, Barcelona estaba tomada por la Sexta Flota de los Estados Unidos. Y los marines se ligaban a cuatro amiguitas, se las llevaban al Hawai, y allí ponían los discos que se habían traído de los Estados Unidos. Allí vi por primera vez a un grupo de rockabilly, formado por los propios marines. Ni siquiera se quitaban los uniformes militares para tocar. Y allí también escuché por primera vez a Eddie Cochran, a Gene Vincent, a Chuck Berry, a Jerry Lee Lewis, a los maestros. Eran los singles que escuchaban ellos en el barco. Aquí no existía nada de todo aquello.
Entre todos aquellos discos, sonó uno, el “Train Kept A Rollin”, en la versión de Johnny Burnette. Yo saqué dos billetes de 25 pesetas que tenía, intenté comprarle el disco al militar de turno, y como éste se negó y me perdonó la vida con la mirada, a la que se dio la vuelta se lo robé. Y cuando me uní a los Sírex y empezamos a tocar en Calella, como yo siempre escribía letras sobre las cosas que vivía, y como cogíamos a menudo el tren para ir a actuar a Calella, escribí la letra de “El Tren de la Costa”. Esta pasada primavera, en el museo del ferrocarril de Vilanova i la Geltrú, se inauguró una exposición que se llamaba “El Tren de la Costa Con Los Sírex”. Tenía que estar un mes, y al final aguantó tres meses con un éxito importante. Los fines de semana yo me encargaba de que hubiera música en directo. Finalmente se terminó en junio. Y la exposición tenía como hilo conductor la historia de la canción.
Con unos amigos pintores que tengo en Vilanova, tuvimos la idea de crear como un enorme tortel de Reyes, formado por imágenes que partían del chiringuito Hawai en la Barceloneta, con los marinos americanos tocando rockabilly para sus novias, y que contaban toda la historia de “El Tren de la Costa”. Era una exposición divertidísima, con vídeos, fotografías… Todo surgió durante una conversación informal con mis amigos los pintores, les expliqué cómo había surgido la canción, uno de ellos se entusiasmó. A mí me pidieron que aportara las fotos y los instrumentos musicales, y también me encargué de buscar financiación para poder pagar los pinceles y la pintura; hablé con el Ayuntamiento de Vilanova i La Geltrú y con la SGAE, y conseguí que aportaran algún dinero.
Los Sírex erais muy eclécticos, por un lado hacíais blues y rockabilly, pero también surf, canción italiana, canciones románticas, versiones de los Beatles… ¿qué pasaba allí, que cada miembro del grupo aportaba sus propios gustos e influencias?
Era todo cosa de la discográfica Vergara, que sólo pensaba en ganar dinero. Pero no sólo nos pasó a nosotros, sino a todos los grupos que tenían un contrato discográfico. A nosotros nos tenían amenazados, y cada tres meses teníamos que publicar un EP con cuatro temas. Porque se inflaban a vender discos, era una época en que los discos se vendían como churros, aunque nadie tenía un tocadiscos. ¿Qué pasó por ejemplo con “Qué Bueno Qué Bueno”? Que como Conchita Bautista la iba a cantar en Eurovisión, tuvimos que hacer una versión. Aquello era un asco, era una canción flamenca y nos obligaron a interpretarla con nuestro estilo. Sin embargo, a mí, lo único que siempre me había gustado era el rock y el blues. Era un fan de Johnny Hallyday, de Cliff Richard, y ya ni te hablo de Tommy Steele, que también lo llegué a conocer. Lo demás me traía sin cuidado, ni siquiera los Beatles me seducían especialmente… los Beatles fueron tan importantes que todos los conjuntos del mundo se volvieron lelos haciendo versiones de sus canciones. Nosotros también, pero no las escuches, porque no valían nada. No eran lo nuestro.
¿Os influyó algún grupo español anterior? ¿Los Estudiantes de Madrid, o los Pájaros Locos de Argentona?
