Buena entrada en la sala mediana del complejo del Poble Nou, si lo comparamos con su anterior visita a la ciudad condal, para ver la actuación del de New Jersey. Público veterano y curtido, devoto del estilo y admirador de los anteriormente conocidos como héroes de la guitarra. Walter es uno de ellos, músicos que portaron la antorcha del blues rock una vez pasada su etapa de máximo apogeo en los setenta, compañero generacional, año arriba, año abajo, de nombres como Coco Montoya, Tommy Castro, Poppa Chubby, Dave Hole, Jimmy Thackery o Tinsley Ellis.
Trout tomo el escenario con autoridad acompañado por su banda, teclados, batería, bajo y un segundo guitarrista, para ofrecer durante algo más de dos horas un concierto en que condensó lo mejor y lo peor del género. Ejecución técnica impecable, arranques guitarreros que levantaban la entusiasta aprobación del respetable, explicó historias de su carrera y vida personal como introducción a las canciones, bromeó tocando por B. B. King, imitando el tono y la digitación de este, subió la temperatura a base de boogie y rock y templó el ambiente en los tiempos lentos, cuando sonaban más próximos al blues puro y duro.
Recreó «I Shall Be Released» de Dylan, recordó de forma muy puntual, como era de esperar, su último álbum, Broken, y se relajó enfrascándose en una larga presentación de la banda, excelentes instrumentistas todos ellos, con tipos como Neil Young o Bob Dylan en su currículo, complementada con los respectivos solos de cada uno, algo que a un servidor se le hizo tedioso y absolutamente insustancial. En mi opinión, podría haber aprovechado esos minutos para tocar alguna tema más de su propia cosecha. Pero gustó al personal asistente a tenor de la vehemente reacción después de cada intervención solista, así que nada que objetar. Oficio, clase y veteranía. Ya quedan pocos como él.
Manel Celeiro
Fotos: Fernando Ramírez