Si consultas la Wikipedia de la banda, la lista de trabajos editados es más larga que el escueto párrafo que dedican para definirlos. Pero si hay algo que llama la atención, es que parece ser que el skateboarder Tony Hawk debe ser un gran fan de la banda, ya que los ha incluido en repetidas ocasiones en la saga de su video juego.
Aunque no he montado una tabla en mi vida, entiendo que la sensación de velocidad y adrenalina que debe aporta su música cuando estas encima de una de ellas, debe ser importante. Zeke (pronunciado ‘z:ki), tampoco es que luzcan como profesionales de ningún deporte, todo lo contrario, podrías pasar por mecánicos, camioneros, o electricistas, pero lo que dejan claro es que dominan el arte de la intensidad.
Si al acceder a la sala, te fuiste directo al puesto de merchandising, comprobaste que la banda sigue llevando los mismos cinco modelos de camiseta de siempre, no han evolucionado en ese sentido, algo parecido como su música. toda su historia. Todas son de diseños clásicos que perduran en el tiempo, y una cosa importante, posiblemente sean unas de las planchas de impresión más amortizadas que existan, y si se aplica el “Only Cash” para comprarlas, pues mejor todavía, más beneficio.
The Capaces fueron los encargados de compartir escenario con los de Seattle, los barceloneses cumplen veinticinco años como banda, y quedó claro de las tablas que han acumulado durante ese tiempo, con un su show corto muy compacto de Punk n’ Roll y cargado de energía. Acudieron a su álbum “All That Is (2023)”, así como a momentos puntuales de sus trabajos restantes, asegurando el ambiente y la afinidad entre banda y público.
Presenciar un show de Zeke, es saber que no vas a poder cantar sus canciones, no porque no hayas realizado el esfuerzo de memorizartelas, o que conozcas su discografía al dedillo, sino porque son escupidas con una velocidad que a lo máximo que podrás aspirar como espectador, sera corear algún estribillo. Sirvan de ejemplos “Evil Dead” o “Death Alley”, que, por la facilidad de contener un par de palabras, se pueden pillar al vuelo, pero si te despistas, se te escaparan.
En una horquilla de cincuenta minutos, nos arrollaron en forma de punk n roll a velocidad de crucero y donde pocas veces bajaron el pie del acelerador, aunque los momentos más contenidos y dinámicos, sirvieron para oxigenarnos de tanta furia para volver a golpearnos. Otro trabajo difícil de acometer sobre el terreno de juego, es asimilar a que álbum pertenece cada tema que interpretan, básicamente por una cuestión de estrés auditivo, eso sí, acudieron a Kiss y Ted Nugent, para retorcer y darle un plus de suciedad a dos de sus clásicos, complementando un show de crispación sonora altamente gratificante.
Texto y fotos: Oscar Fernández Sánchez