No. Nosotros tuvimos la influencia de los Shadows y de Cliff Richard. Los Shadows fueron los revolucionarios de las guitarras eléctricas. Son los que consiguieron que los propietarios de la tienda de instrumentos musicales Montserrat, que estaba en la Gran Vía de Barcelona, muy cerca de Plaza Espanya, se hicieran ricos, aunque seguramente todavía les deben millones en forma de letras impagadas. Vendían las guitarras a plazos, pero quizá fuera la tienda que más guitarras vendió en todo el mundo. Todo el mundo quería comprarse una guitarra eléctrica para tocar “Apache” tal y como lo hacía Hank Marvin, el guitarrista de los Shadows. Ese era nuestro referente. Y si hablas con otros grupos de la época, todos te dirán lo mismo. Antes de los Shadows no hubo ninguna otra influencia. Eso sí, los primeros descubrimientos vinieron de la mano de esos singles traídos por militares americanos que escuchaba en la Barceloneta. En aquella época nosotros ni siquiera tocábamos con batería, sino con bongos. Todo ocurrió casi al mismo tiempo, una cosa detrás de la otra.
¿Había rivalidad entre aquellas primeras bandas de Madrid y Barcelona?
Nosotros hicimos algunos conciertos con bandas de Madrid, tanto en Barcelona como en la capital. En Madrid habíamos actuado en un polideportivo enorme, pero nunca en el Price. Y de todos los conjuntos de Madrid de la época, me gustaban los Pekenikes cuando los cantantes eran Juan Pardo y Junior. Hacían un rock muy influido por los Teen Tops, el “Rock de la Cárcel”, y ese tipo de cosas. Cuando vinieron a Barcelona, para actuar con nosotros en el Palau d’Esports, recuerdo que se trajeron a Karina para cantar con ellos. Y en aquella época la rivalidad era muy sana, una rivalidad para pasárnoslo bien. Fuimos a buscarlos en bicicletas de dos plazas, en tándems. Había muy buen rollo. Yo nunca he tenido ningún mal rollo con nadie.
Y de los grupos que aparecieron después, tanto aquí como fuera, en los 70s u 80s… ¿cuáles os gustaban? ¿Stray Cats? ¿Cramps? ¿Loquillo? ¿Rebeldes?
Yo conservo una fotografía de un concierto que hicimos en la Plaza del Sol en el barrio de Gracia, donde Loquillo y Carlos Segarra están los dos con la mirada fija en el escenario. Nos queríamos mucho, y los he ayudado todo lo que he podido. También recuerdo un concierto que hicimos en Estudio 54, y Loquillo, en uno de sus libros, escribió que le había dicho a Carlos Segarra: “¿Te has dado cuenta? Para hacer R’n’R, no hay que ir disfrazados. Míralos, con traje y corbata…”. Cuando todavía tenía el chiringuito en la Barceloneta venían los padres de Loquillo, el padre era estibador en el puerto, y trabajaba con mi hermano. Mi hermano me robaba discos, se los daba al padre de Loquillo, y éste escuchaba los discos de los Sírex… Los Stray Cats, Duran Duran… me han encantado.
¿Duran Duran??
También me gustaban. Y los Stray Cats me encantaban. Me parece un grupo fabuloso. De la época de los 60 parece como si sólo hubiera existido los Beatles y los Stones. En Barcelona se hablaba mucho de la rivalidad entre los Sirex y los Mustang, en Madrid de los Pekenikes y los Relámpagos, que por cierto consiguieron que un conjunto de Madrid triunfara con una sardana,”Nit de LLampecs”. Pero todos éramos diferentes. El gran secreto es que todos éramos diferentes, podía haber la rivalidad que quisieras, porque al final todo el mundo quiere ser mejor que el resto, pero a la hora de la verdad estábamos todos junto, bebiéndonos nuestras coca-colas, o lumumbas, que era una mezcla de cola-cao con coñac, y es lo que bebía yo siempre. Había muy buen rollo, todo el que falta hoy en día, en que no se habla de otra cosa que no sea envidias y malos rollos. A mí la música sólo me ha dado satisfacciones.
Ya has dicho antes que la discográfica os obligaba a grabar todo tipo de temas… y sin embargo, conseguisteis grabar temazos como “El Tren de la Costa” o “Nobody But You”, que tienen el reconocimiento de la gente más purista y exigente con la música. ¿Teníais algo de puristas o de elitistas vosotros también, en lo referente al rock?
En los últimos años hemos visto claro que teníamos que hacer lo que de verdad nos gusta. Pep Sala hizo la producción de “Que Nos Quiten Lo Bailao”, un disco de canciones de los Sírex que grabamos con Miguel Ríos, con el Dúo Dinámico, con Serrat, con Santi Carulla de los Mustang, con David Carabén de Mishima… Yo me lo pasé muy bien haciéndolo, con Miguel Ríos pudimos grabar “San Carlos Club”… los únicos que no quisieron grabar un tema nuestro fue Dúo Dinámico, que sólo accedieron a grabar “Resistiré”… por una putada que les hice en Madrid, que me quisieron devolver.
Estuvimos tocando en Madrid, en la Sala Galileo, me enteré de que había entrado Ramón Arcusa del Dúo Dinámico, que había venido a vernos, y como siempre quiero complacer al público, pedí que encendieran las luces de la sala, pedí un fuerte aplauso para Ramón, y dije “después de esta ronda de aplausos no te podrás negar a cantar un tema con nosotros”. Subió al escenario, y me dijo, “eres un hijo de puta” (risas), la verdad es que es un tipo encantador, nos queremos mucho… nosotros habíamos preparado una versión de “Resistiré” a nuestra manera, porque tiene fuerza… él mismo ha escrito en las redes que la nuestra es la más potente de todas las versiones que se han hecho de “Resistiré”… tenía que ser la nuestra. Por fin ahora tenemos la oportunidad de hacer la música que realmente nos gusta, yo tengo 16 temas nuevos….
¿Alguna vez os han pedido que toquéis en plan retro total, que hagáis un concierto y que intentéis sonar como en 1964, y que solo toquéis los temas más rockeros?
No nos lo han pedido, pero lo hemos hecho nosotros por decisión propia.
A mí personalmente me gustan más vuestras primeras grabaciones que vuestros discos más recientes, aunque seguramente estén grabados en condiciones mucho mejores…
Loquillo siempre nos lo dice, que algunas de nuestras canciones, las más garajeras, como “Acto de Fuerza”, es música de garaje… porque Loquillo ha grabado alguno de nuestros temas, y además toca en directo algunos más… y yo siempre le digo “es música d garaje porque ensayábamos en un garaje”
Pero a ti personalmente, ¿qué te gusta más? ¿Ese sonido más primerizo y primitivo, o vuestras grabaciones posteriores?
El otro día (6 de noviembre de 2024) hubo en la sala Luz de Gas un homenaje a Amado Jaén, el que fuera bajista de los Diablos, y actuó mucha gente, Fórmula V, los Propios Diablos… salimos los Sirex, hicimos un pase breve y contundente, con el popurrí de “Presumida”, y después canté “Los Mejores Años de Nuestra Vida”, que es la canción que nos había compuesto Amado Jaén. Tocamos siete minutos, mientras que los que actuaron antes o después estuvieron media hora, aburriendo al personal. Algunos nos pidieron que cantáramos “La Escoba”, pero eso es un sofrito… como mucho, en las actuaciones más largas, metemos un fragmento en un medley, pero de otra manera va a ser que no.
Tengo que haceros alguna pregunta sobre el día en que hicisteis de teloneros de los Beatles, en julio de 1965 en Barcelona. Tengo entendido que el régimen de Franco dudó mucho antes de permitir que los conciertos tuvieran lugar.
