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Redd Kross – La (2), Barcelona

Hay ciertos momentos que se guardan en la memoria de por vida, y si se trata de conciertos, no importa la cantidad a los que uno asista, solo viendo el nombre de la banda, tu mente se dispara rápido, y posiciona el foco en ese momento. En el caso de Redd Kross, el recuerdo me transporta al año 1994, y a la cola para acceder a la sala Zeleste (actualmente Razzmatazz), las estrellas eran Stone Temple Pilots, pero una vez dentro, desde la niña enseñando la lengua de la camiseta del merchandising de los californianos y el show que ofrecieron, propició que se generara un recuerdo eterno.

Curiosamente, (no tengo excusa), por alguna extraña razón, y a pesar de haber formado parte de mi vida musical, no había vuelto a presenciar en vivo un show de los hermanos McDonald desde aquel lejano día de hace treinta años. Por lo tanto, con su excelente reciente trabajo “Redd Kross (2024)”, y el añadido del efecto nostalgia, todo encajaba para el uso y disfrute de sus seguidores, generando una de esas noches donde “todo el mundo estaba allí”.

Aunque estoy seguro que a los hermanos les gustan más los comics de Kiss, podríamos asociar por el concepto bubbblegum de la banda a The Archies, invitando a David Lee Roth a tocar con ellos en una fiesta en el jardín. Si hay algo que trasmitieron durante todo el show, eso fue felicidad y mucha potencia en cuanto a sonido, con un volumen generoso, que, si bien podía parecer que debería jugar en su contra, éste nos reconfortó, haciendo sentir cómodo tanto a público como banda, pese a algunas deficiencias puntuales.

Bajo trajes blancos y manchas de pintura al estilo de un artista con ganas de crear una nueva obra, todo arrancó con “Switchblade Sister”, moviéndose por toda su discografía, en la que los temas de su reciente trabajo generaron la misma recepción que los de su etapa 90’s, “Born Innocent” encajó perfectamente con “Jimmy’s Fantasy”, “Mess Around” o “Huge Wonder”, y ya ha pasado a jugar en su misma liga.

Orgullosos de sus inicios y de sus influencias, los hermanos tiraron la mirada atrás en el bis, y se dejaron llevar por la vena punk, y la nostalgia, acudiendo a “Crazy Horses” de The Osmonds y “Deuce” de Kiss, que, si bien encajaron perfectamente como fin de fiesta, lo hubieran hecho mucho mejor complementándose con alguna visita más a su catálogo más inspirado. Por poner un ejemplo (cada uno tendrás sus favoritas) podrían haber sido “1976” o “Bubblegum Factory”, se hubiera rematado a lo grande, una noche ya de por sí muy completa.

Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sergi Fornols

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