Encuentros

Vacaciones permanentes, punk, espontaneidad y sonidos contemporáneos.

 

Desde Salamanca llega esta banda liderada por Iván Andrés, que debuta con un disco en el que destaca su variedad estilística, dentro de unos parámetros eminentemente punks, pero sin renunciar a los nuevos sonidos. Ocho canciones en castellano que destilan carácter y autenticidad, con unas letras potentes y trabajadas.

Cuéntanos, para comenzar, cómo surge este nuevo proyecto.

La preidea de Vacaciones Permanentes nació en mi casa. El motivo se debe en parte a los Stooges, que redescubrí y repetí en bucle durante algunos meses. Eso me despertó las ganas de volver a tocar, y por ello volví a sacar la Telecaster que tenía guardada debajo de la cama desde hacía tiempo. Me encontré también con la versión de «Train in Vain»  de The Clash, interpretada por Josh Homme y Troy Van Leeuwen, sumado a los discos de The Kills. Ahí empecé a juguetear en el local junto a mi amigo Miguel Rodríguez, lo que generó una urgente necesidad de juntar rock and roll con bases electrónicas de forma minimalista y sucia.

De tu anterior EP tan sólo recuperas «Cuchillos», que era, quizá la más sencilla en cuanto a arreglos de aquel Dictatoriales aficiones ¿Cuál crees que son las diferencias más evidentes entre ambos trabajos?

Quizá la más evidente sea que «Fiebre» y «Enfermo de mí» proceden de momentos compositivos diferentes. «Cuchillos» era un single claro para ambos trabajos. Necesitaba una presentación del proyecto antes del lanzamiento del disco largo para tomar algo de impulso, y por eso hicimos aquel EP que, además, ayudó a rematar y limar el acabado final del álbum.

¿Qué buscabas cuando decidiste trabajar con un productor con tanto recorrido como José Mª Rosillo, que quizá, a lo largo de su carrera, no ha destacado tanto en este tipo de sonidos más duros, y sí más en el pop?

Rosillo ha trabajado en todo tipo de proyectos, elevándolos a la máxima calidad. Más allá de las modas y el glamour es un ingeniero reconocido en todo el circuito por su dedicación y profesionalidad. Tiene un enfoque muy romántico, meticuloso y le gusta probar cosas nuevas en las grabaciones. Para mí, que soy impaciente, lo esencial es el equilibrio, y si voy con un disco en directo que tiene una interpretación garajera y desbocada quiero que alguien aporte algo de control, que me escuche y, al mismo tiempo, sea sincero y con experiencia y sobre la canción pop, sin dejar de jugar experimentando en el estudio…  ahí Rosillo es el maestro.

¿Variaron mucho los temas una vez que pasaron por sus mandos?

Evidentemente, empezaron a sonar, fuimos demasiado rápido por las circunstancias y el grueso del álbum se grabó en una única sesión de grabación. Las canciones, los arreglos, venían de casa al milímetro y no perdimos ni un minuto. Es cierto que eso le da cierta espontaneidad, pero sé que tanto él como yo nos hemos quedado con ganas de experimentar con más calma. Todo se andará. Rosillo entendió perfectamente que al jugar con tan pocos elementos necesitábamos grabar mucho aire y dispuso micrófonos de voz, amplificadores de guitarra, todo en la misma sala a la vez. Ha sabido captar perfectamente lo que yo buscaba.

Una cosa que sorprende es lo bien que se cohesionan sonidos tan diferentes a lo largo del disco, porque pasas de los sonidos más crudos a los sintetizadores en un instante, sin que el trabajo pierda interés. ¿Estaba pensado de antemano que fuera un trabajo tan variado, o simplemente fue saliendo de esta forma?

Fue saliendo de manera natural al ir escribiendo las canciones. Soy un poco zoquete tecnológico, y cuando empezó a rondarme la idea de usar algo de electrónica, no me hacía al ordenador, los DAWs, los plugins; me resultaba difícil y frío. Eso se lo dejo a otros. Necesitaba algo que me proporcionara esos sonidos, pero que me permitiera hacer las cosas como siempre las he hecho, en el local de ensayo, de forma espontánea, pudiendo modificar los sonidos en el acto y a todo volumen. Y ahí entran las grooveboxes, estos aparatejos te permiten juntar máquina de ritmos con sintetizadores, secuenciarlos en el propio hardware, tocar mientras está sonando o dejar elementos en bucle; mil cosas. Aunque al principio suponía una limitación, creo que eso le ha dado más fluidez a la integración de ambos mundos. Es simple, punk, y los sonidos respiran más vivos.

Otra cosa a destacar es la calidad de las letras de las canciones, que se mueven entre el costumbrismo de lo cotidiano, pasajes más oscuros o crípticos, y episodios de «canalleo nocturno». ¿Cómo has trabajado esta parte lírica?

Con mucho tiempo y muchas dudas, pero intentando no tomármelo demasiado en serio, en general no me gustan las letras demasiado solemnes; eso me suele echar para atrás. En algunas letras, directamente, la canción orbita en torno a una frase de alguien cercano a mí que me ha gustado, incluso de una serie o película. En «Tu Warhol», por ejemplo, la frase central la dice un personaje de la serie Succession de HBO, y de ahí ya tiré de la cuerda y la llevé a otro sitio.

A pesar de vuestra corta trayectoria, ya habéis dado unos cuantos conciertos en sitios y festivales importantes, y parece que el boca a boca marcha bien ¿cómo están funcionando los temas en directo?

Otros proyectos salen a tocar mucho antes de grabar, con algunas canciones y algunas versiones; de esa inercia que generan, van configurando su sonido. Con Vacaciones Permanentes, todo esto ha sido lo contrario. Quería romper esa inercia y recomponer la manera de escribir canciones que he usado antes, utilizando texturas nuevas para mí, escuchando cosas diferentes, cambiando y grabando todo antes de dar un solo concierto. Un poco laboratorio. A partir de ahí, configurar otra formación con matices distintos es un reto que me está gustando y resulta interesante. Es probable que en los siguientes conciertos seamos tres… o incluso cuatro personas en el escenario. Eso será divertido para la gente que repita bolo

Por cierto, ¿Es complicado sobrevivir haciendo esta música, en una ciudad como Salamanca que, a priori, no tiene una gran tradición rockera?

Es cierto. Estoy jugando a la ruleta rusa con menos probabilidades de sobrevivir que si hiciera folclore tradicional. Debería meter un par de cucharas en mis canciones, pero me atrae el peligro (risas).

Texto: Sergio Iglesias

Fotos: Henar Bueno González

 

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