¿Dónde vas después de esto? Quiero decir, eres MonoNeon, haces lo que haces con tu instrumento, te rodeas de músicos que rozan tu genialidad y cada noche reinventas una forma de entender la música en vivo. Así que me vuelvo a preguntar, ¿qué queda por ver después de esto? Lo mismo debieron preguntarse algunos cuando vieron a Jaco Pastorius en los setenta, a Miles Davis en los sesenta o a Prince en el 84.
En cierto modo es una suerte ver a MonoNeon en recintos de tan íntimo aforo. Aunque La Paloma (la sala de conciertos más bella de este lado del planeta) es un paso más allá respecto a La Nau, local que albergó sus dos anteriores visitas.
El recital no fue especialmente diferente del anterior en la ciudad, enero del 23. Las jams estaban justificadas, no hubo excesos gratuitos por parte de ninguno de los músicos y aunque el sonido de su bajo era alto y nítido (por algo él es la atracción), los cuatro músicos caminaron como un puño, apretados, conjuntados. Era como escuchar una versión actualizada de Parliament, con algo menos de colorido pero mayor grado de madurez y eficacia en la ejecución de los instrumentos. Eso sí, el jefe es el jefe, y si el jefe levanta la mano todos giran en la dirección que el jefe interpreta. Brutal ver cómo todos le miraban por el rabillo del ojo esperando ese gesto, que no siempre llegaba en el punto esperado.
MonoNeon cantó más y mejor que en visitas anteriores, lo cual da una idea de cómo fue pensado el recital, en torno a las canciones del artista. El hecho de que esto sea importante incluso para un virtuoso como él, da una idea del porqué su público va creciendo, empezando ya a atraer incluso a los tarados de la ciudad, como aquél que le increpaba gritando «¡¡Quítate la máscara!!», «¡¡Muéstrame quién eres!!».
Jodido idiota, ¿no sabes que MonoNeon es un súper héroe en la tradición de Kiss o Parliament? Sonaron canciones maravillosas como «Woman, Water & Weed», «Invisible» o la indispensable «Hot Cheetos», que tiene el mejor riff de bajo y guitarra que se ha escrito en esta década. Pero creo que todavía le falta por escribir ese disco que le lleve a otra liga, el disco que te empuje a decir: «Ok, ya te he visto tres veces, dame el punto extra para repetir la experiencia». Quizás es que ya le va bien así. Bueno, matizo: le va bien así.
Texto: Sergio Martos
Fotos: Alberto Belmonte
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