La edición del Funtastic estuvo marcada por los acontecimientos que rodearon su celebración: la dana y la tragedia y las consecuencias que dejó tras su paso, principalmente en la provincia de Valencia. Imposible de obviarlo. Con la difícil decisión de seguir adelante, y con un sentimiento de preocupación en la organización (al tanto del transporte, cambio de entradas, logística, comunicaciones… y todo lo que conlleva un festival de estas características bajo unas circunstancias tan especiales), todo salió bien.
La primera jornada correspondió a la habitual fiesta de disfraces, esta vez en pleno Halloween y bajo la temática de lo oculto: vampiros, zombies, demonios, monstruos, exorcistas… campaban a sus anchas en las habituales zonas de la discoteca Penélope: la sala de conciertos, la terraza y la zona de baile representada por el festival Hipsville, el reducto para los más exigentes, con una distribución del espacio que mejoraba la del año pasado.
El gran cartel de este año daba cabida a la habitual línea de programación, con apuestas arriesgadas, clásicos infalibles y dosis del punk más desacomplejado. Lo pudimos comprobar ese mismo día, en un gran arranque con Solomillo Wellington y Flash, con la actitud del punk más clásico como referentes. La propuesta de las francesas Alvilda llego a cautivar por su mezcla irresistible de power pop, punk y guiños a girl groups ilustres. El espídico Billiam, al frente de una jovencísima banda, tampoco dejó indiferente. Lo suyo son miniaturas sónicas, en ocasiones estruendosas, que también buscan un impacto visual, ya sea por la actitud en el escenario, o por la imagen que gastan.
Los neoyorquinos Daddy Long Legs protagonizaron una de las actuaciones más divertidas, reivindicando el legado del incomparable Screaming Lord Sutch en pleno Halloween. No podíamos pedir más. Brian Hurd bordó el papel del homenajeado y la banda se vio reforzada con el saxo de Spencer Evoy. Toda una fiesta en la que el shock rock DIY y la comunión con el público se alineó a la perfección. Fue todo un acierto.
Todavía quedaba lo mejor. Redd Kross venían a presentar un excelente nuevo disco y la celebración de su 45 aniversario, con la actitud de quien se sabe superviviente en este negocio. Su reciente biografía y documental lo atestiguan. Los McDonald no fallaron: repertorio imbatible, banda compenetrada, el perfecto equilibrio entre profesionalidad y actitud, y mucha diversión. Hubo tanta que en algún momento Steven McDonald no pudo contener las carcajadas ante la subida al escenario de la mismísima niña del Exorcista, perfectamente caracterizada, que acto seguido se lanzó hacia el entregado público. Así acabó un primer día para el recuerdo, difícilmente superable.
Las actuaciones del segundo día empezaron a mediodía en la sala del Rockstar con dos propuestas del sello Cuerdas Fuera, más minoritarias pero interesantes: las madrileñas Seggs Tape, practicando su acertadamente autoproclamado rave punk, un tanto caótico, y las francesas Oh, no! It’s Diva, con sus versiones de Devo llevadas al terreno synthpunk.
Ya en la Penélope disfrutamos de la jornada con más presencia punk de todo el festival: los eficaces y festivos Pólipos, Brat Farrar y The Unknowns desde Australia, y los americanos The Marked Men y Useless Eaters. Difícil destacar a uno por encima del otro para este cronista, por el sonido enmarañado y algo reiterativo de las propuestas… pero poco importa, el público disfrutó lo suyo.
La tregua vino de la mano de los habituales por estos festivales The Courettes, un dúo que ya es una garantía de diversión por su carisma y mezcla de garage y punk melódico, y de Billy Tibbals y su poderosa banda, demostrando ser algo más que una simple revisión glam rock. Aquí encontramos referencias del mejor rock británico de los 70 con la voluntad de sonar fresco.
El último día también empezó con una sesión matinal en el Penélope Beach con el dúo australiano Thee Cha Cha Chas, que repetía después del éxito de su actuación el año pasado, esta vez en un bar abarrotado, ideal para su repertorio de influencias sesenteras.
Los japoneses The Fadeaways, que se integraron en el ambiente del festival durante los días previos, debutaron por la tarde con su energético garage-punk. Los holandeses The Anomalys tomaron el relevo, más brutal si cabe. Los Malinches apaciguaron el ambiente con su garage con influencia psicodélicas y que demuestran tener un directo poderoso e impecable.
Otro de los grandes momentos por el que esta edición será recordada fue la actuación Gyasi, el andrógino artista que debutaba en España con su descarada pero muy digna mezcla de Bowie, Bolan y todo lo que parezca glam, y con una potente banda que logró entusiasmar al público. En el backstage no pararon las felicitaciones para la organización, ya que era una apuesta arriesgada de Paloma y Sr. Varo. Se vieron compensados con creces, se lo merecían.
La recta final llegó con los esperados Man or Astro-Man? y un equilibrado repertorio que combinó instrumentales surf-punk y una vistosa puesta en escena, y los australianos Cosmic Psychos, que venían a lo que venían: a celebrar sus 40 años de existencia con un concierto sin tregua… y a que Mad Macka hiciera su particular danza del vientre.
Un broche de oro para otra edición memorable del mejor festival del sistema solar.
Texto y fotos: Josep Calle