Una semana antes todavía no sabíamos si los conciertos se celebrarían. Parece que Fraga Iribarne se plantó y advirtió que en todo el mundo se criticaría mucho al Régimen si no llegaban los permisos, es lo único positivo que hizo como Ministro. En Madrid sólo se vendieron la mitad de las localidades, actuaban los Pekenikes de teloneros. La mitad de los asientos se quedaron vacíos porque allí estaban los del Cara al Sol, y muchos de sus fans prefirieron no ir porque temían que hubiera problemas. En Barcelona, en cambio, no cabía un alfiler. Eso sí, ni en las películas del Séptimo de Caballería había visto tantos caballos, policías a caballo, con aquellas porras largas. Nosotros sólo pudimos ver las cuatro primeras canciones de los Beatles, porque también teníamos una actuación en Cornellà. Cuando salimos en coche de la plaza de toros, vimos a un montón de gente esperando fuera. Si dentro había siete, ocho o nueve mil personas, en el exterior debía haber el doble. Aquello fue como una manifestación, en Barcelona había muchos alemanes, franceses o italianos viendo a los Beatles.
¿Llegaste a ver a los Beatles fuera del escenario?
Estaban muy escondidos. Y cuando salieron al escenario nosotros ya estábamos preparándonos para salir pitando hacia Cornellà. Entonces pedí que nos dejaran quedarnos unos minutos. Y cuando empezaron a tocar se me caía la baba, aunque aquello sonaba fatal…
Pero decías que no eras fan de los Beatles.
Pero ¿quién no es capaz de reconocer una “La Bamba” tan bien tocada como “Twist and Shout”? Se me caía la baba, qué subidón verlos encima del escenario. Pero a ellos casi no se les oía, se oía al público. La gente no paraba de cantar. Y eso no tiene precio, se me pone la piel de gallina al recordarlo.
Dices que sólo los visteis tocar cuatro canciones, pero tampoco tocaron muchas más, sus conciertos eran muy breves.
Creo que sólo duró media hora. Nuestra actuación como teloneros tuvo mucho éxito. Cantamos “La Escoba”, por descontado… y tengo una anécdota simpática. Paul McCartney fue al baño, y nosotros, cuando acabamos nuestra actuación, me lo encontré. Siempre acabábamos con “El Tren de la Costa”, y me retiraba del escenario para que la gente pidiera un bis. El grupo seguía en el escenario, pero yo ya estaba en el backstage. Entonces pasó McCartney acompañado de un policía nacional, un gris, me vio empapado en sudor, y me dijo “you look tired” (“pareces muy cansado”). Entonces, en mi inglés de la Barceloneta, yo le dije “In five minutes you as well” (“En cinco minutos tú también”). Todo esto mientras Guillermo, desde el escenario, me gritaba para que volviera a terminar el pase.
Imagínate su reacción cuando aparecí de nuevo sobre el escenario, y le dije que estaba con McCartney… es lo único que puedo explicar de aquel concierto con los Beatles, aunque sé que todos los que pudieron ir se lo pasaron muy bien. Y recuerdo también que como siempre he sido un provocador, estrenamos una canción que era el “Chao, Chao”, que era una versión del “Downtown” de Petula Clark. En las Ramblas había comprado una muñeca, y cuando anuncié la canción durante el concierto, expliqué que se trataba de una versión de “Downtown”, dije que se la dedicaba a esa muñeca, y se la tiré al público. La cogió una niña, y la prensa al día siguiente publicó alguna foto de la niña con la muñeca.
Aparte de los Rolling Stones, ¿pudiste ver en directo a algún otro grupo de la época?Nosotros conseguimos traer a los Shadows a Barcelona, que actuaron en el San Carlos una tarde, y por la mañana en el Price. En Madrid tuvieron de teloneros a Juan y a Junior, y aquí creo que fue Gaby Alegret de los Salvajes. Aquello parecía una competición para ver quién hacía más ruido, todos convencidos de que cuanto más ruido haces más fuerza tienen las canciones. Cuando salieron Los Shadows tenían el volumen de los amplificadores a 1, el público se fue callando, y se produjo un silencio para poder escucharlos… ahí quedó claro todo lo que todavía nos quedaba por aprender.
