A Evan Dando se le guarda cariño y admiración desde sus imberbes inicios. Lemonheads fue una de las bandas seminales del Boston de final de los 80, donde el punk y el pop encontraban una grata conexión. The Lemonheads, ya con la inclusión del artículo inglés y con Evan Dando definitivamente al frente de la banda, despegaron hasta situarse en la misma línea de las grandes bandas de Rock Alternativo Americano.
Evan Dando en solitario y con la única compañía de una guitarra —bueno, dos guitarras; su eterna Gibson marrón, y una novísima Martin de 12 cuerdas— arrancó la gira española en la Sala La Nau de Barcelona el pasado lunes. Creó desde un principio expectación y emoción, pues a pesar de estar citado para la prueba de sonido decidió declinar su asistencia.
Tras un impecable warm up a manos del músico local James Vieco, Evan Dando saltó al escenario casi irreconocible, pelo en rostro y apariencia de sintecho. Pero como no sólo habíamos ido a verle, nos dispusimos también a escucharle.
El primer tema del set fue Outdoor Type, una versión de los australianos Smudge, pero casi propia por consenso mundial. No se le vio muy fino, aunque sí suelto, lo que generó una sensación de incertidumbre entre los asistentes. Tras la australiana, sorprendió con un aceleradísimo y tropezoso Being Around donde destapó los primeros síntomas vocales de no estar en la mejor de sus distintas formas.
Demasiados momentos de batalla entre Evan Dando y su garganta, tan afónica como maltratada. Sus cuerdas vocales no habían reposado la noche anterior para tal evento, ni siquiera durante el día se habían cuidado. La situación nos hizo tener los dedos cruzados y conteniendo la respiración en muchos instantes. Su voz se fragmentaba cada vez que las notas demandaban una mínima subida, especialmente en It’s a Shame About Ray o el Unsatisfied de The Replacements. Le costó mucho menos aguantar el Skull de Misfits.
Con pena unas veces y con sorprendentes esbozos de semi-gloria en otras, el concierto fue avanzando hasta reunir casi la veintena de canciones, capeando el temporal y tirando de experiencia a la vez que de voluntad.
La mezcla de recuerdos y todas las buenas canciones que sonaron repasando su carrera, hará que, dentro de muchas noches y volver a girar sus discos en nuestras casas, recordemos cómo esa velada nos unimos a él para corear Confetti o Bit Part y ver cómo su boca dibujaba una sonrisa de placer pegada al micro al oír los coros locales espontáneos. No faltaron los agradecimientos al público y su novia brasileña, allí presente.
Tal vez por esa felicidad terminó su última canción en la platea y dando su último aliento confundido entre el público. Después desapareció con una ovación y todos nos alegramos secretamente de haber asistido. Aunque algunos tardaran un poco más que otros en asimilar la actuación.
Texto: Mario Silvestre
Fotos: Marina Tomás Roch