Este año se cumple el 40º aniversario de la edición del “Two Steps From The Move” de los Hanoi Rocks y para conmemorarlo Michael Monroe decidió celebrarlo anunciado varios conciertos tocando el disco entero de cabo a rabo.
Había llegado el momento de quitarme la espinita clavada y poder tachar de lo más alto de mi lista de bandas y cantantes “pendientes de ver en directo”.
Conocí a los Hanoi Rocks gracias a los Guns N´ Roses. Hablaban de ellos como una de sus principales influencias tanto estética como musicalmente en los artículos y entrevistas aparecidas en las revistas musicales de los años noventa. En esa época, no fue nada fácil ni barato conseguir los discos de la banda finlandesa, pero mi primer viaje a Londres con mis padres, me facilitó la tarea. Era la época dorada de las tiendas de discos.
Bueno, vamos al grano, llegamos al Electric Ballroom y mientras esperábamos a que abriesen las puertas, tuvimos la oportunidad de ver todo tipo de “fauna humana” pasar por nuestro lado: crestas, maquillaje, pelos y ropa de todos los colores imaginables. El barrio de Camden es un mundo aparte que lo hace diferente del resto.
El encargado de abrir la velada fue CJ Wildheart que cumplió con el trámite de forma correcta. Se apagan las luces y tras la intro de “Carmina Burana” suenan los primeros acordes del “Up Around The Bend”, Michael Monroe salta a escena desbocado, dando brincos con el espíritu de un adolescente poseído por el rock and roll.
Sin descanso, uno a uno van cayendo en el orden original los temas del disco. Michael cuenta que hace 40 años tocaron en este mismo local y le recuerda a Yaffa la anécdota protagonizada por el desaparecido Razzle tirando al aire una de sus baquetas e impactando accidentalmente en la cabeza de Nasty, dejándolo K.O. durante unos instantes.
La banda suena de lujo y compacta. Llega el turno de esa pedazo balada que es “Don´t You Ever Leave Me”. Estoy seguro que a más de uno se le escapó alguna lagrimilla. El teclado durante “Million Miles Away” nos traslada a ese sonido ochentero que caracteriza al disco y que aprovecha Michael Monroe para lucirse al saxo.
“Boulevard Of Broken Dreams” es otra de las joyas de la corona que en su día compuso Andy McCoy junto a la ayuda de Ian Hunter de los Mott The Hoople y que es todo un himno por el que no pasan los años. De un plumazo han desgranado todas y cada una de las canciones del disco. Visto lo visto, no ha envejecido nada mal durante estos 40 años de vida.
Lo de Michael Monroe sobre el escenario es digno de estudio, sigue manteniendo esa imagen misteriosa de alien andrógino venido del más allá. Yo no sé si ha hecho un pacto con el diablo, duerme en una cámara hiperbárica o se hace transfusiones de sangre en Suiza pero es que no para en todo el concierto.
Si existiese el decálogo del frontman perfecto, sin duda Monroe cumpliría con todos y cada uno de los requisitos. Es capaz de saltar desde el bombo de la batería y dar patadas al aire, trepar hasta la torre de iluminación, abanicarse para hacer volar su melena al viento mientras canta y todo esto sin ningún tipo de pose o postureo, todos esos movimientos le salen de forma natural. Ah y por si fuera poco también toca la armónica y el saxo.
Tras una pausa para coger un poco de aire y seguramente retocarse el maquillaje, la banda vuelve con las pilas cargadas. La segunda parte del concierto se centra en temas de los trabajos en solitario de Michael Monroe que para nada desentonan con los viejos temas de los Hanoi Rocks.
“I Live Too Fast To Die Young” es uno de sus mejores temas, pura dinamita en directo. “Last Train To Tokyo” es quizás una especie de homenaje a sus fans del país del Sol Naciente donde Monroe es considerado poco menos que un Dios.
Monroe se sienta al borde del escenario junto al guitarrista Steve Conte para susurrarnos las primeras estrofas de “Ballad Of The Lower East Side”, mientras el resto de la banda se prepara para atacar la canción en perfecta comunión con el público que corea el estribillo a pleno pulmón.
Llega el momento de presentar al mejor bajista de rock and roll del planeta según Monroe, su fiel escudero Sami Yaffa que aporrea las cuerdas de su bajo al ritmo de “Motorvatin’”. Otro clásico de los Hanoi Rocks “Malibu Beach Nightmare” pone la sala patas arriba acercándonos ya al fin de fiesta. También hubo tiempo para disfrutar de “Hammersmith Palais” y “Nothin´s Alright”, dos de los temas que aparecen en el único e imprescindible disco de los Demolition 23. “Dead, Jail or Rock ´n´ Roll” cerró una noche para el recuerdo, que sirvió de perfecto homenaje a la que fue una de las mejores bandas en directo en la década de los ochenta.
En mi caso, conservaré este concierto en la retina durante mucho tiempo. Y estoy convencido que también será así en el de la mayoría del público.
Texto y fotos: Daniel García Femenía