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Frank Turner & The Sleeping Souls + Skinny Lister + The Meffs – Apolo (Barcelona)

 

Aviso a navegantes: esto no es una crónica objetiva, es un testamento emocional, porque no puede ser de otra forma cuando se trata de un concierto de Frank Turner; lo contrario sería faltar a la verdad.

 

La noche empezó con los descarados The Meffs, un dúo de punk-rock –como tampoco podía ser de otra forma– original de Essex, producido por el propio Turner. Derroche de actitud, riffs rápidos y contundentes, energía desbordante y un descaro que te atrapa al instante. Como en el anuncio de los años noventa, The Meffs son jóvenes aunque sobradamente preparados. Con solo media hora de show, pero una fuerza arrolladora, dejaron claro que no necesitan bajista ni tampoco rodeos. Savia para el punk rock como agua de mayo, como si nos gritaran «¡No nos olvidaréis!» Y no lo haremos.

A su lado, los siguientes Skinny Lister se antojan ya unos veteranos. Llegaron para convertir la sala en una verbena sin descanso, con acento folk-punk y un botijo que iba de mano en mano. Entre brindis, sudores y coros memorables, Lorna, la vocalista, lideró un desmadre organizado, bajando al público para improvisar pogos y competiciones de pulsos sobre la espalda de algún valiente voluntario. Solo Lily, guitarrista y cantante de la banda anterior, fue capaz de vencerla. Tanto da si el escenario sigue siendo suyo. ¿Son una banda o una familia de trovadores ebrios? ¡Qué más da! Porque al final, nos arrastraron a todos con ellos al ritmo de estribillos que se tatuaban en el alma.

Y entonces llegó Frank Turner con sus Sleeping Souls, y la transformación culminó. La apertura con «No Thank You for the Music» sería una declaración de intenciones: crudeza, honestidad, celebración y coros a pulmón. Cada canción sería una historia, y cada historia, un puñetazo al corazón. «1933» sería el primero de muchos momentos de piel de gallina –demasiados para contarlos todos– y de una conexión tan auténtica entre Turner y el público, que parecía que estuviera en el salón de su casa. Y es que en su concierto número 2.978, se sucedía un repertorio mezcla de lo nuevo de Undefeated («Girl from the Record Shop», «Letters», «Ceasefire»…) con clásicos de su ya larga trayectoria –¡son 20 años ya girando en solitario!–; instantes personales convertidos en himnos coreados con puños en alto. Pues solo dos normas rigen en un concierto de Frank Turner: la primera, no ser un dickhead, algo así como un gilipollas; la segunda, que si te sabes una canción, la cantes.

Saluda al público en catalán y hasta se permite bromear con la relación que guarda Barcelona con la capital del estado. «Es tan fácil», dice entre risas cuando sus bromas despiertan un cariñoso abucheo del público. Espontáneo y natural; entre lo vulnerable y lo épico; se arranca con una tríada acústica en la que dedica «God Save the Queen» a una amiga fallecida; «Be More Kind» a una sociedad enferma y «The Ballad of Me and My Friends» a todos los presentes. Para cuando los Sleeping Souls vuelven a pisar las tablas, se atreve a cantar la primera estrofa de «Do One» en castellano, tras pedir disculpas por no hacerlo en catalán, continuando con la broma…

Entre todos cantamos «I Still Believe», un homenaje a aquello que nos une: el rock’n’roll. En el encore, «Somewhere Inbetween» encapsula una honestidad brutal y una capacidad para escribir canciones que te abren y te sacuden por dentro. Tras el último acorde tres canciones después, el sabor en la boca que te hace sentir que el mundo es un lugar mejor solo por haber estado aquí.

 

Texto: Borja Figuerola

Fotos: Sergi Fornols

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