Yo siempre he sido mucho más seguidor de Los Burros y de los dos primeros discos de El Último De La Fila (y hasta de Los Rápidos) que de toda la trayectoria en solitario de Manolo, que solo he seguido un poco por encima y me he quedado con algunos singles.
Por eso, fue para mí un placer que el concierto comenzara con ‘Insurrección’, una de mis canciones favoritas de la banda y también de las más pegadizas y escuchadas. Lo que no mé gustó nada de arranque es ver una banda con tantos buenos músicos, y hasta 5 guitarristas, que apenas se escuchaba, sobre todo en la primera hora de concierto. La voz de Manolo estaba muy por encima de todo el resto de instrumentos y eso deslució un poco los resultados musicales. Prácticamente había instrumentos que sólo se oían bien y con volumen cuando hacían algunos de sus respectivos solos instrumentales.
Como contrapartida fue posible escuchar y entender mejor muchas de las letras de sus temas en solitario que conocía mucho menos. Letras con muchos momentos filosóficos y éticos que contrastaban con el gran número de tacos que uso Manolo durante toda la velada, cuando se dirigía a su apasionado público y que les alabó incluso diciendo que esa frialdad del público vasco no la vio por ningún lado. Hubo buenos momentos con detalles folk, especialmente cuando tomó protagonismo el violín y, a veces, el laúd. Pero me gustaron más aún los bastantes arranques de aires flamencos en un gran número de temas. En varios de ellos con la presencia de una bailaora que dio también colorido y ambiente en dichas canciones. Así que me dio cierta pena no poder disfrutar de la clase con la guitarra de un Víctor Iniesta (Elbicho) que fue, para mí, un poco como cerrar un ciclo vital cuando les vi hace unos 20 años y mi hijo era poco más que un bebé, pero que cantó y disfrutó con su buena versión de ‘La Bien Pagá’.
En todo caso, no se me hicieron largas las 3 horas de concierto porque era un placer ver el apasionamiento de la gente con las canciones y las historias que cantaba. Familias enteras, hasta con niños y niñas, (entradas agotadas en Miribilla) que se fundían en recuerdos y que nos llevaba a todos, en general, a acordarnos de seres y momentos queridos. La caída de montones de globos gigantes también fue un bonito detalle, así como la lluvia de confeti cuando el concierto se iba acercándose ya a su fin.
Los otros momentos musicales en los que me volví a emocionar fue cuando tocó consecutivamente varias de las canciones de El Último que más me gustan. Te hablamos de una potente ‘Lejos De Las Leyes De Los Hombres’, una íntima y hermosa ‘Aviones Plateados’, ‘A Veces Se Enciende’ o la pegadiza y muy coreada ‘Como Un Burro Amarrado En La Puerta Del Baile’. Hubiera sido ya una gozada total, para un servidor, que regresara hasta Los Burros para tocarnos ‘Disneylandia’ o mi favorita, ‘Mi Novia Se Llamaba Ramón’, que es un éxito en mi pequeño pueblo de Navarra, Obanos, lugar en que más de medio pueblo la conoce, comenzando por mi amigo, el citado Ramón de la canción, y con quien suelo cantarla todos los veranos en más de una ocasión.
Y recordando esos viejos tiempos y recuerdos fue la guinda para mí que cantara el clásico mejicano ‘El Rey’, en los bises. Soy gran fan de las rancheras, en general, y esta canción también supone un hito particular para mí. Volví a acordarme de muchos seres queridos que ya saben quiénes son. De remate, fiesta final con más aires fronterizos con otro clásico mayúsculo y festivo como es ‘La Bamba’ de Ritchie Valens que también bordaron y dieron nueva vida Los Lobos. Buen colofón a una emotiva velada, en bastantes momentos, con la marcada pega de no poder haber disfrutado algo más de las buenas prestaciones de los 10 músicos.
Texto: Txema Mañeru