En la noche del viernes al sábado, parece que Madrid se preparaba para la llegada de Chelsea Wolfe y su banda ya que una niebla de aspecto misterioso cubría las calles de la capital.
“La Sala” del Wizink se llenó con un público que bien podría haber sido sacado del cómic The Sandman (o de su hermana Muerte) con una expectación casi palpable momentos previos al comienzo del concierto. En el escenario prendía una barra de incienso (el cual podías comprar en el puesto de menchandising) creando una atmósfera casi ceremonial.
Chelsea apareció vestida de riguroso negro como si de una sacerdotisa oscura se tratase, abriendo la velada con el primer tema de su último LP “She Reaches Out To She Reaches Out To She”.
El público se sentía hipnotizado por la voz de la de Sacramento y los sonidos industriales se entremezclaban con las bases del casi sonido trip hop interpretado de manera impecable por su banda, potente cuarteto que ha diseñado Chelsea Wolfe para su puesta en escena.
Mientras sonaba el tercer tema “House Of Self-Undoing” empezamos a distinguir la letra de Zombie de The Craberries y no faltó tiempo para que todo el público se animase a acompañar a Chelsie en ese “In your head, in your head, ZOMBIE!”. Mágico.
Resaltar la buenísima estructura del setlist colocando tempos e intensidades. Me pareció todo un acierto. Después de la primera parte con sonidos más pesados y densos y con algún que otro hit como “16 Psyche”, llegaron las canciones de corte más folk y en las que Chelsea Wolfe nos mostró, junto a su guitarra, los cimientos de canciones como “The Mother Road” o “Flatlands”. Su voz inundaba todos los rincones, abrazando a todos los presentes. ¡Qué manera de llenar un escenario!
Visualmente, el humo y unas imágenes sencillas proyectadas sobre un telón blanco, generaron un enclave perfecto para los conjuros musicales que siguieron aconteciendo. Chelsea giró un péndulo de cuarzo como si de una hechicera se tratase y cogía fuerzas entre canción y canción bebiendo de su taza de cerámica con forma de cáliz. “After The Fall” y “Carrion Flowers” cerraron el círculo, dejando al público satisfecho y encantado.
Mientras observaba la manera que tiene Chelsie Wolfe de interpretar su música llegué a la conclusión de que hay cantantes que sacan la voz de algún rincón el cual no comparten con nadie. Ella lo hace. Su interpretación es un viaje introspectivo que resuena en lo más hondo de quienes la escuchan.
Texto: Almudena Belmonte
Fotos: Sergi Fornols (Razzmatazz 2, Barcelona)