Es una artista diferente. La heredera por derecho propio del legado de Tracy Chapman vuelve a la carga con otro espléndido trabajo que la reafirma como una de las grandes de la música norteamericana. Cuarenta y pocos minutos donde el blues, el folk, el góspel, el country y algo de grunge, por lo angustioso de sus letras, se dan la mano. Un disco en el que el suicidio de su madre, acaecido en 2000, toma el protagonismo, como si necesitara dejar esa total desnudez sentimental para su segundo trabajo. Difícil de ubicar por estilo, Kiah es una música total que, además sabe acompañarse de gente de primer nivel. En este caso son SG Goodman, Billy Strings y Avi Kaplan quienes apuntalan algunas de las doce canciones de un trabajo mayor, sin duda. Con canciones como templos. Temas escritos por una artista que tuvo que crecer negra y miembro del colectivo LGTBIQ en Chattanooga, en pleno Sur. Y eso cala. Como estas doce canciones.
Eduardo Izquierdo