Imagino que Los Salvajes también os gustaban…
cuando estuve con Jordi Margarit en Rac 105, haciendo La Primera Piedra… me invitó para que hiciera una suplencia de cuatro meses porque tenía a un tertuliano de baja y me quedé doce años, hasta que dejó de emitirse el programa. Una de las llamadas que recibimos fue la de una señora que me preguntó cuál había sido, para mí, el mejor grupo local de los 60, y quién era el mejor cantante. Le dije que lo tenía clarísimo. Para mí el mejor grupo eran los Pekenikes cuando cantaban Juan y Junior. Y como cantante, Gaby Alegret, de los Salvajes. Gaby es una persona que nació enfadado. Siempre ha estado enfadado con todo el mundo. No habla bien de nadie. En el último libro que ha escrito sólo habla bien de mí. Resulta que cuando dije en la radio que lo consideraba el mejor cantante de los 60, al cabo de una hora me llamó porque se había enterado de lo que había dicho. Yo le dije, ¿por qué tendría que hablar mal de ti? Pero como él siempre hablaba mal de los demás… siempre hemos tenido buen rollo, ayer precisamente estuve hablando con él. Está fastidiado el pobre…
¿Alguna anécdota de la gira que hicisteis por Latinoamérica con Marisol?
Aquello fue una maravilla. Nuestro mánager era José María Laso de La Vega. Llevaba al Dúo Dinámico, a Joan Manel Serrat, llevaba a todo el mundo en aquella época. Se llevaba el 99% de comisión, y yo aún ganaba dinero con el 1% restante (risas). Era un buscavidas que no te lo creerías. Podría llenar dos libros de anécdotas relacionadas con él. Fuimos como grupo acompañante de Marisol, todo aquello fue idea de Laso de la Vega. Marisol tenía un éxito tremendo en Latinoamérica por sus películas, y él le montó una gira con nosotros como acompañantes. Fuimos a Madrid, estuvimos una semana ensayando con ella todas sus canciones. En los conciertos tocábamos 20 minutos Los Sirex como teloneros, luego yo presentaba a Marisol, entonces salía ella…. Y no te puedes imaginar lo que era aquello. Yo no he visto nunca nada igual, cuando llegamos a Méjico, el aeropuerto estaba lleno de flores, de arriba abajo, porque resulta que tenía a un fan que era propietario de una cadena de floristerías en Méjico.
¿Y cómo era ella, como persona y como artista?
La mejor mujer del mundo, salvó mi matrimonio. A Pepa Flores la adoraré hasta la muerte. Sobre todo habíamos contratado apariciones en las televisiones. Estuvimos en Argentina, en Méjico, en Perú, Colombia, El Salvador… En aquella época estaba muy de moda actuar en las parrillas de los hoteles importantes. Las parrillas eran como salones de actos, donde se celebraban actos y convenciones. Solían tener un escenario, y podían acoger a trescientas personas. Allí tuvieron lugar muchas de las actuaciones que hicimos. La gira tenía que durar un mes, yo tenía a mi mujer embarazada, y el tour fue prolongándose. En lugar de actuar una noche en cada parrilla acabábamos actuando tres noches, en las televisiones nos invitaban para aparecer en otro programa… cuando llevábamos dos meses les dije a los Sirex y a Marisol que volvía a Barcelona, llamaba a mi mujer y me colgaba el teléfono, no quería hablar conmigo, y le dije a Marisol que aquello me iba a costar el matrimonio. Marisol cogió el teléfono, habló con mi mujer, de Pepa a Pepa, y le garantizó que después de nuestro paso por Bogotá volveríamos a España, porque ella tenía compromisos en Madrid. Al final la gira duró dos meses y tres semanas. Después de hablar con Marisol mi mujer volvió a hablar conmigo.
