El outfit definitivo que quiso adoptar toda “riot girl”, fue el que lucía Kim Gordon en el videoclip del tema “100%” de Sonic Youth, la combinación de micro shorts, zuecos, gafas de sol, melena despeinada, y camiseta raglan con el lema “EAT M” y la lengua de los Rolling Stones, marcaba la diferencia.
En definitiva, todas querían ser ella, ya no solo las indie kids alternativas, sino sus propias compañeras de profesión, ya que la veían como un referente a seguir, tanto en lo musical como en otros proyectos, ya sea de activista feminista, escritora, productora musical, o diseñadora de moda de su marca X-Girl (versión femenina la marca de Beastie Boys X-Large), y en la que para su catálogo escogió a la futura estrella de la gran pantalla, Chloë Sevigny.
Pasados treinta dos años desde el video clip al que hacíamos referencia, y convertida en un auténtico icono de la cultura arty, la neoyorquina volvía a Barcelona después de su paso por el Primavera Sound del año 2022. En esta ocasión, fue dentro del Mira Festival, un marco más específico para presentar “The Collective (2024)”, toda una declaración de intenciones avant-garde, e inspirado en la novela “The Candy House” de Jennifer Egan.
Arropada por una banda femenina muy bien compenetrada, desarrolló un concepto de arte musical cargado de distorsión, de poso alternativo, trazas del punk de sus inicios, capas de electrónica, miradas hacia la modernidad aplicando con acierto el vocoder en ciertos pasajes, y por supuesto, el rock como se entiende en la gran manzana.
Si buscamos una comparativa, podríamos englobar que todo pivota entre el Lou Reed más inquieto, y los aires actuales de Black Midi. El grueso del set, lo formó su reciente trabajo, interpretado en el mismo orden con el que ha sido diseñado para el formato grabado, aunque eso sí, aplicando un concepto más ruidista, y dejando para el tramo final, la visita a temas al margen de su presente como “Airbnb” o “Paprika Pony”.
A ella la pudimos ver metida en su papel, elegante, de porte serio (solo esbozó una sonrisa al presentar a la banda), algo difusa, con la necesidad de leer algunos textos, así como perdida o ajena a la escena en la que se encontraba. Eso sí, supo mantener intacto ese halo de icono eterno.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarin