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Frank Carter & The Rattlesnakes – Santana (Bilbao)

 

Es complicado explicar la sensación que produce ir a ver un concierto de una banda que ha anunciado un parón indefinido y salir de la sala pensando que es un error visto el nivel que dio al acabar la cita. Pero la realidad es tozuda y Frank Carter ya anunció el pasado 4 de octubre que sus Rattlesnakes paraban y no se sabe hasta cuándo. Quizás (bueno, no tan quizás) el nuevo rol de Carter como sustituto de Johnny Rotten al frente de los Sex Pistols tiene mucho que ver. Lo sentimos, pero aquí se banca a Rotten siempre y mira que Frank Carter es un sustituto de lujo pero…

Bueno, a lo que vamos, que hoy no toca hablar de los Pistols. Un concierto del amigo Frank siempre es una fiesta, algo muy físico e intenso y se encuentra lo que uno se espera. Pero antes de ello calentaron el ambiente Kid Kapichi, un cuarteto británico muy británico, de esos que no pueden negar que son hijos de la Gran Bretaña aunque renieguen de ello tirando de absoluta punk attitude (nos llegaron a preguntar que por qué nos gusta ir a Inglaterra viviendo donde vivimos). Con un rollo muy antistablishment británico descargaron un set de casi una hora, diez temas pero con un sonido poderoso, con canciones que orbitan entre el britpop más cañero y los ramalazo punk de que hacen gala. Ojo, sonaron muy muy bien y se les vio muy cómodos en su segunda visita por aquí y primera en Bilbao. ¿Temas destacables? La inicial “Artillery”, “Rob the supermarket”, la más lenta “New England” (aquí atizaban a su país) y las dos últimas, “Get down” y “Smash the gaff”. Gustaron, mucho.

Pero fue ver al tatuado Carter con su camisa blanca para que se desatara el sin dios en que se convirtió la sala. Por cierto, mucho público joven para ver a su ídolo que empezó suave con “Can I take you home”, pero que pronto se enajenó como suele ser habitual en él. Tras “Honey” y “Self Love” ya bajó a la pista a montar un Circle Pit de “Aúpa el Erandio” como se dice por aquí. Tres temas de vorágine total, la salvaje “The Drugs”, la soberbia “Kitty Sucker” y la no menos enajenada “Devil inside me”. Tan loco fue todo que lo subieron en volandas al escenario con un golpazo en la cabeza y con el micrófono perdido. Si la vamos a liar, que sea parda.

El concierto siguió con él sobre el escenario (pidiendo un Mosh Pit only for ladies en “Wind Flowers”), pero tras otro de su hits, “My Town”, bajaron las revoluciones. Un paréntesis mínimo con varios integrantes de Kid Kapichi (más un vocalista desconocido y gritón) sobre el escenario antes de acometer temas como “Brambles”, “Cupid Arrows” o “Lullaby”. Buenas canciones pero con menos revoluciones que las anteriores, no pasa nada, gran parte del numerosísimo público femenino lo cantaba a grito pelado.

Pero esa diferenciación es un poco corta rollos. No sabemos si vamos a setas o a rolex, como también se dice por aquí. Es cierto que esa paleta completa el cuadro musical y lo enriquece pero queda extraño ese frenazo tras la vorágine inicial. Y para acabar, una terna de temas como bis, muy bien por cierto. “Man of the hour”, “Crowbar” (vaya bala de canción) y la final “I hate you”, cantada en gran parte por el público y con la sempiterna sonrisa de Dean Richardson, para finalizar la última vez que les veremos por aquí durante mucho tiempo.

Texto: Michel Ramone

Fotos: David Mars

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