El último dólar que me quedaba me lo gasté en un whisky en el avión de vuelta, y suerte que vino a buscarme mi mujer al aeropuerto, porque así pude pagar el taxi de vuelta hasta la Barceloneta. En Latinoamérica me lo pasé bomba, y eso que vivía solo. Los Sirex no salían del hotel y acabaron amarillos de tanto comer huevos con bacon, pero yo, los días que teníamos fiesta, me iba solo al cine, al teatro o a comer. Por eso me han pasado tantas cosas y anécdotas, porque nunca he sido capaz de estar quieto en un mismo sitio. En Perú llegamos a Lima a las tres de la tarde, y le pregunté al recepcionista del hotel si había algún buen lugar donde comer. Me recomendó el Café de París, que era donde iban las azafatas y los pilotos. Llegué cuando estaban casi cerrando, pedí un filete y media botella de vino, y un hombre que estaba sentado a la barra y empezó a mirarme. Yo pensé que había ligado (risas). Cuando pedí el café y el whisky, y me encendí un puro (cosa que he hecho toda mi vida), el tipo se me acercó, y me preguntó si era Leslie, el cantante de los Sírex. Resultaba que me había visto tocar en Calatayud, en las fiestas, y cuando le dije que actuaríamos en la parrilla del hotel dijo que vendría a vernos. En Perú o eres muy rico o eres muy pobre. Este era arquitecto, y vivía en una mansión con piscina, mayordomo y mujeres de servicio. Nos vino a ver con un montón de amigos, y después del concierto nos invitó a tomar una copa en su casa. Le extendió la invitación a Marisol, y ésta decidió apuntarse, aunque fue con su madre, que siempre la acompañaba para protegerla. Allí estaba la flor y nata de Perú, la hija de un Ministro… a pesar de la crisis que tuve con mi mujer, me lo pasé… piensa que volví a finales de julio, y a principios de septiembre nacía mi hija.
Después de aquella gira con Marisol los Sírex se disolvieron, coincidiendo con el declive de los conjuntos de pop en España, y el auge de los cantautores. La música se estaba politizando…
R: Los cantautores ya existían cuando dejamos de tocar. Pero yo en aquella época no les hacía ningún caso, los escucho más ahora que entonces. A Paco Ibáñez por ejemplo. No era mi rollo. Ahora, culturalmente, estoy más preparado para aprender cosas, pero no en aquella época. Cuando volví de América envié a los Sírex de paseo, y volví a trabajar en el restaurante de la playa. Estaba agotado, sobre todo harto de la compañía de discos, que nos metía una presión tremenda para que sacáramos un disco cada tres meses. No tenía tiempo de componer, vivía angustiado. Recuerdo que el día de San José, santo de mi mujer que se llamaba Pepa, teníamos un concierto por la tarde en Cornellá, y por la noche en Castelldefels. Pues allí dije que se había acabado. Hablé con la discográfica y con nuestro mánager, y lo dejé. Allí fue cuando empecé a escuchar a los cantautores, y a darme cuenta de lo importantes que eran. Años más tarde, en el 78, vino a buscarme Gay Mercadé, para decirme que había un revival de la música de los 60 por toda Europa y por los Estados Unidos, y que teníamos que volver a tocar. Yo no había visto a nadie desde que lo habíamos dejado, con la única excepción de Luís, el batería.
¿El Rock se ha convertido en una música para gente mayor? ¿Es verdad que los jóvenes pasan del rock?
Los jóvenes no escuchan rock porque los han envenenado con la música latina.
A mí tampoco me gusta el reguetón, pero quizá los mayores olvidamos que los jóvenes en los años 60 también tenían unos padres que renegaban de los Beatles o de los hippies. ¿No será que nos estamos haciendo viejos?
Yo te hablaré de música. Los padres de los primeros fans de Elvis se escandalizaban porque hacía aquellos movimientos de cadera, pero él iba bien pulido, bien peinado, y tocaba de puta madre. Lo que no puede ser es que triunfe una música que es tan agresiva hacia tanta gente, y que glorifica las drogas. A mí no me gusta prohibir nada, todo tiene su mercado, todo puede venderse, pero en lugar de educarla musicalmente, a la generación actual la estamos atrofiando. Pero esto ya pasa en las escuelas, en las fiestas de fin de curso, a las niñas de 5 o 6 años les ponen reguetón, porque es lo que se escucha hoy en día. Pues yo fui a dar una charla a la escuela de una de mis nietas, y me llevé a Pepe, mi guitarrista. Y les toqué rock’n’roll. Todos los niños acabaron en pie, cantando conmigo. Porque la profesora les había enseñado la letra del “Tren de la Costa”. Tendrías que haber visto a aquellos trescientos niños y niñas de 8, 9 años de edad, cantando aquello de “Corre, niña, ves al tren o marchará”. Es cómo los educas. Si los niños solo oyen reguetón, es lo que escucharán todo el tiempo.
Para terminar, una pregunta facilona pero que te haré de todos modos: ¿Qué barrerías hoy en día? ¿Lo mismo que cuando lanzasteis “La Escoba”?
R: Yo no cambiaría la letra. Cuando la escribí vivía en un barrio que era muy pobre. La gente era portuaria, no se ganaba bien la vida. Hoy si eres estibador te ha tocado la lotería, porque todo está mecanizado. Antes iban con una faja y un gancho, todos estaban jodidos de los riñones. Mi padre era pescador, era normal que en aquella época escribiera “El Tranvía”, las canciones que se me ocurrían, tan sencillas como “La Escoba”, que decía “Barrería yo el dinero que es la causa y el motivo de tanto desespero”. La compañía de discos Vergara nos dio un premio por haber vendido 100.000 copias de “La Escoba”. Recuerdo que nos la dieron mientras estábamos de gira por Girona, en LLafranch. Todavía conservo la placa. Y había un director en la compañía de discos que al cabo de 15 años, vino y me dijo que tendríamos que volver a grabar la canción con una letra distinta, actualizada. Yo le dije que se lo propusiera a un grupo que estuviera empezando, que pudiera explicar las cosas que les pasaba en ese momento. Yo en mi época ya dije lo que tenía que decir. Que vengan ahora músicos más jóvenes, y que barran lo que tengan que barrer. Ahora, si tuviera que rehacer esa letra, no quedaría títere con cabeza. La vida me ha enseñado muchas cosas, y ya no me fío de nada ni de nadie. Todo está comprado, todo es un negocio, hay mucha mala leche. ¿Cómo se puede vivir así? El único que vive un poco bien soy yo, me he construido mi pequeño nido de paz y tranquilidad, salgo a pasear cada día con mi mujer, mira la mierda de móvil que tengo… ahora vivo en Diagonal Mar, siempre he vivido delante del mar. Nunca he salido de la Barceloneta, y mi mujer también es de ahí. Yo hace 13 años me quedé viudo, lo pasé muy mal, y dio la casualidad de que Dolors, mi esposa actual, tenía un chiringuito donde yo iba con mi anterior mujer. A mí me ha salvado la música, y seguir trabajando. Dolors estaba separada, yo me había quedado viudo, la invité a un café, y la cagó (risas).
Entonces no todo es una mierda, la música no lo es.
La música ha sido mi vida. Cuando hablo de mierda hablo del reguetón.
La música es lo único que no barrerías.
R: Lo único que digo es que no volvería a hacer una letra de “La Escoba”, porque creo que a mí ya no me toca. Porque si lo hiciera… en política todos se odian a morir. La prensa está comprada, las emisoras… ¿en quién puedes creer? La gente necesita ilusiones. En la vida has de tener ilusión por las cosas. Para intentar ser feliz. Y lo que no puede ser es que te quiten la ilusión. Cuando los políticos se den cuenta de que te ríes, y de que es gratis, intentarán quitarte la risa.
Texto: Alex Fernández de Castro